Polvorientas sábanas que en mis noches de triste soledad acobijaste mis
sentimientos, sentimientos monótonos de falso querer, besos que saben a dolor y
vacío, besos que suplican el amor verdadero llegar, llegar a nuestros cuerpos y
sumergirnos en lo que creíamos muerto.
Vestidos de elegante mujer que vaga en las noches de mis recuerdos, eres tan
hermosa, eres tan apasionada que mis deseos solo tu ganas. ¿Rendido a tus pies?
¡Jamás! A tus besos... Quizás. Acobijase de nuevo, una, dos y mil veces más,
abrázame pero no me enamores más.
Cálida bebida más amarga que el engaño de tus múltiples aventuras, te quiero
para mí, te quiero mi adorada, juro que voy a quererte hasta la madrugada. Tú
prométeme que nadie tocará el corazón que anoche enamoré con ganas cuando
fingías que me amabas.
Amarga copa de oscuro vino que sostengo en la noche octava. Vine y ya no
estabas. ¿Que te has hecho? -mi buena amante y mi buena esposa también, eres
diferente en el día, temerosa en las barriadas. Salgamos en la mañana y en la
noche te marchas. Márchate que por ti vendré mañana para llevarte a mi cama.
Descansa los pasos de ti niña amada y tocada, descansa aunque no sea correcto
tenerte en sabanas sin tocar de ti un cabello, perfume fino delator que ya tienes
un dueño, te quiero y te espero así no vuelvas a mi de nuevo; por ser un pobre
muchacho que no brinda más que un verso.
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