Cae de nuevo la tarde asoleada y frío tembloroso sobre mi pecho, atormenta mis
elogios de mujer bella y elocuente que encontré en aquella tarde. Firme y
tormentosa a la vez, firme y triste como tu primer vez. Pero firme.
Abrazas las palabras de un ser vago loco atrevido de mirada indirecta que a ti se
acercó con un sólo saludo tímido y fingido. Atrapas los sentimientos de aquel
nuevo poeta con voces de niña humilde que no sabe cómo contemplar sus flores.
No hay nuevo despertar cuando las olas de la noche tormentosa dejan sus huellas
de huracán. No hay sol que llene los rincones de la casa que el agua destruyó. Una
flor se negó a doblar sus pétalos al viento voraz de tu implacable voz.
Pasan los vientos llevando las ruinas de mi primer rancho viejo casi abandonado.
Pasan sin besar las manos que laboró en los muros de un viejo sentimiento de
amor, ya no hay bases en tu corazón, excepto mi despedida en forma de canción.
Leves rayos en forma de cortinas que cuelgan de nubes perezosas, se encuentran
adornando el espacio. Allí se alienta mi corazón, se alientan las ganas de volverme
a levantar, alienta mi alma a no volver con el amor de nuevo fracasar.
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