Delgado cuerpo brillante desde lo alto de una cordillera. Fría, tenue y
abandonada. Pensamientos monótonos que de ambulan de nuevo por mi cabeza,
cuando allí te imagino cantando las delirantes y opacas canciones a tu hora de
dormir, fuerte la voz de mi amada como relámpagos a la velocidad del vuelo de
mariposas.
Noche brillante encajada en la lejanía de tu cuerpo, noche silenciosa para los
redobles de tu función. De gala hoy los redondos renacuajos se visten cuando a la
lluvia disfrazas de enorme telón, danzantes hojas viejas descienden al suelo en
forma de relevancia a tus pasos, hoy tu voz, no tu luz brillan.
¿Será tu alma? ¿Será tu mirada a medio parpados enojados? -¿Será de nuevo tu
voz que hoy viene formando orquestas? son las nueve de la noche cuando la
canción suena, sonando las palmas de nuestras palmeras que danzan al igual que
yo lo hice antes de verte reír, antes de verte llorar.
Hoy no hay maestro que guíes la líneas de tu sonar, hoy tu luz es especial, te veo
en lo alto lo hermosa que eres y tu voz golpeando tan fuerte que a mi alma haces
redoblar, como redoblan las cigarras, brilla que tu publico te vio enamorada
señora, enamorada de nuevo, enamorada sin velo.
Deseos de tus pechos de nuevo entrelazar en mis manos torpes como amante
caballero. Alzando a tu luz hoy te canto de nuevo, mira mis brazos, mira mi llanto,
mírame como te amo. Amante que a tu juventud le dio de nuevo alegría de ser
buena amante y yo tu renacuajo sin vestido de gala aquí se posa.
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