Poros que una vez se abrían al rose de otro cuerpo. Esos que también al llegar la
noche se encerraban extrañando su aroma. Besos de poca pasión fueron aquellos
que recibía entristecida antes de nuestra despedida. Llegaste en el ayer y ahora
no te negaré el adiós del mañana.
Blanca piel de origen desconocido para mí, blanco, delicado para mi rústico ser
que maldecido creía estar al no encontrarte antes del ayer. Delicadas mejillas para
tan duras bofetadas que la vida aún te da y ahora en mí suenan notas de
inexplicable despedida.
Besos que ayer te negué cuando con lágrimas pediste darte otra vez. Bello rostro
que lastimo yo de nuevo y sin pudor. Que ganas de correr, que ganas de amar,
qué triste es verte por la mañana de espalda caminar, cuando en la tarde
sonriente te veía llegar.
Bofetada al destino y a tu cuerpo débil, causal de tu despido, bofetada a la burla
de tu amigo que te elogió con frágiles versos leídos, bofetada menos fuerte que la
herida que provoca las voces de tu inexplicable despido. Corazón cambiado.
Bella sonrisa que dibujé, bella luz de cabellos claros que en pocas veces acaricié,
bellas palabras que hicieron de ti una sonrisa florecer, bellas manos que muchas
veces acarició. Bella eres, bella mujer, bella dama de mirada fiel, sonríe de nuevo
que linda te vez.
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