8 De Octubre

parte 4

Deje la taza de té sobre la mesa. Sabia amargo, y poco natural. Le habia puesto 1 cucharada de azucar; mas que suficiente como para que eliminara ese sabor tan poco energetizante. Si no fuese por la desdicha de ser tan ignorante, podria haber solucionado tal fallo. Era triste, sin duda alguna.

Sin embargo, aun tendria que acabarlo. Me habia costado dinero.

Resoplé por la boca, alejando el humo que desprendia el té, y enfriandolo un poco. Su tóno verde transparente me gustaba. No habia nada oculto.

Levante y ajuste la silla para estar mas cómodo.

—Actualizame entonces, Andrés —pregunté, sin saber si era curiosidad o puro morbo.

Vi que le temblaban los dedos. Aunque no lo suficiente como para que fuese demasiado notorio.

Tome la taza y di un ligero sorbo de té. Amargo.

En otra situación, seguro cambiaria de bebida, y disfrutaria del momento. Pensaria en que hacer durante el día, o sobre como manejaria el proyecto de la universidad. Podria solo conversar con Sayori e incluso salir con ella para eliminar el aburrimiento.

—Sí, tienes razón —dijo. Su voz se habia vuelto mas grave, y se altura era mas considerable. No obstante, era imposible eliminar esa marca. Cada musculo de su cuerpo lo recordaba.

Miró a otro lado, y respiró con cierta dificultad.

Hubo en mi una emoción latente. Hacia que me herviese la sangre. No estaba relacionada con la ira, ni mucho menos la rabia. Al verlo, mi cuerpo queria acercarse, tomarlo por el cuello y romperlo.

El solo hecho de que existiese, me recordaba ese suceso. Los golpes, los maltratos, los insultos. Todo venia a mi como una tormenta repentina.

—Soy... —Tragó saliva con pesadez—. Dirijo junto al CEO de una empresa nacional que administradora y exportadora del petroleo petroleo dentro del país. Me encargo de que él no la cague en sus decisiones —explicó. Respiró hasta llenar sus pulmones, y miró nuevamente al cielo. Luego, exhalo todo ese aire de antes.

No me decia nada con ello.

—Entonces buscas volverte un CEO. Interesante —dije, tomando lo ultimo que quedaba del amargo té.

—¡No! —exclamó exaltado. Sus manos ahora eran las que temblaban. No lo dejaría ir si me mostraba que intentaba aplastarme con poder empresarial y con dinero—. El CEO actual es un hombre bondadoso que me permitió avanzar rápido. Pero asi no funciona el mundo. Aun si él deja el puesto, tendré que competir contra otros candidatos, y dudo ganar.

—Ya veo. ¿Y como se llama ese hombre bondadoso?

—Él... —Hubo una pausa larga. Mordió el interior de sus labios, mientras mantenia una firme postura. En silencio, y con cautela, me coloqué los guantes. Aspiré por la nariz con fuerza para que volviese a la realidad, y troné mi cuello—. Él... —Lo obligue a cruzar miradas—. Es... Vincent George, del PSDE.

—¡¿Asi que lograste entrar allí?! —dije casi que a gritos. No era por emoción, sino por la sorpresa—. Veo que te haz esforzado mucho, Andrés.

—Sí.

La debilidad en su voz era notoria.

Podia sentir la incomodidad alrededor de nosotros. ¿Quien lo culpaba? Ambos teniamos pasados relacionados con el mismo suceso. Ninguno queria saber del otro, ni aunque nos pagasen, ni mucho menos en esta o la siguiente vida.

Rebusque entre mis bolsillos y saque una billetera de cuero negra.

—¿Y Simon? Es raro que no haya venido.

—Esta en el hospital. Lleva 2 semanas con una fiebre que no baja de 40 grados.

Eres bastante malo mintiendo. Se que no querias traerlo

Saque unos 30 Bárutas y los deje bajo la taza.

Carraspee un poco y hablé:

—Ya tienen una buena vida. No hagan que la oportunidad que les di se desperdicie.



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En el texto hay: amor, venganza, perdida

Editado: 04.05.2023

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