Pasaban las seis de la tarde y yo me encontraba completamente
extasiada por el recorrido que había realizado con mamá. Tras haber
visitado la maravillosa Fontana delle 99 Canelle, caminamos hasta un sitio
igual de epatante, el cual se encontraba justo frente a la hermosa fuente.
La Chiesa di San Vito alla Rivera se encuentra ubicada también en el
área de Rivera, dentro del barrio de San Giovanni. Mi mamá, que ya había
investigado al respecto para el paseo, me explicó -pausadamente, de tal
forma que yo pudiera leer sus labios- que esta iglesia se diferenciaba de
la mayoría de los edificios religiosos en L'Aquila debido a que no aparece
en la cabecera de una plaza con una fuente, sino al final de Via Borgo
Rivera, que conecta el centro histórico con las paredes , colocadas
paralelas a la nave de la iglesia ; el gran espacio delimitado por la Fontana
delle 99 Canelle y su escalera lo hacen desde el cementerio.
Su estructura se basaba en el estilo románico, que había iniciado su
construcción en el siglo XIII y, tras muchas modificaciones urbanas
arquitectónicas, sería finalmente finalizada en el siglo XVIII.
En este momento yo terminaba de retocar las ilustraciones que había
comenzado durante el paseo mientras cenábamos. Como agradecimiento
por la increíble experiencia, al volver a casa decidí preparar la cena yo, y
me aseguré de que se tratara de un platillo especial.
Me había tomado el tiempo de rebuscar entre algunos libros de
gastronomía que mi mamá había adquirido de una colección de una
revista. Afortunadamente conseguí varias recetas italianas, me decidí por
la que consideré más sencilla para preparar.
-Vitello Tonnato, signora. -Dije con mi súper increíblemente realista
acento italiano mientras colocaba el platillo frente a mi mamá, quien
esperaba sentada a la mesa.
Mi voz a través del auxiliar auditivo parecía distante.
-Esto huele delicioso, Natalie, ¿cómo lo preparaste?
Sonreía satisfecha ante su expresión de fascinación. Ella siempre
encontraba una manera de intrigarme por distintos medios, me
encantaba poder hacer lo mismo de tanto en tanto.
Me tomé mi tiempo para jactarme un poco con la explicación respecto a
la preparación de la comida. El plato consistía en usar carne de vacuno y
servirla con una salsa a base de atún, crema de leche y huevo, la cual
podía brindar un sabor incluso más intenso con anchoas y alcaparras.
Finalmente finalizamos la cena y mamá tomó los platos para llevarlos al
lavadero de la cocina. Insistí en que me permitiera encargarme de su
aseo pero ella se negó.
Me quedé observando el resultado final de mis dibujos. Siempre me
satisfacía plasmar sobre el papel aquél tipo de elementos; a diferencia de
tomar fotografías, sentía que realizar una imagen con mis propias manos
me conectaba un poco más con los recuerdos de esos lugares, como si
tomara un pequeño pedazo de ellos y los llevara siempre conmigo.
Estuve a punto de dirigirme hacia mi habitación cuando me pareció
escuchar muy a lo lejos a mi mamá. En muy contadas ocasiones, debido a
que mientras usaba el auxiliar auditivo mientras conversábamos durante
la cena, podía llegar a pasar un poco por alto mi condición y comenzaba a
hablarme desde lejos, lo que suponía un enorme esfuerzo para poder
entenderle.
-¿Qué dijiste, mami? -Pregunté, acercándome hacia el área de la cocina.
Ella se volvió hacia mí, su expresión era de disculpa, la misma que
aparecía en su rostro las pocas veces en las que se olvidaba ligeramente
de mi condición.
-¿Sabes quién me escribió un correo electrónico? -Me preguntó con un
tono entusiasta y cómplice mientras acomodaba los platos.
Me encogí de hombros, no se me ocurría nadie.
-Cariño, ¿olvidas quién cumple años en cinco días?
Sopesé un poco el cuestionamiento, si había algo para lo que era
pésima, eran las fechas. Saqué mi teléfono un momento y observé los
números que formaban el pequeño calendario. Moví la mirada hasta
cinco días más tarde.
10/04/2009.
-Diez de abril -dije algo confusa un segundo antes de caer en cuenta-.
No puede ser -solté un suspiro-, es mi cumpleaños.
No encontré palabras para describir la expresión de mi madre al
observarme, tenía de todo un poco, diversión, ternura, amor… me veía
como si fuese a cumplir nuevamente diez años.
-Así es, pequeña -se secó las manos con el dorso de sus pantalones y se
acercó a mí para pellizcarme con suavidad las mejillas-. Tu hermano dijo
que vendría para ese día, y que te traerá una sorpresa.