40 Liras & tu carta de despedida

Ríos de aguas claras.

Piedras que ayer me alentaron a vivir en los rincones de mi mansión, golpean a mi  
puerta en forma de cascadas de oscuridad con humedad a la media noche.  
Tranquila no está mi alma cuando las rocas de nuestro amor hoy se alzan en  
borrascas de triste consuelo. 


Lagunas que por muchos años se tornaron mansas al despertar y al anochecer te  
oía despedir, laguna que sólo tú dominabas con cantos de flautas, en éste, hogar  
de sirenas casi dormidas, esas que buscaban acunar algún niño bueno. Lagos que  
dominaste con verde pedestal de tranquilidad. 


Llegan de nuevo las ranas al canto de luna clara, llegan sabiendo que ya tú no  
bailas al compás de nuestras gaitas, cantan y cantan llamando de ti la alegría de  
hermosa muchacha. Cantan hasta la tarde sin encontrar tu calma. 


Manantiales que una vez soñamos alimentar de luciérnagas, se tornan esta  
mañana en ríos que no paran de correr camino abajo de tus mejillas. Las aves se  
alzan al sacudir tus manos cuando temerosas quieren detener su arroyo. 


Ya no son claras, ya no son mansas, ya no hay luna que se refleje en ella sus  
encantos. Hoy corren y corren como aquel callejero que pan a hurtado. Ya no son  
mansas. Son ruidosas ranas, hoy sollozando de dolor al ver que contemplas  
nuevos mares.

 

 

escritoenlibrodecuento@outlook.es




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