Dos días tras la incorporación de la eriza al grupo, se veía fría y distante; pero ello no mermaba el intentar conocerla, solo había que ir un poco más despacio. Descansando tras comer en la sala de estar, Slick recostada en el sofá y David encima de ella desde el beso el niño parecía más distante con ella, aunque la zorro peliblanca tampoco daba pie a conocer las cosas, aun sabiendo que él la quería, tenía miedo al rechazo ya que era lo que le parecía ver. Por otra parte; David creía que Slick no quería nada, la veía molesta por lo ocurrido e intentaba darle espacio, mas ella no parecía reaccionar. En el otro sofá estaban sentadas Zoe, Mia y Tec. Zylia miraba por la ventana, a diferencia de Valery y Rosa que solo hacían que correr por los pasillos jugando.
Con otra hora al borde del abismo se fueron levantando, era momento de organizarse para las guardias nocturnas y las salidas al exterior. Mas esta vez, el niño tenía otros planes.
–¿Acaso sabes dónde está? –cuestionó Rosa.
–No. Por eso dije “buscar”. Perdí su pista hace un tiempo.
–¿Y cómo lo vamos a encontrar? –preguntó Zoe.
–Registrando la ciudad. O está aquí, o en la siguiente. Pero cuanto antes la encontremos, antes acabará todo.
–¡Espera! Has dicho... ¿La? ¿Es una chica? –cuestionó Valery.
–Sí, es una chica.
–¿Entonces tú eres el único tío de todo el grupo? –comentó Tec.
–Eso parece. Escuchad, no sé como puede reaccionar; así que estad preparados por si hubiese algún problema.
–¿Por qué iba a haber problemas? –cuestionó Zoe.
–Es difícil de explicar, así que mejor estar preparados.
–¿Alguna idea de por dónde comenzar? –preguntó Mia.
–No, pero había pensado en ir a por unos walkie–talkies. Por aquí hay una tienda de airsoft, allí podemos conseguir algunos, luego así podremos dispersarnos. Yo, Valery y Tec por aire y vosotras por tierra.
–Puede funcionar pero, ¿Qué aspecto tiene nuestra sujeto?
–Eriza con cola de lobo, pelaje rojo, tiene el pelo por la mitad de la espalda, a excepción de una coleta alta que cae hasta abajo. Cuatro púas sobre el rostro, ojos dorados naranjado y dos marcas, una media luna boca abajo con un circulo en el hombro y otra como fuego en la muñeca del mismo brazo. Ambas en negro.
–Bien, no será muy difícil dar con ella. –dijo Slick.
–Esperemos que no. En fin, ¿Vamos a por los walkie-talkies?
–¡Vamos! –dijo Zoe.
Con las armas listas para su uso en caso de problemas, salieron del recinto donde pasaban desapercibidos a un mundo expuesto a la muerte, el dolor y la agonía. Por las calles caminaba el grupo, la tienda se encontraba a seis manzanas de allí, unos veinte minutos caminando.
En la mente del niño solo se reflejaban viejas escenas y la visión de aquella chica a la que tan bien conocía. Demasiado; poder desgracia. Los pasos lentos de todos ellos observando con detenimiento cada rincón en busca de enemigos; era casi tan desesperante como encontrarse con los mismos. Eiri estaban detrás de Davis, observando cada paso de aquel ser, había algo en aquel erizo que la tenía en alerta. Las demás iban hablando y comentando tanto lo que veían , aquella soledad sabían que no era algo bueno. La brisa soplaba fría y siniestra junto al calor de los tres soles en el cielo.
–David, hay algo que no entiendo. –dijo Mia.
–Dime.
–¿Porqué ha cambiado la gente? ¿Cómo se han transformado en esos seres?
– Esa es una buena pregunta. Como os habréis fijado, ahora tenemos tres estrellas. Cada una emite unas ondas diversas. Rayos gamma, infrarrojos concentrados y bajos en ultravioletas, y radio activos. La diferencia es que no son de este mundo. Los radio activos mutan el cuerpo con un patrón genético diverso de cada uno que se activa al contacto con acumulación de estas ondas. Los infrarrojos producen daños severos en la cabeza, básicamente fríen el cerebro, además la escasez de los rayos ultravioleta provoca que el cuerpo esté menos... Es difícil de explicar pero, como si no fuésemos los mismos. Y por último, los gamma, producen dolor e irritación, son una enfermedad como la rabia, vuelven a las personas agresivas y sin razón.
– Entiendo.
Continuaron por la cale tomando una desviación a la izquierda, cuanto más acortasen, mejor. Atrás quedaban muchas cosas, casi tantas como las que en sus cabezas recordaban. Al instante que ponían pie en la acera, Valery paró en seco.
–¿Habéis oído eso? –comentó la zorro con pelaje café mirando a los lados.
–¿Oír qué? –cuestionó Tec.
–Sonaba como un rugido.
–¿Estás segura?
–Sí.
–Tengo una idea, pero habrá que ir con cuidado. –dijo Zoe.
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Editado: 20.08.2019