Capítulo 25: El precio de la paz

La presencia de Dios llenó el refugio de un modo imposible de no distinguir, disipando de golpe la efímera burbuja de romance que había envuelto a Tamara y Cass.

El aire se volvió denso, cargado con la inmensidad de la voluntad divina. No había una forma discernible, solo una luz inmensa y una sensación de omnipresencia que abarcaba cada rincón del vasto refugio.

Tamara y Cass se separaron, sus cuerpos tensos, sus ojos fijos en la fuente de la energía. La sorpresa inicial dio paso a una mezcla de aprensión y la familiar resignación. Sabían que una visita del Creador nunca era casual; siempre presagiaba un nuevo desafío, una nueva demanda en el intrincado tapiz de la Creación.

"Hijos", resonó la voz del Creador en sus mentes, una voz que no era sonido, sino una verdad ineludible. "El equilibrio ha sido restaurado. El ciclo de Rubby ha sido purificado. Ella ha vuelto al flujo de la Creación, libre y pura."

Tamara, la Oscuridad, sintió una punzada de algo que no podía nombrar, una resonancia de la tristeza que había discutido con Cass. No recordaba a Rubby, pero la ausencia de ese recuerdo era un vacío palpable. Cass, el Ángel del Señor, también sentía esa extraña ligereza, esa pizarra limpia en su memoria, que ahora se sentía más pronunciada con la presencia de su Padre.

—Sabemos el precio que hemos pagado, Padre —dijo Cass, su voz resonando con una mezcla de respeto y una sombra de dolor. Se refería al olvido autoimpuesto de su hija—. Hemos cumplido con el sacrificio.

"Y por eso les doy las gracias", respondió el Creador. "Su sacrificio ha sido fundamental para la estabilidad del universo. Pero aún quedaban cabos sueltos, hilos que debían ser cortados para asegurar la total purificación de esa historia."

Tamara frunció el ceño, su aura oscura agitándose ligeramente.

—No comprendemos. ¿Qué más se necesitaba? Todo lo que se nos pidió, lo hicimos.

"La memoria es poderosa, Tamara", la voz de Dios era grave. "Es el ancla del pasado. Y para que Rubby tuviera un verdadero nuevo comienzo, para que su esencia pura no fuera arrastrada de nuevo por las sombras de su primera existencia, era necesario que esa historia se disipara de todas las conciencias que la portaban."

Un escalofrío recorrió a Tamara y Cass.

La implicación era clara.

"Luke," continuó el Creador, y en la mención del nombre del hijo de Lucifer, Tamara sintió un atisbo de la frustración y la traición que no recordaba por completo. "Él recordaba. Recordaba la primera encarnación de Rubby, el engaño de su propio padre, vuestro sacrificio. Y esa memoria, aunque dolorosa para él, era un vínculo que debía romperse para la total liberación de Rubby y para su propia paz. Él lo aceptó. Su mente ha sido purificada de esa historia."

Una oleada de emociones complejas invadió a Tamara.

No podía recordar a Rubby, pero la idea de que Luke también hubiera olvidado, de que él, el último testigo, el que había estado a su lado en el momento final de su liberación, también hubiera sido "purificado", se sintió como una nueva y amarga injusticia.

—¿También se le ha borrado? —la voz de Tamara era un susurro, pero su esencia oscura comenzó a vibrar con una intensidad creciente—. ¿Después de todo lo que pasó? ¡Él era el único que…!

No pudo terminar la frase.

El vacío en su mente le impedía recordar qué era lo que Luke recordaba, pero la emoción de la pérdida y la traición era real.

"Era necesario, hermana", la voz de Dios se mantuvo implacable. "Para la libertad total de Rubby. Y para la suya propia."

Cass se adelantó, su luz titilando con una mezcla de sorpresa y una creciente inquietud.

—Padre, si esa era la razón, ¿por qué no nos lo dijiste antes? ¿Por qué no lo incluiste en el sacrificio inicial?

"El camino del equilibrio es complejo y a veces, impredecible", respondió el Creador. "Cada decisión lleva a nuevas ramificaciones. La purificación de Luke se hizo necesaria cuando su apego a esa historia, a la memoria de Rubby, se convirtió en un factor que podía interferir con el nuevo comienzo de ella y con su propio camino."

Entonces, la voz del Creador se endureció, y un nuevo matiz de frialdad se hizo presente.

"Pero hubo otra mente que retenía esa historia. Una mente que se negaba a liberarla. Una mente que, incluso en su derrota, se aferraba a ella como un arma."

Tamara y Cass se miraron. Sabían de quién hablaba.

"Lucifer", la voz de Dios resonó con una resonancia que no era de ira, sino de una finalidad absoluta. "Él se negó a olvidar. Se jactó de que su conexión con su hijo, Luke, le permitiría aferrarse a esa historia. Creía que esa memoria era intocable. Que lo ataría a la Creación de una manera que yo no podría deshacer."

Un escalofrío recorrió la esencia de Tamara y Cass. La arrogancia de Lucifer era legendaria.

"Y en su obstinación, en su desafío," la voz de Dios era una sentencia, "Lucifer no solo se aferró a la memoria de Rubby, sino a la de su propio hijo, Luke. Argumentó que su vínculo con Luke era inviolable. Y en esa jactancia, en su negativa a liberar esa memoria, selló su propio destino."

Tamara y Cass sintieron la oleada de poder que emanaba del Creador. Comprendieron lo que había sucedido.

"He borrado la memoria de Luke de la mente de Lucifer", declaró Dios, y en sus palabras no había una emoción humana de venganza, sino la fría lógica de un ser que impone el orden. "Para cada sacrificio que se hizo, para cada vida que fue afectada, la memoria de Rubby y de todo lo que la rodeó ha sido purificada. Y si Lucifer creía que su apego a su hijo era una excepción, entonces esa excepción fue eliminada. Fue una lección. Una lección de que ninguna mente, ninguna memoria, está más allá de mi alcance cuando el equilibrio de la Creación está en juego."

La revelación golpeó a Tamara y Cass con la fuerza de un rayo. No solo habían borrado la memoria de su hija, y Luke la suya, sino que Dios había ido más allá, borrando la memoria del propio hijo de Lucifer de la mente del Arcángel Caído. Era una purificación absoluta, un acto de autoridad divina que no admitía precedentes.