4. Olvido

Prólogo

Castiel

Todo parece verse desde otra perspectiva, una más profunda y sentimental, sabemos que es lo que va a suceder y como tal debemos afrontar los hechos con la mejor cara posible. ¿Por qué siempre todo tiene que tener un desenlace tan...? ¿Lento? ¿Doloroso? ¿Casi inimaginable? Sí, muchas de esas palabras han llegado a mi mente, pero ¿es así como sucederá? No lo sabemos, al menos, no eso en particular.

Suelto un suspiro sonoro de mis adentros mientras que Tamara parece hacer lo mismo. La mayoría de los presentes lo hacen porque el aire está pesado y no se los puede culpar, después de todo, la presencia de Dios será un hecho memorable al pasar los siglos. Esa pesadez que deja en el aire al llegar, cómo hace que el tiempo se detenga, es justamente eso lo que hace que el ambiente se sienta tan pesado y que los demás no puedan respirar. No solo le afecta a los hombres, sino a toda criatura, menos a las cucarachas, ellas por alguna razón siguen su ritmo normal.

La mayoría del tiempo, los mundanos, los pocos que hay con vida, imtentan hacer lo correcto y vivir con lo poco que tenemos en el campamento; sin embargo, hay algunos que hemos perdido y no porque sean débiles, sino porque decidieron que en otra parte vivirían mejor sus almas. Las almas tan bonitas, dulces, llenas de entusiasmo y vida, son lo que muchos ángeles desean. A nosotros nos falta eso, esa pizca de vida y miedo de no ser eternos. Tenemos gracia, pero no es un alma.

—¿Qué es lo que está ocurriendo? —cuestiona Luke—. ¡Qué alguien me diga algo! —Él primero mira a Tamara y luego a mí, más tarde noto la manera en la que Tamara lo observa y mi mundo se detiene en segundos.

Muchos de nosotros sabemos bien lo que está sucediendo, aunque no deseamos aceptar del todo aquel hecho. Sabemos que debemos mantener el ritmo y la normalidad, pero nos resulta algo complicado.

Las cosas nunca serán muy buenas cuando el tiempo se detiene de esa manera tan especial. Aunque todos los que hemos quedado sabemos que se trata de Dios. Siempre supe que el encuentro con Dios tendría algo a cambio. La vida en la tierra me ha demostrado que es imposible conseguir lo que uno quiere sin hacer un sacrificio.

Miro a Tamara con seriedad al ver la situación y luego espero que Dios nos diga qué es lo que vamos a perder si hacemos esto y aceptamos perder ese algo.

Estoy asustado por lo que Dios pueda pedir, pero me mantengo distante de mis emociones para no caer. Tengo que ser fuerte por todos.

—¿Qué es lo que vamos a perder? —me atrevo a preguntar.

Tamara se encuentra con la mirada fija en su hermano, mientras que la pelea se ha detenido y todos los vivientes están en una pausa lenta.

Por un instante, ella posa sus hermosos ojos de color verde sobre los azules apagados que tengo. No obstante, ambos observamos a Dios con seriedad.

—Lo que van a perder son los recuerdos que tienen de Rubby. —Dios se sincera con nosotros—. Nadie la recordará. Entonces, solo así ella podrá regresar a la tierra.

Escuchar eso salir de los labios de Dios me destroza por completo. No puedo creer lo que nos está diciendo. Todo esto es demasiado para asimilar en un momento como este.

¿Qué se supone que debamos hacer después de escuchar que hay una posibilidad de que Rubby regrese?

No importa lo que tengamos que hacer, sin duda, estoy dispuesto a olvidar todo recuerdo de ella con tal de que Rubby pueda vivir una vida feliz.

No me importa que mi hija no me conozca, pero me importa que tenga la posibilidad de vivir una vida como la que han tenido sus padre o, mejor aún, una vida sin problemas.

Tamara mira a Luke, él solo niega agarrándose la cabeza sin poder creer que realmente estamos pensando que aceptaremos esto. Luego me observa y con seriedad y niega.

—No es buena idea... No quiero olvidar a Rubby —confiesa él negando—. Ella fue la que me hizo ser un buen ser. Si no tengo sus recuerdos, me volveré lo que era.

Dios mira a Luke y luego niega.

—¿Cuánto vale la vida de Rubby para ti?

—Todo... Ella... —No puede seguir.

—Lo haremos —respondo a unísono con Tamara.

¿Estaremos haciendo lo correcto? Creo que eso nunca lo sabremos. Quizás Luke tiene razón y no tendríamos que hacerlo, pero algo en el fondo de mi corazón me dice que debemos probar.

Tamara asiente con seguridad.

—La olvidaré —dice con un tono de voz tranquilo, pero preocupado.

Me tardo un instante en pensar si debo hacer esto o no, pero quiero darle una oportunidad a mi pequeña.

Rubby no ha tenido suerte en esta vida, así que espero que en la que viene pueda tener todo lo necesario para ser feliz.

Suelto un suspiro sonoro de mis labios y focalizo mi mirada en los ojos de color verde olivo de Dios.

—La olvidaré —susurro con la misma seguridad con la que he aceptado mi destino más de una vez—. Olvidaré a Rubby.

El miedo de cometer un error me empieza a carcomer por dentro, pero ya es demasiado tarde. Los dos hemos aceptado el trato de Dios y ahora solo queda esperar el momento que él haga su trabajo.

¿Olvidar a mi hija o dejar que siga en el Vacío?

Esa fue la pregunta que me hice antes de responder. Por ese motivo, ahora sé que es preferible olvidarla que dejarla en ese horrible lugar.

Debemos olvidar a la niña para salvarla del lugar más horrible de todos. Está mal hacerlo, aunque debemos tener en cuenta de que esa es la única opción que tenemos actualmente.

Saber que ella volverá es algo que nos mantendrá a salvo por un largo tiempo. Eso nos es suficiente para lograr nuestros cometidos.

Rubby estará viva y eso es lo único que importa.




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