7 Sellos

22 | Celos

 

–Paciencia, que ya llegamos. –dijo Zoe a su lado.

–No me creo lo que ha costado, toda la puta ciudad...

–Pero ha valido la pena. –comentó David.

–Han pasado prácticamente diez meses con la tontería, si nadie produce comida, es normal que las reservas se acaben. –dijo Mia.

–Nosotros podríamos hacer algo. –añadió Valery.

–No, no podemos. Todo esta contaminado, hasta la luz del sol. La única solución es acabar con esto. Una vez hecho, hay una fabrica de cereales a dos ciudades al noroeste. Si las ponemos en funcionamiento, es posible que tengamos posibilidades de sobrevivir – dijo David.

–¿Y qué ocurrirá si no conseguimos detenerlo? –cuestionó Valery.

–Que no necesitarás volver a comer... Jamás.

–Entiendo... ¿Cuánto tiempo nos queda?

–¿En alimentos? Probablemente podamos encontrar comida hasta dentro de otros cuatro meses.

–Me refiero para frenar lo que viene.

–Unos ocho días... De no hacerlo, ya sabes lo que ocurrirá.

–¿Y el séptimo sello? Sin él no podremos. –cuestionó Rosa.

–Lo encontraremos a tiempo, os lo prometo.

–Bueno, dejaos de tonterías, ahora vamos a comer. –dijo Slick abriendo la puerta de a valla del refugio.

 

Una vez la mesa estaba lista; y la comida servida, todos se sentaron famélicos tras una mañana completa caminando en busca de comida.

 

–Y bueno chicos, ¿Cómo va lo vuestro? –preguntó Valery.

–Genial. –dijeron David y Slick

–Solo me arrepiento de no haber dicho nada antes. –comentó el erizo de pelo castaño.

–A mí me pasa lo mismo. –añadió Slick.

–Bueno, más vale tarde que nunca. –comentó Zoe.

–Pero... Se me hace raro.

–¿Por? –cuestionó Mia.

–¿Por qué sois mis hermanas?

–Es cierto.

–Pero a la vez me gusta. Es lo prohibido, y está conmigo. –dijo el niño sonriendo–. Es extraño.

–Así se habla. –dijo Slick devolviéndole la sonrisa.

 

Un golpe fuerte y estruendoso hizo temblar el suelo junto a un rugido; interrumpió su comida a mitad terminar. Todos cogieron sus armas y salieron corriendo. Ante su vista, ante sus ojos, un gran dragón negro, trozos de edificaciones por el suelo derruidos, y un pequeño gran grupo de esqueletos con espadas frente al refugio.

 

–¿...Pero qué cojones? –dejó escapar Zoe.

–¿Porqué no entran? –cuestionó Mia.

–No pueden. Lancé un conjuró que protege este lugar. –dijo David–. Preparaos... Esto va a ser intenso. Necesitamos un plan de ataque para salir, O sino nos matarán nada más abrir la puerta.

–¿Qué sugieres? –cuestionó Slick.

–Tec, Valery, Zylia. ¡Venid conmigo!

 

David descolgó el collar y salió volando junto a las tres chicas. Ellos despistarían a los muertos vivientes para que los demás pudiesen salir. El fuego inundó el suelo al David dejarse caer. Nada más tocar tierra, una ola de fuego se elevó derritiendo los huesos, y volviendo al aire junto a las hermanas. Las bolas llameantes de Valery rompían o terminaban de fundir el esqueleto de los monstruos. Las bolas de hielo de Tec volaban como balas rematando la faena al destrozar los restos de los muertos vivientes que perecían en el suelo fundidos. Despejada la entrada, todos salieron, ahora era el momento del gran dragón. Desde el suelo, Slick arqueó la lanza susurrando algo y golpeó el aire, dejando escapar un rayo rojizo desde la lanza, directo a ala zurda de la bestia.

 

Un fuerte rugido indico el daño, la zorro peliblanca quiso repetir más veloz que antes, mas esta vez falló al ser esquivada. El monstruo exhalando fuego directo al grupo en tierra.

David observaba temeroso, mas al humo disiparse, un escudo cubría la zona, desapareció viendo lo restos verdes en las manos de Mia. Había leído su libro, una invocación de escudo mediante sus poderes de telequinesis, concentrando el poder y haciéndolo tangible. El erizo sonrió, y fue tras el dragón. Le seguía de cerca, buscando montar por encima, pero solo consiguió recibir un fuerte golpe con la cola que lo desestabilizó y le hizo caer, estrellándose y rodando por el suelo. El grupo corrió hacia él, ignorando a la bestia que se abalanzó desde el aire hacia ellos, tirándolos al suelo, y atrapando a Slick con las garras.

Al escuchar a la zorro peliblanca gritar sin poder verla en el suelo, David miró al dragón, levantándose al momento y alzando de nuevo el vuelo. Esa rata gigante con alas tenía algo que no debería haber tocado, ahora lo pagaría caro.

 

Volando veloz, sabía que debía ser certero, o Slick pagaría las consecuencias de sus actos. Podría ser aplastada con las gigantescas garras del dragón sin esfuerzo alguno. El problema era delicado, pero la solución llegó sola al soltar a la zorro peliblanca a más de doce pisos de altura. David se desvió al instante directo, dejándose caer trazando una parábola y dejándose caer de nuevo más rápido tras Slick. Ambos se miraron, el suelo estaba cerca, agitó sus alas consiguiendo el impulso final y cogiéndola en el aire a pocos metros de tocar tierra. Retomó un poco de altura para estabilizarse, y fue fue disminuyendo la velocidad y descendiendo para poder bajar y dejarla en tierra. Valery y Tec, junto al resto del grupo no tardaron en aparecer.



#26676 en Otros
#3647 en Aventura
#19340 en Fantasía
#7711 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: adolescentes, demonios, apocalipsis

Editado: 20.08.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.