5. Lo que siento cuando estoy contigo

19. Vacaciones

Aaron:

Tengo un enorme problema…

Sí, sí, sí, sé que ya lo dije una vez, pero este es mucho peor.

Estoy enamorado de Emma.

¿Entienden?

E N A M O R A D O…

No me gusta, no me atrae, sino que estoy jodidamente enamorado de la enana y eso me asusta como nada en este mundo.

Termino de recoger el desastre de nuestra cena y luego de fregarlo, entro a mi habitación dispuesto a darme una ducha relajante.

Cuando Zion me soltó la bomba de que la chica que supuestamente él no conocía no me gustaba, sino que estaba enamorado de ella, si bien me dejó en shock, no lo creí. Al menos no completamente.

No fue hasta después de nuestro más que caliente encuentro, que comprendí que tenía razón. No tengo palabras para decirles lo mucho que disfruté de ella, sin embargo, salí corriendo como un niño pequeño, asustado, luego de ese maldito beso. Ese que me abrió las puertas a una realidad desconocida que amenaza con poner mi mundo patas arriba; esa en la que Aaron Andersson está enamorado de Emma Bolt, una chica que ha jurado y perjurado toda su vida, que me odia con el corazón.

Estaba en shock ante el nuevo descubrimiento y no voy a mentir, en negación también; tanto, que, aunque con ganas, no acepté que ella me devolviera el favor. Necesitaba distancia y no lo iba a lograr en la dichosa fiesta por lo que tuve que inventarme un cuento y regresar a casa.

Fue una noche extremadamente larga, luego de aliviarme, no voy a mentir.

Como decía, fue una noche larga en la que casi no dormí, pues mi cabeza no dejaba de darle vueltas a lo que había sucedido entre nosotros, al hecho de que me había enamorado de la enana presumida sin quererlo, mucho menos esperarlo.

¿Qué debía hacer ahora?

Si les soy sincero, la noche no fue tan productiva, solo conseguí un dolor de cabeza monumental y la promesa de no volver a ingerir vino en mucho tiempo.

A pesar de mi malestar, salí temprano de casa directo a mi antigua habitación en la residencia para no cruzarme con Emma. Sí, un acto cobarde, pero cuando nos volviéramos a encontrar necesitaba estar claro de lo que quería.

Bueno, luego de dormir un poco, seguí maquinando mis problemas y llegué a dos conclusiones…

La primera: quería a Emma nuevamente en mi cama.

La segunda: quería que me quisiera a mí en su cama, a Aaron, su peor pesadilla, no que aceptara por esa chorrada de que se siente vacía o lo que sea que haya significado eso.

Aquí me encontré con mi primer problema.

Emma está enamorada de Cameron o al menos siente algo bastante fuerte por él, si no, no habría sufrido tanto su traición. Es lógico que la próxima vez que estemos juntos, quiero, como mínimo, gustarle yo y que ese imbécil ya no esté en el medio.

Es por eso que decidí “fingir” que no recordaba nada e intentar enamorarla. Aquí debo admitir que estar cerca de ella sin tocarla o besarla, se ha convertido en una misión imposible.

Bueno, en ese punto me surgió otro inconveniente.

¿Cómo carajos la enamoro?

He estado con muchísimas chicas y, por consiguiente, las he cortejado un poco hasta cumplir mi objetivo, pero, ¿enamorarlas? Nunca.

Pensé en pedirle consejo a mi padre, pero lo descarté al recordar la maldita apuesta que tienen hecha, lo cual también descarta a Dylan que se ha puesto bien pesadito con eso de esconder mis sentimientos hasta el segundo semestre.

Mi familia está loca, totalmente loca como para atreverse a apostar de esa forma a nuestra costa y, según tengo entendido, a los hombres el dinero en juego les interesa un comino; el problema de ellos es el orgullo. No quieren admitir a las mujeres que, una vez más, tenían razón. Debo decir que en esto último los entiendo un poco, ellas siempre, siempre, ganan en todo, por insignificante que sea.

De igual forma, ahora eso no me interesa. La apuesta está hecha y yo no pienso tomar partido por ninguno de los dos bandos, solo voy a intentar enamorarla y si cuando lo consiga es antes o después del primer semestre, ya veremos.

Cierro la ducha y procedo a secarme, me pongo el piyama y caigo a la cama. Conecto los audífonos al celular y le doy play al reproductor de música. La voz de Dvicio con la canción “Te pienso a cada hora” comienza a sonar e instintivamente busco la otra. “Aire”.

Aún no puedo creer que se la haya cantado.

Es decir, conozco esa canción desde hace años por mi madre que amaba el grupo cuando era más joven, sin embargo, desde los sucesos de aquella noche, ha cobrado un significado especial para mí y cuando se la canté mirándola a los ojos, nervioso como nunca, sentí una declaración intrínseca en ella.

Suspiro profundo y dormirme esta vez es más sencillo de lo que pensé que sería, fundamentalmente porque estoy agotado producto al duro trabajo grabando el video para la competencia.

Hoy es domingo.

Son las nueve de la mañana y todos estamos impacientes, nerviosos, en espera del veredicto del público. Justo a las nueve y media, sabremos los resultados de las votaciones del video. Debemos calificar dentro de los cinco primeros lugares si queremos llegar a la segunda parte de la competencia que será en veintidós días.




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