4 Cuentos De Terror Para Este Halloween + Extra

Cuando Lázaro Despertó

En el funeral, los lamentos de los presentes se hacían cada vez más fuertes, contagiando como gripa al quien se sintiera indiferente. Fue tanta la aflicción por el fallecido, que muchos desgastaron sus voces hasta quedar en afonía absoluta. En ese regocijo, muchos se postraban en el ataúd imitando con ademanes un espectáculo exagerado, una vista cómica de los sentimientos reprimidos; en suma, con los gritos del nombre del fallecido, daba mayor sentido al término: Júbilo inverso.

Mientras las horas pasaban, cada presente pensaba para consigo una idea diferente del difunto.

La actual viuda, pensaba sobre la riqueza obtenida por el duro trabajo que el señor mantuvo en vida; sus riquezas las había obtenido de su labor como carpintero, además de propinas que la iglesia le abonaba por sus piezas de arte. “Ahora que todo me pertenece a mí, debo de pensar en que lo voy a gastar” decía en su mente, mientras lloraba a viva voz.

Los hijos del difunto, pensaban sobre la casa que habían heredado; casa, la cual había sido tallada desde los cimientos, empezando con la limpieza del terreno y una tabla de madera hundida en la tierra. “¿Qué parte de la casa me quedaré?” Pensaba cada uno de ellos, mientras miraban el cajón de su padre.

Los numerosos vecinos, pensaban sobre la relación de amistad con el ahora apagado lucero de sus vidas. “Una molestia menos” Pensaban algunos. Otros pensaban en todas las ocasiones que él había ayudado en algún ámbito de sus vidas: “No había nadie como él, para prestarme dinero. Ahora, ¿Quién?”. Diferentes vecinos, pensaban sobre las veces en donde el aparecía para aligerar el ambiente: “Me olvidaré de su existencia al cabo de unos días”.

El pastor de su iglesia, recordaba, todas las veces en que le engañó con los pagos de sus piezas de arte. Su única justificación era: “Decorarán la iglesia, y harán que las personas se interesen en venir por las prédicas. Eso significa más ganancias”. Pensaba para sí mismo, sin atreverse a mirar a nadie de los presentes, entre tanto que daba sermones.

De pronto, un movimiento en el interior de la caja, desconcertó a los presentes. Todos se quedaron en silencio y esperando un próximo movimiento. Ocurrió que el muerto estaba más que vivo. Se paró en ambas piernas, sin complicaciones, en una actitud controlada y pacífica, misma tranquilidad con la que dijo estas siguientes palabras:

“En el cielo, me dieron permiso para regresar a la vida y advertirles que entreguen sus vidas a Dios, pero me arrepiento de haber regresado. Todos ustedes no merecen la eternidad que mi padre en las alturas me ha dado, merecen arder entre las llamas del infierno. Mi padre me mostró cómo ver lo que contiene cada alma de quienes, en el cielo, llamamos penitentes; y con esta capacidad, pude ver en cada uno de ustedes sus verdaderas intenciones. Si ustedes no me amaban de verdad estando vivo, ¿qué destino aguarda a los desconocidos que aún han de cruzarse en sus caminos?“

Nuevamente, el muerto regreso tranquilo a su lecho, acomodándose en el proceso. Los presentes, no cambiaron palabra que aligerara el ambiente. El silencio reinó en la sala. Solo un niño entre los presentes se atrevió a pronunciar: Mami, ¿me quieres?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.