Arami.
Una semana después…
Puedo decir que estas vacaciones resultan ser las mejores de toda mi vida, exactamente hace una semana que nos encontramos aquí, la playa es hermosa y tranquila. La compañía era perfecta, amaba a mis amigas y tenerlas conmigo era grandioso, también contábamos con la compañía de Alejo y sus amigos que aportan más aventuras a nuestras vacaciones. Los chicos realmente están algo dementes, a pesar de que todos nos llevaban unos cuantos años se comportaban como niños.
Aunque un pensamiento rondaba mi mente y no me dejaba disfrutar tranquila y como si fuera poco cada día se volvía más y más insoportable para mí.
Alejo se había ganado una parte de mí, en estos días pude descubrir que es realmente un chico fantástico y muy talentoso, a decir verdad, el chico cantaba y te dejaba la piel erizada sus letras eran increíbles y muy profundas supe darme cuenta de cuales fueron escritas inspiradas en los momentos que pasamos juntos y cuales las que iban dedicadas a mí.
Todo eso alimentó aún más mi tormento, pero luego en una de nuestras charlas donde nos hacíamos preguntas con la intensión de conocernos un poco más, Alejo me confesó algunos de sus sueños. A pesar de amar escribir y cantar su música quería poder abrir una disquera donde poder buscar a nuevos talentos y darles la oportunidad de que el mundo pudiera escuchar lo que tenían para decir. Aunque luego con cierto pesar me contó acerca del negocio familiar que algún día heredaría por lo que planeaba disfrutar de su vida como cantante mientras aun podía, ya que su obligación estaba con su familia primero y luego con las cosas que él deseaba.
Escucharlo mencionar todo eso provocó que literalmente todos mis pensamientos se volvieran locos, ¿Cómo estaría con alguien que también tenía un futuro planeado? No lo obligaría a dejarlo todo y tampoco pensaba en que lo hiciera. El chico no dejaría todos sus sueños, su carrera y su empresa para seguir a una chica de 18 años que no sabe nada de la vida y menos en cómo era la vida de un adulto. Era absurdo tan solo pensarlo, a pesar de que se pasaba todo el día admirándola como si fuera la única mujer del mundo.
En un principio había intentado alejarlo y Dios sabe que lo intenté, pero no pude, mis esfuerzos se contradecían lo quería junto a mí, lo quería conocer, quería sentir lo que era amar alguien por primera vez y digo amar porque me di cuenta que esto iba más allá de un simple capricho. Además, él se mostraba reticente a la idea de alejarse que hizo que mis esfuerzos se convirtieran en la nada misma.
Todo era tan complicado que lo odiaba y sabía que era tarde que luego cuando acabaran las vacaciones más de un corazón roto habría y lo detestaba, era lo que quería evitar a toda costa, pero claramente fracasé enormemente. Conociendo todo y con todos esos pensamientos martirizándome concluí que disfrutaría del tiempo que disponía. Y eso hacía.
En los días disfrutaba a pleno, habíamos organizado una excursión, buceo hasta tomar sol y un picnic. Habíamos vivido la semana más intensa llena de actividades donde conocíamos varios lugares tanto de día como de noche, así como disfrutábamos del sol también de la luz de luna. Habíamos ido a comer en varios restaurantes, conocimos bares donde probamos tragos increíbles, bailamos, cantamos karaoke.
Aunque debo admitir que cuando llegaba el momento en el que se suponía que debía de dormir y descansar simplemente no podía. En las noches en mi cama con los ojos cerrados y en soledad era cuando más dolía, todo. Dolía solo imaginar ese momento no hablado, dolía imaginar el decirnos adiós, dolía imaginar la duda en mis ojos como en los suyos cuando surja el debate de elegir, no estaba dispuesta a elegir ni tampoco hacer realidad esas imaginaciones, ya eran lo suficientemente vívidas.
Tanto era la angustia que sentía que no podía dormir en paz y lo único que lograba calmar mi mente por unos minutos o con suerte horas, era derramar todo aquello que inundaba mi ser en mis dibujos, plasmar mis emociones y preocupaciones en el papel había sido por años mi manera de escape. La terapia que ningún otro psicólogo pudiera darme.
Y esa madrugada no era la excepción, ya que me encontraba sola en la parte trasera de la cabaña junto con mis lápices y cuadernos, además de por supuesto, mi taza de café observando maravillada la majestuosidad del mar y el cielo aprovechando las luces tan particulares de las estrellas y la luna que reflejaban en el mar.
– Amiga, ¿Qué sucede? – escuché la voz de Any detrás de mí. Escucho como corre el sillón para sentarse a mi lado, cuando la miro veo que no se encontraba sola la acompañaba Cony.
Ambas me observaban detenidamente con semblantes de preocupación, aunque no pronunciaban palabra alguna sabía que querían saber que me ocurría, querían una explicación y debía de darles una no eran tontas sé que se percataron de mi comportamiento en estos días.
– Yo… no sé cómo empezar.
– Porque no empiezas diciéndonos que sientes por él – me dice Cony con una sonrisa amable en su rostro – Sabemos que en estos días el chico logró cosas que antes ninguno ni por asomo pudo hacer.
– Estoy confundida y algo temerosa, supo llegar a mí y derrumbar mis muros.
– ¿Pero cuáles son esos miedos? ¿Acaso no es eso bueno?
– ¡Ay chicas! Es más que bueno, pero qué haré con los planes que tengo, no puedo seguirlo ni él a mí. – suspiro – Jamás sentí cosas tan fuertes como esto, jamás sentí nada como ahora y no querría que todo esto termine siendo un amorío de verano y quede en el olvido.
– ¿Ya… hablaron de lo que ocurriría luego de las vacaciones? – niego con la cabeza débilmente.
– Any… - digo mientras me acomodo en el sillón – No hemos hablado nada del asunto, siempre creí que lo arruinaría todo si tocaba el tema.
Ambas me miraban con lástima en los ojos, estaban conscientes del dilema que tenía en mi interior esto no era para nada fácil. Finalmente había encontrado alguien que me comprendía, alguien a quien había permitido conocerme y alguien que no se espantó en todo este tiempo de la personalidad tan característica que tengo.
– Amiga tienes que alejarte antes de que te sigas lastimando más a ti misma y a él, porque por lo que hemos visto Alejo se muere por ti.
– Lo sé, créeme que lo sé Constanza. Pero también sé que si le hablo acerca de todo uno de los dos renunciará a su vida y no quiero eso ni para él ni para mí.
– Entonces vete antes de que se lastimen más – me dice seria Any.
Sabía que tenía razón debía de alejarme porque alguno de los dos saldremos muy lastimados, pero si me voy ahora ¿No le dolerá de igual forma? Quizás me olvide, aunque sé que yo nunca lo haré, él vivirá en el fondo de mi corazón porque sé que amar como lo amo no lo volveré hacerlo jamás. Pero si debo dejarlo para que no tenga que elegir entre nosotros o abandonar algo que quizá más adelante se arrepienta. No quiero ser la causante de su desdicha.
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Editado: 18.02.2022