7 días y 6 noches

Capítulo 1. Primera noche

Aquí estoy, frente a la mansión. Yo que me veía pasando una semana en esas casas divinas de Hollywood, pues no, nada que ver con eso.

Os acordáis de la película de Jonnhy Deep “Eduardo Manostijeras”? esa casa en la colina del pueblo…que nadie se atrevía a ir? Pues esa, se le asemeja mucho, pero sin el actor, desde luego.

Los abogados de mi querido bisabuelo, contrataron a una gente, que descargan mi bolsa de ropa, la comida y demás cosas, las dejan en la entrada de la casa, como si ésta les fuera a comer vivos.

Los trajeados, revisan bolsa por bolsa, cerciorarse de que no llevo nada electrónico, que me deje tener contacto. Cuando ven la cantidad de libros que me he llevado, me miran incrédulos.

-Señorita Serna, libros de Stephen King, para vivir en esta casa? Lo ha pensado bien? -me preguntan riéndose.

-Créanme cuando les digo, que trajo pocos, esta chica es una traga libros -dice Alberto, que me vino a acompañar. Cuando les conté lo de la mansión, quedaron sorprendidos, pero encantados de que ponga algo de misterio a mi vida -mi chica, va a estar segura en esta casa? -dice mirando los escalones a medio romper.

-Completamente segura, le doy mi palabra -dice el hombre sin levantar la vista de su caro y lujoso reloj -es la hora caballeros, debemos dejar a la Señorita que se acomode en su hogar.

Con las mismas, señala la salida a todos, pero mi jefe no le hace caso y viene hacia a mí, me abraza.

-Cualquier cosa que veas, fuera de lo normal, echas a correr y olvida esa horrenda mansión, entendido? -asiento con la cabeza, devolviéndole el beso y abrazo -sabes que eres una hija para nosotros, nos hacía gracia al principio, pero ahora…cuídate mucho, Debbi.

Cierro la puerta, un suspiro sale sin mi permiso, en estos momentos, no entiendo como pude prestarme a esta locura.

Paso el día colocando mis pertenencias en la cocina, mis libros en lo que se supone que es salón. Esta casa lleva años, sin ver una escoba, ni un trapo.

Al llegar la noche, abro uno de los tupper que me dio Alberto, de parte de su mujer, según mi viejita “una mujer, en edad casadera, no se alimenta de chucherías varias y refrescos”. Que no, dice…

Albóndigas con patatas, las cuales, tuve que calentar con un fogón que encontré en lo alguna vez fue una despensa.

Mientras termino de fregar, las luces empiezan a parpadear, miro al techo y me río.

-De verdad…esto pasa en los libros de miedo, estoy acostumbrada -hablo como si alguien me fuera a oír.

En el salón, me fijo en una caja, juraría que no estaba cuando quedé sola, pero no le di importancia, aunque ahora…tengo curiosidad. Levanto la tapa y me encuentro, con una caja llena de velas, un papel doblado, lo abro y empiezo a leer.

-Cuida de esta caja, te va a hacer falta. Cuéntalas y recuerda que estarás seis noches…o no? -leo en voz alta, ni firma ni nombre -creo que me voy a divertir.

Voy al sofá, ahora ya libre de polvo, bichos raros y suciedad. Miro los libros que puse en varios montoncitos.

Al coger el primero, las luces vuelven a parpadear, pero en el último intento de quedarse encendidas…se apagan.

-Genial, espero que la persona tan simpática que me dejó las velas, por lo menos me dejara cerillas -a ciegas, palpo por la caja, nada no hay -en la cocina tengo, pero con tan poca claridad, espero llegar viva al salón.

Eureka!! Cerillas encontradas, pero mi cabeza no dio para pensar en traerme una vela para llevarla encendida. Al pasar por la zona de las escaleras, un ruido me distrae de mi camino.

Algo cae por las escaleras, parece una canica. Escucho atenta, primero rueda, luego cae del escalón, así varias veces. Voy hasta el salón, enciendo una vela y vuelvo hasta el final de las escaleras.

-Bien tarda en caer esa canica, ni que tuviera diez pisos la casa. Hay alguien ahí? -pregunto mirando hacia arriba por el hueco de las escaleras, silencio -claro Débora, quien te va a contestar, estás, sola…

Cuando entro en el salón, el ruido ya no está en la escalera, si no en el piso de arriba, justamente encima de mí.

Oigo como rueda, como hace círculos, como si estuviera cayendo en un agujero. Miro hacia el techo, siguiendo con la vista, donde se oye ese ruido.

-Yo no me quedo con la intriga -vela en mano, voy subiendo las escaleras, medio rotas, con cuidado subo, piso dos veces para saber que es seguro -solo faltaría que se rompieran y no pudiera bajar.

Llego al primer piso, extiendo el brazo que aguanta la vela, para intentar ver mejor, los pasillos son largos, oscuros, ni una jodida ventana. Cada vez, odio más a mi bisabuelo.

Escucho el ruido de la canica, mis pies sin mi permiso caminan hacia la primera puerta, el ruido es más claro, mi mano en el pomo lo gira despacio, abriendo la puerta más despacio todavía. Oscuridad, humedad, suciedad, todo eso se me mete por las fosas nasales.

En el centro de la habitación el ruido es más escandaloso, bajo mi brazo con la vela, para ver el suelo, pero no veo ninguna canica, si no un juego de la Ouija.

-Estoy segura, que aquí entran todos los adolescentes del pueblo, para hacerse los valientes -digo en alto, cuando veo algo, que no doy crédito -que carajo es eso…




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