Miro el cielo y suspiro, estar en medio de una carretera sobre el techo de un auto escuchando el ruido de la naturaleza y los ronquidos de alguno de los hombres que hay dentro del auto es aburrido.
Estoy en el techo de un auto grande blanco, junto con mi mochila, un rifle y una linterna, cada que escucho un ruido alumbró con la linterna. Pero hace aproximadamente media hora no escucho nada raro.
Reviso en mi mochila, tomo una manzana y los cuadernos, evitando el de mi madre. Reviso la fecha y dejo fuera el más antiguo.
“Digue-neute ha contratado mucha gente apenas abrió y yo fui uno de esos, estoy trabajando en la mayor empresa de tecnología dirigida por Scott, las personas recién contratadas son en su mayoría hombres, puedo contar con los dedos de una mano cuántas mujeres he visto dentro…”
Un ruido hace que aparte la linterna del cuaderno y alumbró directamente en la cara de Dan que está subiendo al techo del auto. Escondo en diario disimuladamente pero veloz para que él no lo vea.
— Ve a descansar un poco, tal vez este auto no funcione y tengamos que caminar — dice mientras saca su linterna, cierro mi mochila y la bajo conmigo.
— Gracias — le sonrío antes de entrar en el auto y acomodarme junto a Lois.
Cole levanta el oso de peluche y ladea su cabeza, yo arrugo la nariz y niego con la cabeza.
— Tienes que escoger uno — dice a la vez que levanta un conejo blanco, yo vuelvo a negar.
— No entiendo porque quieres hacerme querer uno de esos — le digo y camino por la tienda buscando algo interesante.
— Porque todas las chicas de tu edad, antes, tenían uno de estos — dice mientra busca más peluches con la mirada.
— Es absolutamente absur... — me detengo al ver a mi madre en la puerta, tiene un cuchillo en la mano y la vista fija en mi.
— Sig… — me llama Cole pero solo miro a mi madre allí, enterrándose en cuchillo en la pierna y moviéndolo sin apartar la vista de mi — Sigrid, ¿estas bien? — Cole toma mis hombros y yo giro bruscamente para encontrarme con unos dientes amarillos, escucho cómo le quitan el seguro a un arma. Empiezan a escucharse susurros y unos brazos se encierran a mi alrededor, comienzo a golpear en todas direcciones pero me detengo al escuchar la voz de Cole otra vez.
—Hazlo, por favor, Sigrid — pronuncia las palabras, a las cuales más temo, como aquel día.
Los susurros empiezan a hacerse más notorios, pero de una buena forma. Los brazos ya no me sostienen con fuerza, y es entonces cuando el rostro de Cole vuelve a ser el totalmente suyo y no hay rastros de dientes amarillos…
Levanto la cabeza rápidamente y miro a los lados asustada, tengo a Lois a mi lado, sus brazos me rodean y su cara está en mi hombro. Daila está en el puesto de adelante, con los ojos cerrados.
Fuera del auto hace sol, no se ve rastro de personas o sombis. Miro a Lois que no ha abandonado su posición y sonrío al ver que tiene un poco de baba saliendo de la comisura de su boca, quito sus brazos de mi alrededor, levanto su cabeza con cuidado y la pongo hacia atrás. Abro la puerta del auto, pongo los pies en el suelo, estiro los brazos, me dobló hacia adelante y un sonido de placer sale de mi boca.
— Cuando acabes de satisfacer tus necesidades, cierra la puerta y ven aquí — Escucho a Dan y lo veo bajar del techo del auto para dirigirse hacia la parte delantera. Cierro con cuidado la puerta y me dirijo a Dan.
Hay un mapa sobre el metal del coche, en las esquinas de este hay una linterna, un cuaderno, una mochila y un zapato, me quedo mirando el zapato y vuelvo la mirada a Dan.
— Era eso o mi pistola — dice señalando el zapato — yo no voy a dejar mi pistola en el capó del auto para que un loco me la quite — dice sacando su arma y moviendola un poco — es mi bebé — la pone en su pecho y sonríe con los ojos cerrados, en la punta de su arma alcanzo a divisar: D.C.M, grabado con una letra irregular, casi no se ve por el paso del tiempo, pero reconozco la letra de Cole y cuáles son porque mi arma, anteriormente de Cole, también las tiene.
— Creo que necesitas dormir — le digo sonriendo y apartando la vista de su arma, él levanta una ceja y luego me mira.
— Dejame estar con mi amor un segundo — dice pero guarda su arma — ahora, pongámonos serios — dice y mira el mapa — este es un mapa de la zona, es bastante grande — señala un punto — aquí es donde estaba ubicado Toev y aquí — señala otro punto donde pone “Solsona”
— Estaba ubicado Solsona — le digo y él asiente — ¿de dónde sacaste el mapa? — lo miro y él levanta los hombros.
— De una tienda de turismo abandonada — dice mirándome y yo niego con la cabeza — ¿No sabes qué es turismo? — vuelvo a negar y él mira al cielo — No debiste dejar el colegio de Toev.
— ¿Cómo sabes que lo deje? — le pregunto porque no recuerdo habérselo mencionado, él levanta de nuevo los hombros, mira de nuevo el mapa y mueve el dedo por una línea.
— Nosotros debemos estar en esta carretera — dice, yo apartó su mano y veo que de esa carretera salen otras.
— No necesariamente en esa — le señalo con la uña las subs-carreteras — podríamos estar en alguna de esta — le digo y muevo rápidamente la mano, haciendo que el cuaderno se caiga — lo siento — me arrodilló, tomo el objeto y cuando lo levanto leo el nombre de “digue-neute” en la página que está abierta.
— Dame eso — Dan me quita el cuaderno de la mano y lo guarda en su mochila, tengo ganas de preguntar porque su cuaderno también tiene ese nombre pero me concentro en el mapa — estamos en esta carretera — dice volviendo a poner el dedo en la misma línea — camine un poco y vi en los carteles que esta es la c-55 — asiento, la puerta del auto se cierra y a nuestro lado aparece Daila.
Editado: 15.08.2019