7 Sellos

6 | Zoe

 

–Esos ojos, llevo dos días soñando con ellos. Son brillantes y muertos, encierran odio y furia detrás de una barrera humeante nacida en la oscuridad. La niebla cubre su deforme cuerpo, necesita energía para completarse. Por eso nuestros móviles se quedaron casi vacíos. Además, debió de robarle la energía a Mia, por eso se encontraba tan cansada y mal. –dijo David.

–¡Joder tío! Eso es una gran movida. Deberíamos ir y hablar con esa cosa. Yo tengo una guija. –respondió Iro sorprendido.

–Para hablar con él no necesitamos una guija. Además, yo sé quien es, y también lo que quiere.

–¿Qué quiere?

–En su momento no estaba seguro pero, hoy lo tengo todo claro. Le vi esta mañana en un reflejo, solo se esta burlando.

–¿¡Pero qué quiere!? ¿Quién es? –cuestionó Iro nervioso por conocer la respuesta.

–Eso no te lo puedo decir... Por el momento.

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Fin de las clases, de vuelta a casa, y al fin, un día sin Anthony.

 

–¿Qué tal las clases chicas?

–Igual que siempre, pero como, ¡Es viernes! Todo guay. –dijo Slick animada.

–Lo mismo. –correspondió Zoe.

–No me vendrá mal un descanso. –comentó Mia.

–Esta semana ha estado llena de emociones.

–Ya te digo. Bueno, ¿Tenéis plan para hoy? –cuestionó David.

–Lo siento, pero yo sí. He quedado con mis amigas. –respondió Slick.

–Yo me quedaré leyendo. –dijo Mia.

–Y yo en el sofá. –correspondió Zoe.

–Pues... Llamaré a Iro, a ver si él hace algo hoy.

–Claro, eso sí. ¿Y que haréis?

–Ir a los túneles.

–¡Ni se te ocurra! – Exclamaron las tres.

–No volveremos ahí, y tú solo menos. Dios sabe lo que puede ocurrir. –argumentó Zoe

–Pero... –Zoe lo interrumpe.

–Como se te ocurra ir ahí se lo digo a mama. –dijo Slick.

–Está bien... –respondió David resignado.

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La comida quedó atrás, y el niño se fue de casa en patines. Slick perdía su mirada entre sus recuerdos mirando al techo, acostada en la cama. Se encontraba confusa, y su cabeza pasaba por diversas ideas, y cada una con sus posibles subyacentes. Mas solo una pregunta sin respuesta vagaba en su mente, mientras recogía sus cosas para irse con sus amigas. “¿Porqué?”

En la habitación de Mia, su mente calmada navegaba entre las lineas del libro que sus manos sostenían. Semi recostada en la cama, los párrafos de aquella historia la transportaban a un nuevo mundo de fantasía.

Zoe se encontraba en el sofá, con un álbum en las manos. El de David, sus fotos de pequeño despertaban su lado más tierno, pero también confuso. En ninguna foto aparecía su padre. Continuó pasando las hojas y avanzando en el tiempo. Según las fotos, el niño tenía ocho años. Algo cambia en aquellas fotos a medida que el tiempo pasa, pero todavía no reconoce el “qué”. Sigue avanzando y llega el verano de sus doce, y el hermano se ha cortado las púas. Un cambio bastante drástico, no parece el mismo. Otro año más, y el último, ahora vuelve a verle tal y como le vio por primera vez. Esa mirada muerta y hundida en el desanimo, cabizbajo con las púas

sobre el rostro. Y mientras devolvía el álbum para sacar el otro, una pregunta resonaba en su mente “¿Porqué?”

La tapa del álbum fue levantada para observar el interior. Cada imagen era más confusa que la anterior, el tiempo no existía, la cronología estaba rota, mas las fotos dejaban ver a David y su hermana, a su madre o abuelos. Normal, pero inquietante. Los escalofríos erizaban la piel de la chica, su mirada se ponía más vidriosa, el frío calaba en su cuerpo, su saliva quedaba pegajosa y su abdomen cosquilleaba molesto. Sus pupilas comenzaron encoger. Soltó el álbum y hecho a correr Llegó a la cocina, en la encimera, al lado de los fogones le esperaba la solución. Cogió un bote blanco de plástico con una extraña etiqueta azul, saco dos pastillas y fue en busca de un vaso. Lo llenó con rápido de agua al abrir brusco el grifo, y se tomó aquellas aparentes medicinas.

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La calma de un barco navegando en la inmensidad de la imaginación, se vio perturbado por fuertes pasos. Obligada a abandonar el lugar, y curiosa por el motivo de tan agitados momentos, Mia dejó el libro sobre la cama y bajó para ver que ocurría. Entró en la cocina, y Zoe dejaba el vaso en la encimera con fuerza.

 



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En el texto hay: adolescentes, demonios, apocalipsis

Editado: 20.08.2019

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