5) Remember

Capítulo 14: La cruel elección

El búnker de los Hombres de Letras vibraba con la furia desatada de Lucifer. Su rugido de traición reverberaba en las paredes, y la batalla entre él y Cass se libraba con una ferocidad que amenazaba con destrozar el plano mismo de la existencia. Rayos de luz angelical chocaban con ráfagas de energía infernal, cada impacto una onda expansiva que hacía temblar los cimientos del refugio subterráneo. Dean, Sam Winchester y Bobby se cubrían, impotentes ante la magnitud del conflicto, pero listos para cualquier oportunidad de actuar.

En medio del torbellino de poder, Luke sostenía a Rubby. Su cuerpo inerte era un peso agridulce en sus brazos. La había liberado del demonio, de la corrupción de su padre, pero su estado seguía siendo frágil. Sus ojos estaban cerrados, su piel pálida, y aunque la esencia de Azazel había sido expulsada, un vacío, una ausencia de vida vital, persistía en ella.

Tamara, que había presenciado la liberación de su hija, se abalanzó sobre Luke. Sus manos temblaron al tocar a Rubby, sus dedos acariciando su rostro, buscando una señal, un latido, cualquier cosa que confirmara que su hija estaba realmente de vuelta. El alivio inicial se mezcló con una nueva y desgarradora preocupación.

—Rubby… —susurró Tamara, su voz ahogada por las lágrimas.

No había el vigor de la vida en ella. El color no regresaba a sus mejillas. Estaba allí, física, pero aún en los umbrales de la nada.

Luke levantó la vista, sus ojos cansados pero firmes.

—La he liberado de Azazel. Pero está… exhausta. Su esencia está debilitada. El juicio divino… la vació de su fuerza vital.

La verdad, aunque dura, era un eco de lo que Dios les había dicho. La aniquilación no había sido un simple "matar". Había sido un desgarramiento del alma de Rubby del tapiz de la Creación. Lucifer solo había logrado reunir un fragmento, una cáscara, y había intentado llenarla con la podredumbre.

Mientras Cass y Lucifer continuaban su feroz danza de poder, la mirada de Tamara se posó en su hija. La desesperación la invadió de nuevo. Habían pasado por tanto, habían sacrificado tanto, y Rubby seguía en un estado entre la vida y la muerte. Se aferró a Cass, su mano buscando la de él, su esencia oscura buscando consuelo en la luz de su Arcángel.

—No podemos perderla de nuevo, Cass —susurró Tamara, su voz apenas un lamento.

Sus ojos, llenos de lágrimas, se encontraron con los de él. En la mirada de Cass, ella vio su propio dolor reflejado, y algo más: una terrible comprensión.

Cass se liberó brevemente de la lucha contra Lucifer, manteniendo al Arcángel Caído a raya con una barrera de luz. Sus ojos se fijaron en Tamara, y en Rubby en los brazos de Luke. El Ángel del Señor sintió una punzada en su esencia. Sabía lo que debían hacer. La verdad, aunque brutal, era ineludible.

—Tamara —dijo Cass, su voz era grave, teñida de una tristeza infinita que resonaba en el alma de ella—. No podemos. No podemos traerla de vuelta… si no…

Las palabras no necesitaban ser dichas por completo. La comprensión, fría y cortante como una cuchilla, atravesó a Tamara. Las palabras de Dios resonaron en su mente: "La única manera de haberla salvado… era olvidarla."

—No —susurró Tamara, negando con la cabeza, sus lágrimas cayendo sobre el rostro inerte de Rubby—. No podemos. ¡No podemos borrarla! Hemos pasado por esto. ¡Es nuestra hija!

—Y es la única manera de que viva —replicó Cass, su voz firme, aunque cada palabra era un tormento. Podía sentir el peso de la decisión, la agonía que infligía a Tamara, pero la lógica divina era implacable—. Ella fue borrada del ciclo. Su alma está deshilachada. Lucifer solo trajo una sombra. Si no liberamos nuestro apego, si no rompemos ese lazo de memoria… el Vacío que la marcó no la soltará. Seguirá estando incompleta. Atrapada entre mundos.

Luke, que había estado observando a sus tíos, asintió, su rostro sombrío.

—Mi padre lo sabía. Sabía que su "regreso" sería incompleto. La esperanza de traerla de vuelta era la mentira que usó para manipularme. Para que yo lo liberara.

El dolor de Tamara era insoportable. Era un tormento que superaba la aniquilación de su propia forma. Renunciar a la memoria de Rubby. Borrarla de su existencia, de su esencia. La primera vez, la habían rechazado, y eso había condenado a Rubby a la corrupción. Ahora, se les presentaba la misma elección, pero con un matiz diferente: el sacrificio de su recuerdo era la única esperanza de vida para ella. No para su propia paz, sino para la de Rubby.

—¿Cómo…? —la voz de Tamara era un susurro.

No sabía cómo hacer algo así. Cómo borrar voluntariamente a su propia hija.

—Dios lo explicó —dijo Cass, y su voz, aunque dolorosa, transmitía una extraña calma. Había procesado la verdad, la había aceptado con la resignación de un ser que comprendía el funcionamiento del cosmos—. No es un olvido literal para nosotros, Tamara. Es un acto de liberación. Desligar nuestro apego a su forma actual, a la idea de lo que fue. Dejar que su esencia se reincorpore al flujo de la Creación. Sin nuestra memoria de ella, el Vacío que se alimentó de su regreso no tendrá un ancla. Ella podrá… sanar. Completarse. Volver al ciclo.

Los Winchester, que habían estado escuchando la conversación, intercambiaron miradas de asombro. La complejidad de la divinidad y el sacrificio que se les pedía a Tamara y Cass era algo que escapaba a su comprensión mortal.

—¿Entonces… ella volvería? —preguntó Dean, con cautela.

Cass miró a Dean, luego a Rubby.

—No como la conocemos. No con los recuerdos de su vida pasada. Regresaría… como un alma nueva. Pura. Libre del Vacío.

El corazón de Tamara se encogió. Perder a su hija, todos los recuerdos, todas las experiencias compartidas. Era como si su hija muriera de nuevo, de una forma más profunda. Pero al mismo tiempo, era la única esperanza de que Rubby pudiera, de alguna manera, existir de nuevo, libre de la oscuridad que la había corrompido.




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