Alejo.
Despertar y sentir el olor a café recién hecho, huevos y pan tostado era una de las mejores cosas de la mañana y son de las maravillas que no disfrutaba hacia tantos años desde que me mudé de la casa de mi madre.
Pero esta mañana el hermoso aroma de todo eso me invadió por completo e hizo que flotara de la cama hasta el lugar de donde provenía todas esas maravillas.
Entonces me percaté que no me encontraba en casa de mi madre y ni mucho menos en mi casa o en el hotel. Fue cuando todos los recuerdos de la noche anterior me llegaron a borbotones. Arami, la fiesta, el reencuentro y el haberme invitado a su casa para pasar todo un día juntos.
Nuevamente la emoción de descubrir que todos los sentimientos estaban intactos me alegraba el corazón. La amaba como la primera vez y estaba seguro que ella igual a mí. Tuve toda la noche de ayer para darme cuenta que las cosas estaban donde las dejamos. Increíblemente había sobrevivido a una velada aburrida con la mujer más divertida que nunca antes había conocido, estando nuevamente a mi lado haciendo que todo me pareciera asombroso.
Luego el permitirme conocer una parte de ella como es su hogar, charlando por otra hora más sobre historias de nuestras vidas en estos 10 años mientras bebíamos café. Me sorprendió tanto que recordara que odiaba la canela mientras su café estaba lleno de ella.
Me levanté y me sorprendí al ver toda la ropa que me había sacado ayer que se supone debería estar tirada por el suelo de la habitación, se encontraba bien doblada en un sillón al costado de la cama. Entonces sonreí porque supe que la obsesiva del orden y la limpieza anduvo rondando por aquí. Fue cuando me di cuenta de la bata que estaba sobre la cama, una bata muy afeminada con estampa de elefantes rosas. Sonreí ya que, no me quedaba de otra me lo puse de todas formas.
– ¡Buen día! Veo que despertaste.
– Como no despertar con todos esos olores fantásticos.
– Sabía que funcionaría – me dice sonriendo. Viéndola así tan relajada y con el delantal de flores puesto me recuerda bastante a la chica que conocí años atrás. – Por cierto, me alegro que la bata te haya quedado bien.
Me mira de pies a cabeza y suelta una carcajada mientras vuelve a la cocina en busca de más cosas ya que estaba arreglando la mesa para el desayuno.
Nos sentamos en la mesa, estaba emocionado con la cantidad de cosas que Ara había preparado para los dos. Mientras servía café y veía como preparaba las tostadas como a ella le gustan, estaba tan contento de habernos reencontrado y que este pasando esto.
– Debo decirte que esto esta delicioso. Creo que lo necesitaba, hacía tanto que no me tomaba el tiempo para desayunar como una persona.
– Wow! Niño pijo debes descansar, menos mal que tenemos todo este día para no trabajar y divertirnos. Confieso que yo también necesito de un respiro.
– Y dime, tienes algo planeado para hoy.
– Creo que tengo algunas ideas. – me dice mientras sonríe pícaramente.
Verla tan alegre compartiendo el desayuno conmigo como antes, con ese aire tan jovial con sus risas que tanto extrañaba. Veo sus ojos verdes contemplándome y me siento volar de la felicidad.
– Te extrañaba tanto – digo sin darme cuenta que lo decía en voz alta y tal parece que la sorprendí porque quedó a medio masticar fijando esas aureolas esmeraldas en mis ojos negros.
– Yo también, aunque no lo creas.
– Ya basta, deja de suponer que tengo resentimientos. Te he dicho que no los tengo y que entendiendo porque hiciste lo que hiciste en ese momento.
– Está bien. – contesta avergonzada observando su taza de café frente a ella.
– Ahora cuéntame esas ideas.
La veo sonreír nuevamente y su rostro iluminado de la felicidad me recuerda lo versátil que puede ser, lo fugaces que podían ser sus enojos y tristezas.
– Primero lo primero, debes ducharte y vestir algo cómodo. Luego compraremos un barrilete, el resto iremos viendo en el momento.
– Un que…
– Shss. No cuestiones. Ve a ducharte.
Asiento obediente y como un buen hombre hago lo que me ordenan. Arami siendo la buena anfitriona que es me acompaña hasta la habitación de invitados y del closet me alcanza una toalla y unas pantuflas.
– Bueno pondré las cosas en el lavavajillas e iré a ducharme también pero no tardes tanto ¿Quieres?
– Por supuesto.
Presiento que este día será inolvidable para mí. Para los dos.
Estaba terminando de colocarme las zapatillas cuando Ara toca la puerta de la habitación y luego pasa. Me alegró ver que vestía casi lo mismo que yo, me dio la impresión que decidí bien.
– ¿Ya estás? Por favor Alejo tardas más que yo en prepararte y que conste que soy mujer.
– Ya cállate que estoy listo. – digo poniéndome de pie y en ese momento aprovecho en verla detenidamente y me quedo anonadado, en verdad esta increíblemente hermosa.
La veía tan vivaz pero tan diferente a la mujer que vi anoche, quien estaba enfundada en un vestido de fiesta que le brindaba un aire poderoso. Ahora, sin embargo, la veía a ella a la Arami divertida, emocional que disfrutaba de esos momentos únicos y que disfrutaba retratarlos en su cuaderno de dibujos. Solo me preguntaba si aún lo hacía.
– No puede ser – dice liberándome de mis pensamientos y la veo como frunce el ceño para luego volver a sonreír ampliamente – No lo puedo creer.
– ¿Qué sucede? – pregunto.
Me vuelvo hacia el baño nuevamente en busca del perfume y meto en mi bolsillo la billetera. Cuelgo los lentes de sol en mi camiseta. Cuando me vuelvo a verla la veo olisqueando con una cara de fascinación.
– ¿Qué haces? – digo
– Es que me encanta ese perfume, es muy tú. – comenta mientras se recuesta en el marco de la puerta y sigue olisqueando y me observa como si fuera la primera vez.
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– A ver – digo mientras me acerco más a ella hasta encontrarme solo a centímetros – ¿Qué era eso que no lo podías creer?
– Si... – veo como vuelve a la realidad y se libera de la burbuja donde se encontraba absorta – Resulta que vamos combinados.
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Editado: 18.02.2022