4:50 Am

Capitulo 6- 5:00 a. m.

Capítulo 6 — 5:00 a.m.

El tiempo se acabó.

El reloj dejó de parpadear.

Y, por un instante, todo fue silencio.

Alex respiraba con dificultad.

El aire se volvió espeso, como si cada inhalación cortara su garganta.

La casa tembló, o tal vez era él.

Las paredes parecían moverse, acercarse, respirar.

Un crujido.

Luego otro.

Los cuadros del pasillo comenzaron a girar, lentamente, hasta quedar torcidos.

Sus marcos se abrían como bocas, de donde caían fotografías empapadas.

Cada una mostraba un rostro diferente.

El suyo.

El de Nora.

El de alguien más.

El piso se alargaba bajo sus pies, convirtiéndose en un corredor interminable.

Puertas en ambos lados.

Cientos de ellas.

Todas entreabiertas.

Todas susurrando su nombre.

—Alex…

—Alex…

—Alex…

El sonido era húmedo, visceral.

Venía de las paredes.

De sí mismo.

Corrió.

No sabía hacia dónde, solo lejos de todo.

El suelo estaba cubierto de huellas.

Suyas.

Pero las huellas estaban frescas, como si acabara de pasar por ahí.

Y al mirar atrás… vio su propia sombra doblar la esquina, siguiéndolo.

—¡Basta! —gritó, tropezando.

Cayó contra una puerta.

Se abrió sola.

Adentro, un cuarto oscuro.

El olor metálico.

Sangre seca.

En el centro, una silla.

Y sobre ella, una cámara encendida.

Parpadeaba la luz roja.

Alex se acercó, temblando.

El lente estaba dirigido hacia él.

A su espalda, algo se movió.

Un reflejo.

Una figura.

Él mismo, sonriendo.

—Ya pasó —susurró su otra voz, justo detrás de su oído.

Giró.

Nada.

Corrió otra vez.

Las paredes sangraban.

Los cuadros lo seguían con la mirada.

El suelo se abría y cerraba, como si la casa respirara con él dentro.

Puerta tras puerta, cada una peor que la anterior:

Una habitación llena de cuerpos en su misma postura.

Un espejo que mostraba a Nora, apuntándole.

Una cuna vacía, meciéndose sola.

Una voz que repetía: no fue un accidente, no fue un accidente…

Sus ojos ardían.

Sus manos, empapadas.

No sabía si de sudor, de sangre, o de memoria.

Al final del pasillo, una luz.

Una silueta.

Nora.

O algo que parecía ser ella.

—Nora… —jadeó.

Ella levantó la cabeza.

Su rostro estaba roto, como un vidrio.

De sus grietas salía una luz blanca, antinatural.

Los ojos vacíos.

La sonrisa torcida.

Un sonido metálico llenó el aire.

Clic.

Alex miró hacia abajo.

Un agujero negro se abría en su pecho.

La sangre brotó como una respiración.

Cayó de rodillas.

Frente a él, la pistola.

En sus manos.

El reloj vibró en algún lugar de la casa.

Alex se desplomó.

Su cabeza golpeó el suelo.

El eco retumbó como un disparo.

Oscuridad.

Despertó sin saber por

qué.

La habitación era oscura.

El reloj digital brillaba en rojo.

4:50 a.m.

Diez minutos para algo.

No sabía para qué.




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