5) Remember

Capítulo 1: El renacer

La bóveda celeste brillaba con una intensidad inusual aquella noche. En el Reino de los Cielos, donde el tiempo no transcurre como en la Tierra, Dios observaba los acontecimientos con una mezcla de tristeza y determinación. Había sentido el disturbio en el tejido del universo al momento del ritual. Rubby, su sobrina, había regresado a la vida, pero no sin consecuencias. El equilibrio del universo estaba en peligro, y Dios sabía lo que debía hacer.

En la Tierra, Castiel y Tammy velaban por Rubby en el refugio. Habían pasado varias noches inquietas desde su regreso, y la preocupación se había convertido en una constante en sus vidas. Rubby dormía profundamente, ajena a la tormenta que se desataba en los corazones de sus amigos.

Esa noche, mientras la luna llenaba el cielo con su luz plateada, una figura imponente apareció en la entrada del refugio. La luz que irradiaba su presencia era cegadora, y Castiel y Tammy se cubrieron los ojos instintivamente.

—¿Quién... quién eres? —preguntó Castiel, tratando de mantener la calma ante la majestuosa aparición.

La figura avanzó un paso, revelando un rostro sereno y poderoso. Sus ojos, profundos como el universo, miraron a los jóvenes con una mezcla de compasión y firmeza.

—Soy Dios, el tío de Rubby —dijo con una voz que resonaba como un trueno—. He venido porque el equilibrio del universo está en peligro.

Tammy y Castiel se miraron, incrédulos. ¿Dios? ¿El tío de Rubby? La información era abrumadora, pero no tenían tiempo para procesarla completamente.

—¿El tío de Rubby? —repitió Tammy, aún en shock—. ¿Qué quieres decir con que el equilibrio del universo está en peligro?

Dios suspiró, y la tristeza en sus ojos se hizo más evidente.

—Cuando trajeron de vuelta a Rubby, no solo la trajeron a ella. Trajeron también un vacío, una oscuridad que amenaza con desestabilizar todo. Este tipo de magia siempre tiene un costo, y ahora debemos pagar el precio.

—Pero Rubby es nuestra amiga —dijo Castiel, su voz quebrándose—. No podemos perderla de nuevo.

—No se trata solo de ustedes o de Rubby —respondió Dios—. Se trata de todo lo que existe. El balance del universo es delicado, y cualquier alteración puede tener consecuencias catastróficas.

Tammy se adelantó, sus ojos llenos de determinación.

—Debe haber otra manera. No podemos simplemente... matarla.

Dios miró a Tammy con una mezcla de admiración y tristeza.

—Entiendo su dolor. Pero hay cosas que están más allá de nuestra comprensión y control. He venido para darles la oportunidad de entender la gravedad de la situación. Lo que hicieron, aunque con buenas intenciones, ha puesto en peligro a todos.

Mientras Dios hablaba, Rubby comenzó a moverse en su cama, perturbada por las voces. Lentamente, abrió los ojos y se incorporó, mirando a su alrededor con confusión. Cuando vio a Dios, su expresión cambió de desconcierto a una mezcla de reconocimiento y miedo.

—Tío... ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó con voz débil.

Dios se acercó a su sobrina, y en sus ojos había un dolor profundo.

—Rubby, pequeña, lo siento tanto. Pero has traído algo terrible contigo al regresar. Algo que no debería estar en este mundo.

Rubby miró a sus amigos, desesperada por encontrar una respuesta o un consuelo.

—Yo no... yo no quería... —comenzó a decir, pero las palabras se desvanecieron en un sollozo.

Tammy corrió hacia Rubby, abrazándola con fuerza.

—No te preocupes, Rubby. Encontraremos una manera de arreglar esto. No vamos a dejar que te hagan daño.

Dios observó la escena con tristeza.

—Los amo a todos, pero deben entender. El vacío que Rubby ha traído es una amenaza para la existencia misma. Ya ha empezado a cazar, a consumir vidas inocentes. Si no detenemos esto ahora, el daño será irreparable.

Castiel se acercó a Dios, su voz llena de determinación.

—No creemos que matar a Rubby sea la solución. Déjanos intentar otra cosa. Tal vez podamos encontrar una manera de separar el vacío de ella.

Dios contempló las palabras de Castiel. Sabía que estos jóvenes estaban llenos de esperanza y coraje, pero también entendía que estaban jugando con fuerzas que no podían controlar.

—Les daré un poco de tiempo —dijo finalmente—. Pero deben darse prisa. El equilibrio del universo no espera. Si no logran encontrar una solución pronto, tendré que hacer lo que es necesario.

La figura de Dios comenzó a desvanecerse, y la luz en la habitación disminuyó gradualmente hasta desaparecer por completo. Castiel, Tammy y Rubby se quedaron en silencio, asimilando la gravedad de la situación.

—Tenemos que movernos rápido —dijo Castiel, rompiendo el silencio—. Necesitamos investigar más sobre este vacío y cómo podemos separarlo de Rubby.

—Conozco a alguien que podría ayudarnos —dijo Tammy, recordando a un antiguo mentor que había mencionado algo sobre entes oscuros y magia antigua—. Vive en las afueras de la ciudad. Es un ermitaño, pero sabe mucho sobre estas cosas.

Rubby, aún temblando por la reciente aparición de su tío, levantó la vista con una nueva determinación.

—Haré lo que sea necesario para arreglar esto. No quiero seguir lastimando a nadie.

Los tres amigos se prepararon rápidamente. Sabían que el tiempo era su mayor enemigo. Mientras empaquetaban provisiones y herramientas, sus mentes estaban enfocadas en una sola misión: salvar a Rubby y, al mismo tiempo, proteger el equilibrio del universo.

La ciudad estaba tranquila mientras salían del refugio, las calles desiertas bajo la luz pálida de la luna. Cada paso que daban estaba cargado de urgencia y esperanza. El ermitaño era su última esperanza, y estaban decididos a encontrar una solución.

El camino hacia la casa del ermitaño no era fácil. Atravesaron bosques densos y terrenos escarpados, cada uno de ellos impulsado por la desesperación y la necesidad de salvar a su amiga. Mientras avanzaban, las palabras de Dios resonaban en sus mentes, recordándoles la magnitud de su misión.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.