7 Sellos

4 | El instituto

 

Un nuevo día entraba por las cortinas para despertar a quienes dormían en la cama. La luz en los ojos hizo reaccionar a Mia entreabriendo los parpados. Ajeno a lo que le rodeaba, David permanecía en el dulce mundo onírico sobre el abdomen de la chica. El móvil marcaba las siete. El fin de semana había acabado, la alarma no había sonado aún, pero hoy, era el primer día de David en el instituto.

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La puerta se cerró, Samanta quedaba sola otra mañana, y sus hijos quedaban fuera, camino al instituto.

 

–¡Qué! ¿Con ganas? –exclamó Zoe burlona.

–No. –respondió David adormilado.

–Dejalo mujer, nadie quiere ir. –comentó Slick.

–Pues yo sí quiero. –dijo Mia.

–Tú a callar, empollona. –replicaron Zoe y Slick.

–Que os den por el culo...

–Venga, pero tampoco te enfades. –dijo Slcik entre risas.

–¿Y vosotras a qué curso vais? –cuestionó David.

–Segundo de bachiller. –respondió Mia.

–Primero del mismo. –co-respondieron Slick y Zoe.

–Anda, dejarlo para luego, que ya llegamos. –dijo Mia

 

El instituto se alzaba al otro lado de la carretera, muros blancos, la valla del patio en azul oscuro, y un pabellón grande y amplio como gimnasio ajeno al edificio principal. El bullicio se concentraba en el interior. El timbre anunciaba la entrada, y los chicos comenzaron entrar y subir las escaleras camino a sus clases. Si mal no le habían dicho, la suya estaba en el primer piso, pasillo diestro, al fondo. Aula 112.

 

–¿Se puede? –dijo David tras abrir la puerta.

–Adelante pasa, tú eres David ¿No? –dijo la maestra.

–Sí, soy yo.

–No te quedes ahí parado, entra y siéntate ahí. –dijo la profesora señalando una mesa libre en frente de la mesa de la misma, y al lado de una lobo.

 

Las horas caían lentas en explicaciones, apuntes y miradas mudas. La chica que estaba su lado, sus ojos rosas, la sombra de sus parpado, orejas del mismo color y su pelaje blanco como la nieve. Ninguno de los dos hablaba, pero ambos se veían.

Fin de la tercera hora, el estómago ya rugía, y un gran bocadillo esperaba en la mochila. David salió por la puerta, y en el pasillo una mano en el hombro lo detuvo.

 

–Hola, soy Sofía, pero puedes llamame Sofí, ¿Y tú? –cuestionó la lobo blanca.

–Ho-Hola, yo soy David.

 

Sofí y David salieron al patio apenas cruzando palabra, Mas las amigas de la lobo vinieron en su búsqueda. Tras irse por el patio, las hermanas del erizo lo encontraron andando solo con el bocadillo en la mano.

 

–¡Hey David! –exclamó Slick

–Hey Slick, ¿Qué pasa?

–¿Qué haces aquí tan solito? –exclamo Zoe

–Em... pues no sé. ¿Y vosotras? ¿Qué tal el día? –cuestionó David

–Un asco... Odio las matemáticas. –exclamó Zoe quejándose.

–Y luego física y química, y sociales. –anunció Slick.

–¿Y tú, Mia?

–Bien, primero Historia, luego Biología, y por último mates. ¿Y tú?

–No ha estado mal... Supongo.

–¿Y con los compañeros? –dijo Zoe

–Pues... Algo me dice que no les hago mucha gracia.

–No entiendo. –dijo Slick.

–Que ya nos conocemos de antes y no nos llevamos bien.

–Pues tú pasa de ellos.

–Y sino... Los matamos a todos –dijo Zoe sonriendo.

–Tú controlas. –dijo David seriamente, para luego reír.

–Zoe joder... Y tú no le sigas el juego. Por cierto David, ven. Quiero que conozcas a alguien. –dijo Slick.

 

David y sus hermanastras se fueron por el patio hasta llegar a las vallas del fondo, junto a un grupo de gente aparentemente de la edad de las chicas. Slick se acercó a uno con apariencia de lobo, su pelaje negro y sus ojos rojos transmitían alteración al niño, en cuento a su pelaje, parecía bastante monótono, completamente negro. La zorro rodeó al chico con los brazos por encima del cuello besándolo. Se cogieron las manos y se acercaron a ellos.

 

–David. Te presento a Anthony. Mi novio. –dijo Slick sonriendo.

 

El niño no respondió, se limitó a sonreír falsamente y estrecharle la mano al lobo, ante él, le comía el alma cada palabra que Slick había pronunciado y ya morían en los instantes pasados, desgarrando así su profundo y no tan inocente corazón.

 

–Hey An, ¿Qué pasa? –dijo Zoe chocándole la mano.

–¿Qué pasa Zoe? ¡Yep, Mia!, ¿Qué cuentas?

 

Mia se limitó a cruzar los brazos y advertir a David para irse ambos.



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En el texto hay: adolescentes, demonios, apocalipsis

Editado: 20.08.2019

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