Los rayos del sol entraban por la ventana iluminando la sala, al despertador le quedaban quince minutos para sonar, mas la luz despertó a la zorro peliazul que dormía plácidamente en el sofá. Reacciono levemente abriendo los ojos, para levantarse sin pereza e ir hasta la cocina, para encontrarse de morros con Tec y Rosa durmiendo en la mesa con una taza de café frío a mitad tomar. No quería despertarlas, así que puso la cafetera a calentar y se sentó a esperar. El movimiento hizo reaccionar a la lobo de pelaje morado.
–Umm... ¿Zoe? ¿Qué hora es? –cuestionó Tec con los ojos semi abiertos.
–Las siete y veinte van a dar. ¿Qué hacéis aquí?
–Tu hermana... –dijo Levantándose.
–¿Qué pasa con mi hermana?
–La muy viciosa estaba gritando a las tres de la mañana.
–No jodas...
–No te jodo, a mí me ha jodido la noche... Lo único que no sé es como Valery a podido dormir.
–¿Qué pasa...? –dijo Mia apareciendo por la puerta.
–Nada, parece que Slick ha pasado bien esta noche.
–¿Porqué lo dices?
–Por qué no hemos podido dormir. –dijo Rosa sin levantar la cabeza de la mesa.
–Ou...
El café comenzó a salir, y Zoe se levantó a preparar una taza para cada una. No pasado más de media hora, Valery apareció bostezando por la puerta.
–Buenos días... –dijo la zorro de pelaje café–. Que pronto te has levantado Tec.
–Mejor di, “Que a gusto he dormido” porque yo no he podido.
–¿Y eso?
–¿No has escuchado nada?
–No, ¿Qué debería escuchar?
–Nada, mejor para ti.
–¡A sí! ¿Se sabe algo de los tortolitos?
–Sí, que no nos han dejado dormir. –dijo Rosa.
–Ah... Entonces por eso me... –Tec la interrumpe.
–Sí...
Cinco horas más tarde...
La hora de comer había llegado, y de estar por la mañana dando vueltas, era el momento de regresar, además tampoco sabían si Slick y David se habían levantado ya. Pues hoy les dejaron dormir más. Al entrar en el lugar se dieron cuenta del silencio y su significado. Fueron a la cocina para encender el fuego y poner pasta al agua. A medida que hervía la historia comentando la noche. Y callando al entrar por la puerta sigilosa y somnolienta la zorro peliblanca con su ropa sexy tapada bajo la sudadera roja de David, dejando ver dos cordeles negros atados a unas medias finas y semi traslucidas altas hasta cubrir casi la totalidad de sus piernas.
–Buenos días chicas. –dijo Slick con voz cansada.
–¿Buenos días? Querrás decir, buenas tardes. –dijo Zoe.
–Qué, ¿Qué tal anoche? –dijeron Tec y Mia.
–¿Qué creéis? –dijo con una mirada de mala perversión y picara sonrisa.
–Queremos detalles. –dijo Zoe devolviendo la mirada a su hermana.
Por la puerta apareció David con aparente cansancio en el rostro, sin camiseta, arrastrando las alas y con los iris rojo ardiente.
–Buenos días... Slick, ¿Has visto mi collar? –dijo David tapándose la boca al bostezar.
–Sí, lo tenía en la cola. –dijo la zorro de ojos caramelo devolviéndoselo.
–¿Qué tienes en los dedos? –dijo Zoe al ver la punta de sus dedos teñidos con un poco de rojo.
–No sé, parece... ¿Sangre? –dijo Slick extrañada.
Nada más David se puso el collar, las chicas sentadas en la mesa vieron claramente de donde provenía el problema..
–David, Date la vuelta. –dijo Tec.
–¿Por?
David se giró mirando a Tec y dándole la espalda a Slick, dejando ver a la chica como las garras de la misma se habían clavado más de la cuenta trazando sus dedos como una carretera en el cuerpo de el niño.
–Ou... David, de verás lo siento. –dijo Slick.
–¿Pero qué ocurre?
–Que anoche te convertiste en un hombre. –dijo Tec sonriendo picara y descubriendo las evidencias.
–Eeeh...
–¡Mira qué rojo se a puesto! –comentó Rosa levantando la voz y riendo.
–Ven, que yo te escondo. –dijo Slick riendo y abrazándolo mientras el agachaba las orejas y huida la cabeza en el vientre de Slick cubriéndose de vergüenza–. Dejado en paz, pobrecillo.
–Síííí... Pobrecillo dice. En fin, vamos a comer. dDijo Zoe
–¿Cómo él se comió ayer a Slick? –cuestionó Mia riendo.
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Tras las risas, las bromas y la comida era momento de salir. Pues las provisiones ya eran escasas. Caminando por las calles, soplando el viento, rozando sus pelajes, brillando el cielo. Sin ser avisados por una silueta corriendo, cruzando la calle a lo lejos y perdiéndose de su vista por los edificios. Poco después, una gran oleada de zombies poseídos. Esos monstruos biológicos, personas cambiadas. Si no llegaban a tiempo, esa silueta; esa persona no cambiada, sería pasto del pasado. El grupo echó a correr, la calle parecía infinita, más las baldosas del suelo casi no se reconocían al rápido que iban para intentar salvar a aquel desafortunado. Al fin cruzaron la esquina avistando al montón de monstruos corriendo. No los alcanzarían si no volaban. David arranco su collar haciendo aparecer sis alas y elevando el vuelo junto a Tec, Valery y Zylia, la cual había aprendido nuevos hechizos al practicar con su libro. A medida que llegaban, veían al chaval acorralado. Sol era un pequeño erizo, casi habían llegado, y el fuego de David y Valery voló de forma inútil. Eran demasiados y el niño cayó preso de la muerte a bocados desgarradores. Los cuatro tocaron tierra abriéndose paso a cuchilladas con las espadas y fuego incinerados... Hasta llegar al cuerpo sin vida del niño, un erizo de unos, quizás diez años, de verde pelaje y sangre roja que lo cubría. Aunque ninguno decía nada, todos compartían la misma impotencia. Por no ser más veloces, la sentencia se dictaba para aquel pobre niño. Ahora nada se podía hacer. Y ano tenían ganas de seguir por las calles. Pero no tenía opción. Solo tenían comida para un par de días como mucho. El resto del grupo no tardó en aparecer y ver la sangre y carne desparramada por el suelo.
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Editado: 20.08.2019