5. Lo que siento cuando estoy contigo

13. Tengo un enorme problema

Aaron:

Tengo un enorme problema…

De hecho, creo que, “enorme”, no es suficiente para describir la magnitud de lo que me atormenta; después de todo, excitarme con Emma y pensar en las mil formas en las que podría habérmela follado, es algo… Digamos que no existen palabras para describirlo.

¿Lo peor?

No me volví loco, ni siquiera puedo alegar que estaba borracho porque después de la primera vez en la que mi polla reaccionó al maldito movimiento de su trasero, justo antes de que el idiota de Dylan casi me arrancara la cabeza, dejé de beber.

Es decir, si aún estando sobrio, la imagen de la enana en mi habitación, en cuatro, siendo penetrada por mí mientras gritaba mi maldito nombre, invadió mi mente y estaba más que dispuesto a cumplir esa fantasía; con unos tragos de más definitivamente lo habría hecho. Por eso decidí alejarme del alcohol.

Aun así, no voy a negar que, como mínimo, quería un beso. No sé qué demonio pervertido se coló en mi cabeza, pero mientras ella se movía con esa maestría que la caracteriza, sonreía y se mordía el labio inferior, yo solo podía pensar en besarla, sentir sus labios, aunque sea una vez y que luego se cayera el mundo si era necesario.

Ah, pero tuvo que llegar mi mejor amigo a interrumpirnos y casi arrancarme la cabeza. El muy hijo de su madre, se arreguindó de mi cuello con tanta fuerza que pensé que me iba a matar. Sus únicas palabras fueron: “No puedes besarla, ¡es Emma!”

Debo decir que su grito en mi oído me devolvió un poco de lucidez que no me duró mucho, pues, cuando me enderecé, vi a Cameron y Adela llegar de la mano como si el mundo les perteneciera. Juro que aún con el sonido estrepitoso de la música y la euforia de la multitud, pude escuchar cómo los pedacitos maltrechos del corazón de la enana se rompían todavía más.

Y eso hizo que me enojara… como no tienen una jodida idea. Sin embargo, esta vez no quería golpear al imbécil Archer, en esta ocasión quería que Emma demostrara que ella era mucho mejor, que no le importaba lo que hicieran porque hay que ser muy tonto como para no darse cuenta que el objetivo tras ese paripé era restregarle su relación en la cara y hacerla sufrir aún más.

Por eso y para mi absoluta sorpresa, volví a invitarla a bailar para consolarla. Ahora necesito que alguien me diga cómo carajos se me ocurrió la estúpida idea de decirle que si quería me ponía a ver un maratón de películas románticas mientras comíamos helado. ¿Soy una nenaza acaso?

¿Dónde coño tenía la cabeza?

Ni idea.

Pero la noche no terminó ahí. No, Emma se recuperó tal y como le pedí, pero comenzó nuevamente mi tortura. El rose de su trasero contra mi entrepierna fue remedio santo para que mi odioso amigo comenzara a levantarse… Estaba jodidamente excitado.

¿Lo peor?

Ella también lo estaba y, literalmente, saberlo me volvía loco.

Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no sucumbir a la tentación al ver sus pezones erectos. Quería tocarlos, morderlos, lamerlos… ¡Joder! Quería hacer de todo con ellos y contenerme comenzaba a sentirse como algo ridículo.

Juro que por mi mente pasaron miles de excusas que me permitían sucumbir a mis deseos sin tener que sentirme culpable, la principal, que ella también lo quería.

¡Me estaba provocando!

Su mirada era lujuria en su estado más puro. Cada vez que se mordía el labio quería ser yo quien lo hiciera y mira que intenté que mis manos curiosas se mantuvieran en terreno seguro, pero ella tenía que insinuar eso de que mi polla se había levantado con demasiada rapidez. No me pude contener y le dije que sus pezones también, pero lo que sí me dejó totalmente loco fue cuando moví mi mano por todo su trasero… SU JODIDO Y DELICIOSO TRASERO debo destacar…

¡Le dije que si metía mi dedo encontraría sus bragas húmedas!

Mis neuronas salieron volando por unos minutos porque sabía que era verdad y ella ni siquiera lo negó, al contrario, buscó mis labios…

Señores, Emma Bolt Kanz, la enana, rubia, presumida, diva, la chica que me odia, QUERÍA BESARME.

Y yo también.

Lo iba a hacer.

Juro que lo iba a hacer.

Ya había mandado a mi conciencia al quinto infierno para que dejara de molestar con que era una mala idea, pero la jodida juega sucio y la imagen de mi padre diciendo lo orgulloso que estaba del buen hombre en el que me había convertido y la idea de que Zion montaría el grito en el cielo como supiera que me había follado a su hija en el estado en que se encontraba, me hicieron reaccionar y, a pesar de que quería, como nada en el mundo, besar sus labios, terminé haciéndolo en su frente.

Además, seamos honestos, eso de ser el clavo con el que te sacas a otro clavo, no es muy bonito. O sea, sé que en parte todo eso sucedió por los deseos de Emma de vengarse de Cameron y Adela, de demostrar que ya había superado lo que pasó y resulta que yo era la única persona disponible.

Tolo lo que le dije fue de corazón. En serio, si ella decide pedirme ayuda, para lo que sea, ahí estaré yo para dársela. Ojo, eso no significa que dejaré de molestarla porque, seamos honestos, esa es mi razón de ser, pero algo es algo.




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