Besos que acarician el aroma de tu olor a mujer, cálida como las noches en que te
soñaba desnuda en mis manos tener. Laboriosa escultura y esmaltada en
delicadeza de noble dama con piel blanca, cubierta de seda al despertar.
Brindis al amargo sabor de tu caducidad, al sudor que jamás volverá a brotar con
el roce de manos inquietas que sólo a ti podían tocar. Vago es el olvido del
recuerdo a sabor de gran mujer, algo pálida, tenue e incansable ante el placer.
Llama opaca en cáliz que danza negándose a morir, como se niega aquellos
recuerdos hoy morir. Danzan y danzan sobre sábanas que nunca verás en mí,
cálida luz que no se apaga aunque le entregues al viento tu combinada alma.
Dejad que su llama canse de alumbrar como cansado tu cuerpo está ya de amar.
Amaneceres llenos de lluvia caerán a tu pecho apaciguando la culpa de lo malo
que nuestras almas han hecho, dejad que nuestra luz allí desaparezca.
Fuertes vientos que de oriente corren sin temor, queriendo alzar la calma de tus
miedos y al océano tus sufrimientos ahogar. Débiles alas que un día dejaste
cortar, débiles las ganas de querer marchar, débiles tus deseos de amar pero largo
el camino que ahora deber empezar.
escritoenlibrodecuento@outlook.es