7 relatos de insomnio

La casa del árbol

La casa del árbol, ese lugar que por el día te llevaba a un mundo de sueños, y por la noche nacían tus peores pesadillas. Esa casa de tablones de madera color abedul, con un tronco fornido, con tablones pequeños  pero resistentes, y en la parte superior, en la cabeza arboleada, se encontraba lo que alguna vez fue una “majestuosa” casa del árbol.

La casa estaba destruida, con las ramas precedentes de las ventanas rotas, como si el árbol recuperara lo que alguna vez le perteneció. Habitaba en un pequeño pueblo en Pensilvania llamado mill grove.

Por afuera aún se podía encontrar los costados de esa casa quemada, pero que por alguna razón, no se izó cenizas.

Tomas era un chico de 10, con una estatura de 1.39 cm, tenía un cabello color cobre, y un recortado perfecto a los lados, con unos brillantes ojos color terracota, en su sonrisa se notaba ese signo  maquiavélico, pero con un tono adorable, que ciertamente me daba escalofríos, y estaba yo un chico de 10, con altura de 1.34 cm era el más alejado de la clase, me escondía en una esquina del salón, me familiaricé con el muchacho, a los pocos días me convenció de hacer una casa del árbol, y conseguimos todos los materiales.

Luego de 6 meses, terminamos el 27 de octubre, y durante los 4 días restantes, me invito a pasar a nuestramajestuosidad”, ciertamente se notaba más decaído que de costumbre, tenía tantas ojeras, que me aterraba en el alma, aunque fue capaz de sonreírme, con esa misma sonrisa maquiavélica que me despertó un comezón.

El 31 de octubre, fui a ese lugar, me abrió la puerta con una mirada seca, la madera crujía de una forma extraña.

Tenía miedo.

Me arrecoste  en uno de los sacos que había, la mirada de Tomas me inquietaba, mucho mas hasta sentir que me sofocaba.

Tomas decía cosas extrañas, hasta que me percaté de que la casa se estaba incendiando, me fui desmayando, hasta no ver nada, más que una humeante niebla.

Desperté al frente de la casa del árbol, estaba incinerada, su color estaba deteriorado, ya no era igual, estaba seca, la casa no había hecho cenizas, mi mirada estaba perpleja, decidí subir.

La puerta no funcionaba, y con un leve empujoncito se abrió, no se sentía nada, el lugar por dentro era un negro tostado, todo estaba intacto, menos su color, baje los desgastados pedacitos de madera, pise en falso, cai a un abismo y me desmalle, cuando logre abrir los ojos tenía en frente a Tomas.

 

 




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