4) Olvido

Capítulo 17: El futuro incierto

Castiel caminaba por el parque apocalíptico con un peso en el corazón que parecía pesar tanto como el universo mismo. Los ecos de las batallas en el cielo resonaban en su mente, junto con las imágenes de la humanidad luchando en la Tierra. Como ángel guardián, había visto la belleza y la fe en los humanos, pero también la oscuridad y la desesperación que se habían apoderado de ellos.

Se detuvo junto al majestuoso Jacaranda, cuyas ramas se mecían suavemente bajo la brisa celestial. La corteza áspera y fresca bajo sus dedos recordaba la fortaleza y la vulnerabilidad que compartía con los seres que había jurado proteger. Con un suspiro, Castiel dejó caer su mano sobre el tronco del árbol, buscando consuelo en su firmeza.

—Jacaranda —comenzó en voz baja, casi como una súplica al universo—, he visto demasiado sufrimiento. Tanto en el cielo como en la Tierra, las almas luchan y se pierden en las sombras. Me pregunto si algún día podré hacer lo suficiente para guiarlos hacia la luz.

El Jacaranda parecía susurrarle en respuesta, el murmullo del viento entre sus hojas una caricia reconfortante. Castiel cerró los ojos, dejando que la conexión con el árbol y con toda la creación lo envolviera en un abrazo de consuelo y comprensión.

—Soy un ángel, pero a veces siento que mis alas son demasiado pequeñas para abarcar tanto dolor —continuó Castiel con voz entrecortada por la emoción—. ¿Cómo puedo encontrar la fuerza para seguir adelante, sabiendo que mi papel es proteger y sanar?

El Jacaranda permaneció en silencio, como un testigo paciente de las luchas y los anhelos del ángel. Castiel sintió una mezcla de tristeza y gratitud por la vida y la belleza que lo rodeaba, incluso en medio de la oscuridad.

—Quizás la respuesta no está en ser perfecto, sino en seguir creyendo en el poder del amor y la redención —murmuró, más para sí mismo que para el árbol.

Con un último suspiro, Castiel retiró su mano del tronco del Jacaranda, sintiendo una renovada determinación en su corazón.

—Protegeré y guiaré con todo lo que soy —prometió al árbol y al universo—. Incluso en los momentos más oscuros, encontraré la luz que nos guíe hacia un futuro mejor.

Y así, bajo la sombra protectora del Jacaranda, Castiel se levantó con la certeza de que, aunque el camino fuera difícil y lleno de desafíos, el amor y la esperanza siempre prevalecerían en el gran plan divino.

En ese momento de profunda conexión entre Castiel y el Jacaranda, la voz de Dios resonó a través del árbol con una solemnidad que parecía llevar el peso de la eternidad.

—Castiel —comenzó la voz, una mezcla de tristeza y determinación llenando cada sílaba—, en los confines del tiempo, veo el destino de todos los seres. Yo me volveré distante, más ajeno de lo que fui. Tamara, en su ira, buscará venganza una vez más. Tú enfrentarás tentaciones que te llevarán a un camino más oscuro que antes. Y Rubby, la chica cuya vida has tocado, caminará como una mortal común, sin recordar los días que compartió contigo.

Las palabras de Dios fluyeron con la misma solemnidad que el viento entre las hojas del Jacaranda, envolviendo a Castiel en una marea de comprensión y preocupación. El ángel sintió un escalofrío recorrer su ser, una mezcla de temor y resignación ante el destino que se desplegaba ante él.

—¿Cómo puedo enfrentar estos desafíos, Señor? —preguntó Castiel, su voz resonando con una mezcla de angustia y determinación—. ¿Cómo puedo servirte mejor en tiempos de oscuridad y cambio?

El Jacaranda susurró suavemente en respuesta, una respuesta que parecía surgir de las raíces mismas del árbol y resonar en el alma de Castiel.
—En la adversidad, hallarás la fuerza. En la oscuridad, encontrarás la luz interior que te guiará. Y en cada paso del camino, mi amor y mi gracia estarán contigo.

Castiel asintió con humildad, sintiendo el peso de su misión más que nunca. El peso de sus alas parecía aumentar, pero su determinación no menguaba.

—Aceptaré tu voluntad, aunque el camino sea difícil —dijo con determinación, sus ojos brillando con la fe renovada—. Guíame, Señor, y seré tu instrumento, incluso en los momentos más oscuros.

El viento en los jardines del Edén se calmó como si escuchara la promesa sagrada que Castiel había hecho. El ángel se quedó allí, junto al Jacaranda, sintiendo la presencia divina envolverlo como un manto. La gravedad de sus palabras y la carga de su deber resonaban en cada fibra de su ser, pero también la certeza de que el amor y la providencia de Dios serían su sustento en el camino por delante.

Y así, bajo la sombra protectora del Jacaranda, Castiel recibió la visión del futuro que aguardaba, aceptando el desafío con la certeza de que, a pesar de las pruebas por venir, el propósito divino prevalecería en su camino.

Castiel contemplaba el horizonte con una mirada cargada de preocupación. Sus pensamientos se centraban en los hermanos Winchester, Sam y Dean, cuyas vidas habían estado entrelazadas con la suya en una constante lucha contra fuerzas oscuras y poderes cósmicos. Había visto el peso del mundo descansar sobre sus hombros y conocía demasiado bien el sacrificio que habían hecho por el bien mayor.

Pero no eran solo los Winchester quienes ocupaban sus pensamientos. También estaba Luke, el hijo de Lucifer, cuyo destino parecía predestinado por el linaje oscuro que llevaba. Castiel había visto la lucha interna de Luke, la batalla entre la herencia demoníaca y la humanidad que aún brillaba en su corazón. Se preguntaba si algún día encontraría paz y redención, o si su destino estaría sellado por los pecados de su padre.

Con un suspiro, Castiel se acercó al Jacaranda, cuyas ramas se mecían suavemente bajo la luz etérea. Colocó una mano sobre el tronco, buscando consuelo en la conexión con la naturaleza y en las respuestas que a veces parecían flotar en el viento del Edén.

—Sam, Dean, Luke... —murmuró Castiel en voz baja, como si sus nombres fueran plegarias susurradas al universo—. Han soportado tanto. Han sacrificado tanto por los demás. ¿Cómo puedo asegurarme de que encuentren el camino correcto en este mundo lleno de peligros y sombras?




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