7 Sellos

10 | El despertar

 

Ya han pasado tres semanas desde el incidente con Antony. Sinceramente, no entiendo como aguantar esa estela de maltrato. Tanto físico, como psicológico. Pero eso ya es el pasado. David es como mi ángel de la guarda, no solo mío, también de Mia, y Zoe, y mama. Pero yo... No sabía como decirlo, no me hace nada de gracia, siempre esta con Mia o Zoe. Por lo menos pude ver con mis ojos como Anthony se largaba de la ciudad. Las malas lenguas dicen que Rebeca está embarazada. Pero yo sé que es cierto, he visto el test positivo, que se joda. Y David, últimamente no paro de pensar en él. Solo quiero cogerlo. Es más, que coño. Voy a buscarlo.

Slick se levantó del escritorio cerrando la pequeña libreta rosa con calaveras, y se fue en busca de su hermano. Tras recorrer todas las habitaciones sin rastro del niño, la zorro de pelaje blanco salió al jardín trasero. Zoe y Mia se encontraban recogiendo algunas maderas para llevarlas al cobertizo.

 

–Chicas, ¿Habéis visto a David? –cuestionó Slick

–Sí, está en los túneles con Iro. –dijo Mia.

–Dejamos entrar esto y vamos.

–Os ayudo.

 

Recogido todo al fin, las tres hermanas se dirigieron al lugar de escape Pues poca gente conocía el lugar, y no solían coincidir con nadie. Entraron al descampado para llegar hasta la verja rota y bajar al túnel de aire libre. Continuaron el camino, se podía ver la entrada y las cabezas de Dav id e Iro, estaban pelando con cañas. Golpe rápidos para parar los ataques fuertes de Iro, él a mandoble y David a doble espada. Otro golpe y la espada de David se partió, la tiró y se puso con una, así pues, Iro dejo el estilo mandoble, para coger la caña con una mano. Las chicas ya estaban cerca, pero ellos ni se inmutaron de la presencia de ellas, estaban muy metidos en la lucha. Golpe a golpe, ataque; bloqueo, ataque; esquivo, ataque; ataque y las espadas en el cuello del contrario. Retirada y nuevo golpe con golpe, giro por la espalda, nuevo ataque imprevisto, mas con reflejos Iro paró el ataque de David. El niño giró la muñeca y la espada en el cuello de Iro.

 

–Muy bien, parece que ya vas subiendo el nivel. –dijo Iro.

–Gracias tío. –respondió David retirando la espada.

–Hey chicos. –dijo Zoe bajando.

–Hola. –dijo Iro.

–Hey chicas, ¿Qué os trae por aquí...? –comentó David, mas Slick bajó y lo abrazó con un poco de fuerza. La suficiente para contarle el aliento.

–S-lick, suéltame... –dijo David con la voz partida.

–Oh, perdón. –dijo Slick aflojando los brazos sin soltarlo. A esto, David la correspondió mientras recuperaba el aire.

–¡Vaya! Pero si son cañas tiradas en el suelo. ¿Os acordáis? Joder cuanto tiempo. –dijo Zoe cogiendo un mandoble y dando varios golpes rápidos pero ágiles al aire.

–Pues ya ves. –dijo Mia acercándose y cogiendo dos espadas. Se puso frente a Zoe, y comenzaron a pelear.

 

Una mano, luego la otra, una y otra vez, Zoe paraba los golpes, hasta que uno raso por parte de Mia la hizo saltar, aprovecho para golpearla en la cabeza, pero la otra caña de la zorro grisácea paró el golpe y se puso en pie. Frente a frente, y fin de la pelea entre risas.

 

–Como, pollas, ¡Habéis hecho eso! –cuestionó Iro mirándolas con asombro.

–Pues la practica. Nosotras no jugábamos con la comba. –comentó Zoe

–¿Y eso? –preguntó David.

–Pues veras; pequeño. De pequeñas no eramos muy... Populares. Así que jugábamos solas. Y la comba se nos enredaba en la cola. Jugábamos a muchas cosas, hasta que un día de otoño encontramos entre las hojas caídas una vara. Así que la probamos, y era divertido. Como eramos tres, estaba la princesa, el príncipe, y el malvado. – dijo Mia mirando la punta de una caña–. Yo solía ser el caballero.

–Y yo el malo. –dijo Slick entre risas.

–Y yo la princesa. –correspondió Zoe riendo a la visión de sí misma en el pasado.

–¿Y eso de que no erais muy populares? De todos lo problemas que se pueden tener, no pensé que ese fuera el vuestro. –comentó David.

–Pues veras. Ahí donde ves a Slick, tan guapa y mona, antes era una autentica bola de pelo, granosa, con aparato y pelo corto. –dijo Zoe apuntándola con la caña.

–Y por eso se metían conmigo. –dijo Slick soltando a David y acercándose a las cañas.

–Y yo, pues era la rarita, la emo de clase, así que era inexistente para los demás. –dijo Zoe.

–Y a mí, como me tachaban de cerebrito por estudiar... Pues lo mismo. –dijo Mia.

–Pero lo sigues siendo. –comentó Zoe riendo.

–Y tú sigues siendo una emo. –dijo Mia.

–Pero me gusta. Además lo mío tiene remedio. Tú seguirás casada con los libros.

–¡Zorra!

–Es lo que soy. –dijo Zoe riendo.

–¡Puta!



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En el texto hay: adolescentes, demonios, apocalipsis

Editado: 20.08.2019

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