Capítulo 7: ¿Por que?

—¿¡Por qué?! ¡¿Por qué me llamas ahora?!

—Oye, oye. Cálmate. No te alteres… Solo, quiero saber ¿Cómo estás? —decía la voz del otro lado de la línea.

—Eso que te importa. No nos hemos visto desde hace más de ocho años y de repente vienes aquí a preguntar qué ¿Cómo he estado? —cuestiona molesta.

—Si… Supongo que ha sido algo cruel de mi parte —confiesa avergonzado.

—¿¡Algo cruel!? —Hiroko se exalta.

La voz suspira.

—Iré al grano. Sé que Sayuri está en el hospital.

Hiroko se quedó helada al escucharlo decir eso.

—¿C—Como?

—¿Quién crees?

—Él nunca te lo diría —negó rápidamente.

—Entonces deberías de hablar más bajo —aconsejo.

Hiroko bufa.

—Iré a verla, quiero saber de su estado —informo.

—¡No te lo permitiré! —afirmo Hiroko.

—Tengo ese derecho.

—No tienes derecho a nada —mira a Sayuri desde la ventana del cuarto—. Ella no sabe que existes.

—Eso solo suma una razón más para ir —cuelga.

—¡Kazuya! ¡Kazuya! —grito Hiroko desesperada. Intento volver a llamar el número, pero este la mando al buzón.

—Disculpe, ¿quién era? —pregunto el doctor al verla tal alterada.

—N—No, nada importante —mintió con una cara de angustia.

Hiroko termino de hablar con el médico y se dirigió a casa rápidamente para hablarlo con Nozomi.

—¿Mama? ¿Ya llegaste? —pregunto Nozomi al escuchar la puerta.

—Nozomi, necesitamos hablar —dijo al acercarse a la cocina.

—¿Qué pasa? —pregunto con seriedad.

—El… El… —Hiroko estaba temblando.

—¿El? ¿De qué hablas, mama? —Nozomi estaba algo nerviosa.

Hiroko respiro hondo y hablo.

—Kazuya… El me llamo… En el Hospital.

Nozomi no respondió al instante, estaba procesando sus palabras.

—¿Qué? —pregunto indignada y molesta.

—Quiere ver a Sayuri, él sabe que está en el hospital —informo alterada.

—¡¿Qué?! —Alza la voz—. Después de ocho años se digna hablar y ¿Cree tener el derecho para ir con ella?

—Debemos evitar a toda costa que la vea.

—¿Cómo se enteró que estaba en el hospital? —cuestiono Nozomi al pensarlo—. ¿Tú le dijiste?

—Por supuesto que no —respondió ofendida—. No he hablado con él desde aquel día. No tengo idea de cómo se enteró.

—Debemos sacar a Sayuri del hospital —propuso Nozomi.

—¿Estás loca? No podemos hacerlo —contesto Hiroko.

—¿Por qué no? Sayuri está bien ¿no?

Hiroko no responde y baja la mirada.

—Mama, Sayuri está bien ¿no?

—C—Claro que si ¿Por qué lo dudas?

Nozomi bufa.

—No lo sé, tú dímelo.

—¿A qué te refieres?

—Sayuri lleva más de un mes en el hospital, si solo fuera una lesión o ruptura ella podría volver a la casa, pero no es así. Entro en Septiembre y ahora estamos en octubre —relato con frustración—. Madre si estas ocultándome algo será mejor que me lo digas.

—Los médicos la están examinando —responde sin profundizar.

—¿Examinando qué? —cuestiono Nozomi.

—¡Es tarde! Nozomi —grito Hiroko.

Nozomi dejo de discutir y subió a su habitación. Dio vueltas en la cama hasta que puedo conciliar el sueño, aunque fue difícil, muchas cosas estaban pasando y ninguna tenía una respuesta clara, sentía que su mundo se caía en pedazos poco a poco.

Durante el resto del fin de semana cada una estuvo ligeramente distantes debido a lo acontecido el día anterior, y las cosas no mejoraron para Nozomi el lunes que fue a la escuela.

Nozomi caminaba por los pasillos de la escuela sin ver hacia el frente, tenía la cabeza hecha un lio y es por eso que no sintió cuando choco con Yuu.

—Nozomi—san, perdón… —él la mira irse sin decir nada—. ¿Estará bien? —se cuestionó en su cabeza.

Nozomi siguió caminando hasta que escucho una voz que la saco de sus pensamientos.

—Nozomi —hablo Ichiro.

—Ichiro… —no aguanto más y de sus ojos brotaron lágrimas.

Ichiro se apresuró y la abrazo fuertemente mientras ella desahogaba toda su furia y tristeza en él.

Yuu la había seguido y solo permaneció detrás de una pared mientras sentía una impotencia fuerte por no ser el que reconfortaba a Nozomi

Las semanas pasaron y otro mes se cumplió, ahora se encontraban en noviembre y comenzaban algunas decoraciones navideñas pues el baile estaba cerca. Esto servía para que Nozomi pudiera despejar su mente por completo.