Un rayo en la mañana, y un pie reventando el acelerador. La conexión envía el impulso junto al cambio de marchas pisando el embrague, dispuestas a poner los vehículos de 0 a 100 en menos de ocho segundos. Esa noche Mia se había dedicado a trucar los motores de ambos coches, aumentando el rendimiento de los pistones para una mayor inyección y una liberación más potente de la combustión. A todo gas por la ciudad, partiendo por la mitad a cada uno de aquellos monstruos deformes que se interponía entre ellas. La velocidad impactando en el parabrisas junto con el fuerte rugido del motor, llenaba el ambiente de tensión. Solo querían salir de allí lo antes posible. Cambio brusco de marchas, freno de mano y volantazo a la derecha, luego rápidamente a la izquierda para descompensar la inclinación y coger la curva a noventa con un buen derrape. Nuevo cambio de marchas junto al embrague, y quemando goma de nuevo por el asfalto camino a las afueras de la ciudad. El cuenta kilómetros comenzaba a superar los ciento ochenta, y a lo lejos se divisaba un gran cumulo de vehículos requemados, troncos y trozos de cemento bloqueando la calle, probablemente de algún fuerte accidente de cuando todo esto comenzó. Frenaron dejando chirriar las ruedas, y con el cinturón de seguridad bloqueando sus cuerpos inclinados hacia delante por la gran fuerza cinética, para girar ciento ochenta grados e ir en dirección contraria en busca de una nueva ruta que las llevase a su nuevo destino. Estaban muy agitadas y alteradas, así pues, decidieron conducir algo más despacio para bajar la tensión y las pulsaciones a los reflejos.
Unos kilómetros más adelante, su decisión comenzaba a dar resultado. Las carreteras las llevaron hasta la zona oeste de la ciudad, un lugar que parecía calmado, y con la tontería, ya eran casi las once de la mañana. Tenían hambre, así que buscaron un lugar donde parar. Rosa conocía por la zona un parque lleno de arboles, allí estarían tranquilas y algo escondidas. Además, el aire fresco les vendría bien.
Por los caminos que la gata indicaba, no tardaron en llegar. Cogieron algo para comer, sus armas, y bajaron tras aparcar los vehículos semi-blindados con placas de metal y una triple cerradura. La zorro de pelaje grisáceo; sabía lo que hacía.
Profundizando en aquel pequeño gran lugar de altos arboles y espesa vegetación, se recostaron bajo la sombra de un árbol con hojas lilas. Hacía un calor sofocante, hasta la brisa estaba caliente, pero un poco de agua fría ayudaría a templar las cosas. Comieron tranquilas y se quedaron tumbadas en la hierba. Hacía demasiado tiempo que no se relajaban. Solo se recostaron para dejarse llevar por la brisa meciendo su pelaje y revoloteando sus flequillos. Con la mirada perdida en el cielo y las nubes, Slick comenzaba a dormirse, así como Mia, y a excepción de Zoe; quien seguía pensando en su hermano. Rosa no sabía nada de ello, pero no era tonta, y no tardó en percatarse que una lágrima caía por el rostro de la zorro peliazul. Sin palabras, se acercó a ella para abrazarla, hacerla saber que no estaba sola. Aquel acto hizo por un momento que recordase con más fuerza a David, luego miró a Rosa, y comprendió que debía protegerla a costa de todo, ella era la viva imagen de su hermano. Quería reparar su error a toda costa, aunque fuese a través de la gatita de pelo castaño. La correspondió en el abrazo, y la subió encima de ella con una leve sonrisa. Las cuatro disfrutando de la paz del lugar por primera vez en mucho tiempo, y poco a poco, empezaron a dormirse en la hierba.
Un pequeño golpecito, y otro, y otro, y al final Mia abrió un poco los ojos, para rápidamente rodar hacia detrás, ponerse en pie y desenfundar un arma que llevaba escondida en la pierna para apuntar a dos chicas que se encontraban frente a ella. Se trataba de una lobo de ojos grises con partes de su cuerpo robóticas, su brazo, oreja y pierna derechas, y su ojo izquierdo. Y pelaje morado, un flequillo negro cubriendo uno de sus ojos, y un largo pelo blanco hasta por debajo de las nalgas. Vestía con un mono azul y unas botas hasta debajo de las rodillas azules con una banda negra y pinchos en la parte superior. Al igual, en sus orejas llevaba dos pircings de punta. La otra tenía un color café con leche en el pelaje que se esclarecía a medida que se avanzaba en sus extremidades, y un pelo del mismo color, pero más oscuro y con las mismas mechas en las puntas. Vestía con un traje blanco, acabado en falta, de manga corta, y con los bordes de color dorado.
–Hey, hey, hey...Tranquila, no vamos a hacerte nada. –dijo la zorro de pelaje café.
–Perdón, hace tiempo que no veo a alguien que no haya cambiado. –dijo Mia bajando el arma–. Soy Mia, ¿Quienes sois vosotras?
–Yo me llamo Valery. –respondió la zorro de pelaje café.
–Y yo soy Tecnodarksess. –añadió la loba de pelaje morado.
–En fin, un placer, pero nosotras ya tenemos que irnos. –dijo Mia girándose para desperar a sus hermanas y a Rosa.
–¡Espera! –dijo Valery.
–¿Qué?
–Necesitamos vuestra ayuda.
–Lo siento, no puedo ayudaros. –dijo Mia despertando a Slick.
–Creo que no lo has entendido... –dijo Tecnodarkness.
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Editado: 20.08.2019