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Capítulo 10: No lo entiendo

Es viernes 10 de diciembre, Nozomi se encontraba de camino al hospital con una canasta de comida, pero cuando estaba por entrar a la habitación, se da cuenta de que la puerta estaba abierta.

Nozomi entra lentamente y se percata de que Sayuri no estaba en su cama.

—¿Sayuri? —pregunto asustada.

Logro escuchar un quejido en el baño y al entrar se encuentra a su hermana vomitando en la tasa del baño.

—¡Sayuri! —intenta acercarse, pero una enfermera la aleja y otra ayuda a la pequeña.

—¿Qué le pasa? ¿Qué tiene mi hermana? —pregunto exaltada.

—Señorita, debo pedirle que salga, necesitamos atenderla —decía la enfermera que trataba de sacar de la habitación.

Nozomi queda a fuera de la habitación y Hiroko llego minutos después.

—Nozomi, ¿cómo esta Sayuri? —pregunto angustiada.

—N—No lose, no me han dicho nada.

En ese momento, el doctor sale de la habitación.

—Doctor, ¿Qué tiene mi hija? —pregunto Hiroko.

El doctor tenía entre sus manos unos análisis hechos previamente.

—Temo decirle… Que su hija tiene cáncer de estómago.

Nozomi se asombra, siente que pierde el equilibrio pero logra mantenerse en pie.

—¿C—Cáncer de estómago? —pregunto Hiroko.

—Si… Vera. La razón por la cual internamos a su hija cuando se lesiono la pierna fue porque encontramos anormalidades en su organismo, pero no fue hasta hace poco que supimos con certeza de que se trataba de cáncer de estómago.

—¿P—Pero como se enfermó de eso? —cuestiono Hiroko.

—El cáncer aparece a todas las edades muchas veces sin una causa en específico, pero su hija presento los síntomas poco a poco. Falta de apetito, náuseas, vomito, pérdida de peso involuntaria —explico detalladamente.

Nozomi tenía en su cabeza todas esas veces que fue a ver a Sayuri, notando todos y cada uno de los síntomas, comenzaba a sentirse culpable.

—¿Es tratable? —pregunto Hiroko.

—Lo estamos tratando ahora mismo. Haremos todo lo posible —comento alentadoramente.

—¿Podemos verla?

—Ahora mismo está sedada. Ya que sintió un horrible dolor estomacal, temo que no despertara pronto.

—Ya veo… Lo entiendo. Muchas gracias, doctor.

—Con permiso —dice el doctor y se va.

Hiroko se acerca a la ventana para verla de lejos. Nozomi mira la ventana sin poder creer lo que acababa de escuchar.

—Sayuri… —dijo débilmente y unas lágrimas salen de sus ojos.

Sin poder aguantarlo más, Nozomi sale corriendo del hospital hasta su casa donde se encierra en su habitación y grita a la almohada.

Nozomi no fue a trabajar al día siguiente, pero si fue a la escuela el lunes 13 de diciembre.

Ella caminaba por los pasillos con la cabeza baja pero frente a ella aparece Yuu con un ramo de flores.

—Una flor para otra flor —se rasca la nuca nerviosamente.

Nozomi tarda en reaccionar.

—Oh… —las toma—. Gracias, Yuu—kun —sonríe tristemente.

—¿Nozomi—san? ¿Está todo bien? —pregunto preocupado.

—¿Eh? N—No —niega con su mano—. Estoy bien, solo algo cansada —miente.

—Nozomi—san…

—A—Ah… Yo, debo irme. Nos vemos en clase —dice para alejarse rápidamente del lugar.

Nozomi no hablo durante las clases y se encontraba demasiado desanimada. En la hora del descanso, decidió estar sola y se fue al patio trasero.

Ichiro se acercó a ella y se coloca frente a ella. Lentamente, Nozomi alza la mirada.

—Ichiro… —las lágrimas comienzan a brotar.

Sin previo aviso, se agacha a su altura y la abraza fuertemente.

—¿P—Por qué?... —se cuestionó mientras comenzó a llorar.

Ichiro no hablo, dejo que ella se desahogara sola.

Nozomi lo abrazo fuerte y comenzó a sollozar.

—¡Es una niña! ¡Ichiro! ¿Por qué tiene que pasarle esto? ¡E—Ella tenía una vida por delante! —respiraba agitadamente, no podía controlarse más.

Con cada llanto, Ichiro se aferraba más a ella, para que sintiera más su apoyo. Yuu se encontraba escondido detrás de una pared, lamentando que no fuera el quien la estuviera apoyando.

Tras unos segundos después, se va del lugar.

—N—No lo merece… Ella no merece esto… —lamentaba Nozomi.

—Tienes razón… No lo merece, ella ha sido una buena niña —hablo con cariño.

Nozomi dejo de hablar, solo lloraba. La campana de las clases sonó, pero ellos nunca se separaron ni se movieron un centímetro, el tiempo se detuvo para ambos en ese momento.

Tras unos minutos, ella se calmó poco a poco. Ichiro saco un pañuelo y la ayudo a limpiarse.




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