6 de Abril

Un día después

  Su llanto era algo a lo que nunca podría acostúmbrame, supongo que lo
mismo pasaba con todos los padres primerizos.

  -Dios santo, ¿qué quieres? -Me quejé en voz baja mientras intentaba
apaciguarlo.

  No tenía idea de qué hacer, ya le había puesto caricaturas en la
televisión, le había acercado su juguete favorito y dado de comer. ¿Por
qué seguía llorando?

  -Vamos, Kyle, tranquilízate un poco. Tú mamá está por salir de la ducha
quizá ella sepa que quieres.

  Lo cargué un momento sobre mi hombro y comencé a mecerlo con
suavidad. Lo acosté sobre la cama matrimonial de la habitación y
comencé a hacerle cosquillas al tiempo que mi esposa salía del cuarto de
baño con un paño cubriendo su desnudo cuerpo y uno rodeándole la
castaña cabellera.

  Afortunadamente, luego de algunas carcajadas cortas entre cosquillas,
finalmente se tranquilizó. Claro, justo cuando Diana se apersonaba.

  -¿Por qué lloraba tanto? -Preguntó ella a medida que se metía en su
ropa interior negra.

  Me encogí de hombros y solté un suspiro.

  -Parece ser que te extrañaba -dije y ella comenzó a reír-. Voy a beber
agua.

  Ella se acercó a mí y me dio un beso con ternura, rodeando mi torso con
su cuerpo.

  -Cambiaré de canal -mencionó a centímetros de mi boca, mirándome a
los ojos con una expresión de fastidio bastante divertida-.Ya no soporto
la canción de esa condenada caricatura.

  Asentí, dejándole en claro que coincidía con ella.

  Me dirigí hasta la cocina y me serví agua en un vaso con hielo, pensando
en alguna manera creativa de envolver el regalo que le llevaría a mi
hermana menor para su cumpleaños. Sabía que le gustaban las cosas
extrañas e interesantes, le compré un libro, una biografía de uno de los
hombres más polifacéticos y talentosos que haya existido en la historia.
Leonardo Da Vinci.

  Ahora sólo me faltaba una manera ingeniosa y sorpresiva para
entregárselo.

  -¡Patrick! -escuché que Diana gritó desde nuestra habitación-, ven
rápido, tienes que ver esto.

  Por un momento me asusté, se me ocurrió que Kyle podría haber hecho
una de sus enormes travesuras sobre nuestras sábanas.

  -¿Qué sucede? -Pregunté apareciendo por la puerta.

  Lo que había sucedido era infinitamente peor.

  -El noticiero… -Fue todo lo que ella pudo articular por encima de su voz
temblorosa mientras apuntaba con su dedo hacia la pantalla del
televisor.

  Un titular en letras blancas sobre una franja color azul como fondo
rezaba: Terremoto de 6.7 grados golpea la región de Abruzos, Italia.

  Mis ojos se abrieron por la sorpresa. Arranqué el control remoto de las
manos de mi esposa y subí el volumen al canal. Sentí la calidez de una
lágrima descendiendo por mi mejilla derecha.

  -…de ayer seis de abril un terremoto de gran magnitud se manifestó en
la ciudad de L´Aquila, en la región de Abruzos, Italia
-narraba un
muchacho ataviado con un traje negro en un estudio del canal-. Las
autoridades recomiendan tomar precauciones a las zonas cercanas,
debido a que, se cree, el sismo tendrá réplicas. Las cifras hasta ahora
indican doscientas personas fallecidas y más de quinientos heridos, la
búsqueda…

  Sin darme cuenta, dejé caer el control sobre el suelo. Diana decía algo y
Kyle lloraba a mis espaldas, pero mis oídos habían dejado de funcionar
con claridad y la visión se me había tornado borrosa.

  -No puede ser. -Solté finalmente, cediendo ante el llanto.



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En el texto hay: arte, realidad

Editado: 25.03.2019

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