Los temores hoy son diferentes, tan distintos como cada encuentro tuyo del
pasado en la cama, llenos de alegría, dulzura... hoy están cargados de ira por
tener que marchar. Hoy todo es distinto, hoy no llueve en la época de otoño de
nuestro pecho. Hoy es diferente.
Tan descubierta como casi siempre a primeras horas de la mañana. Hoy no
escuché las aves cantar ni el tren rechinar en sus rieles, hoy no escuché el coche
de la señora del frente, que al salir nunca marcha sin afán, hoy la mañana se torna
demasiado pequeña, demasiado distinta, hoy te vestirás distinta.
Hoy abandonaras las almohadas que sostuvieron tus castaños cabellos, estás
descubierta al denso aire que posa desde ayer en nuestra habitación, observando
a través de la ventana aun empañada... notas que no hay nubes allí arriba, hay
una línea de sol que amenaza con ser caliente. Hoy el día es distinto, hoy el sol no
alumbrará.
Hoy no hay besos que alienten mis deseos de abandonar las sabanas viejas que
hasta ayer fue nuestra cama. Te observo y te ves diferente, te ves despampanante
como siempre, pero hoy de manera diferente, hoy no eres tú o quizás yo no sea
yo. Te observo buscándote a lo lejos y en mis ojos tú estás.
Hoy no me levanto, hoy deseo esperar lo distinto del día en nuestro lecho que ya
ha dejado de ser nuestro. Te desnudas de nuevo antes de marchar, besando las
manos que ya te acariciaron por última vez, y te vas. Noto que es diferente a los
demás. Ya te extraño incluso antes de tú cabalgar. La llave al cerraje puesta está,
te has marchado de manera diferente y yo, aquí de nuevo, esperando nuestro
encuentro.
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