8 Rosas Negras De Un Asesino

Capítulo 1

Manecillas
 

Las manecillas del reloj seguían su recorrido como cada segundo sin tener piedad de la chica que pareciera que en cualquier momento se arrodillaría ante ellas suplicando que detuvieran el recorrido en su vida dándole así un respiro a su atormentada alma. 

En ese cuarto que había sido grabado a fuego en su memoria no necesitaba tener los ojos abiertos para saber dónde se encontraba cada cuadro, cada rasguño, todos y cada uno contenían una historia que si las paredes pudiesen contar sus espectadores quedarían horrorizados, también conocía a la perfección aquella silla en la que se había sentado tantas veces que sería incapaz de contarlas. El hecho de que nada cambiara nunca no hacía más que asfixiarla, ¿ese sería también su destino?, ¿estaría condenada a no cambiar?, ¿a seguir muriendo en vida?, cada vez esa realidad se veía más cercana para ella, aunque esta vez un atisbo de esperanza había entrado en su corazón dejándola sin aliento, algo había cambiado en esa habitación y eso era el hombre sentado frente a ella. Sentía como si ese hombre le estuviera prometiendo cuidarla de sus monstruos, pero ella sabía bien que al final también terminaría tratando de protegerla de ella misma como todos sus antiguos doctores cuando el problema no era ella y tampoco era de ella de quien debían protegerla sino de él, no podía confiar en nadie, no otra vez. 
 

Necesitaba salir de ese lugar, no solo de aquella sala, necesitaba salir al mundo exterior nuevamente, estaba totalmente segura de que él pronto vendría a terminar el trabajo que había dejado inconcluso. 

No le perdonarían tan fácilmente su pecado, los fantasmas de su pasado no tardarían en regresar a atormentarla y tarde o temprano su pesadilla la ahogaría en la oscuridad, todo esto tenía que terminar de una vez por todas y estaba consciente que todo terminaría solo con la muerte de alguno de los dos, pero estando ahí encerrada jamás podría hacer nada para tratar de sobrevivir.
 

Porque debía sobrevivir, se los había prometido.

—Aquí estas a salvo, lo sabes ¿verdad?

Una sonrisa cínica surco el rostro de esa niña, porque para el hombre sentado frente a ella eso era, solo una niña, dejándole un gusto amargo en la garganta.

—Aquí solo estoy a "salvo" —Remarco aquellas comillas invisibles con los dedos para dejarle en claro que no confiaba en él y no lo haría nunca— de mí, pero no de él, nunca... nunca estaré a salvo de él, ese es mi castigo

—¿Castigo? —La mueca de confusión no paso desapercibida para ella y eso no hizo más que agrandar su sonrisa, de verdad debía estar loca— ¿Por qué?

—Hay personas que simplemente no debimos haber nacido, ¿sabe? Y ese fue mi pecado y error más grande, haber nacido

—Tú merecías nacer —Un dolor se instaló en el lado izquierdo del pecho de aquel hombre, ¿Quién le había hecho tanto daño?, pero sobre todo ¿Por qué se estaba involucrando tanto con ella?, solo era una paciente más. Debiste haberlo recordado siempre- era tu derecho

—No, no lo era y aunque así hubiera sido, siempre preferiría la muerte a esto, si yo no me condene entonces ellos lo hicieron y nunca se los voy a perdonar

—¿A qué te condenaron? —No podía evitarlo, eso ya no era una reunión para evaluar el estado psicológico de su paciente, era curiosidad pura y no se lo podía permitir de ninguna forma — Tú no hiciste nada malo

—Tiene razón nunca hice nada malo, sin embargo, me condenaron a vivir con miedo a morir, a luchar y a sufrir y ya no puedo más, voy a morir y eso ya nadie podrá cambiarlo

—Yo puedo hacerlo

Otra vez esa sonrisa, pero por alguna razón ahora esta había sido acompañada por un frío escalofrío en la columna del hombre, ella no le creía, pero se lo demostraría.
 

Nunca debiste acercarte a mí, te mate al igual que me mate a mi misma. 
 

... 

 

Un tímido golpe en la puerta acompañado de un "adelante" de su parte era todo lo que se escuchaba en el frío cuarto, todas esas cajas que eran su única compañía desde que había llegado lo mantenían enfocado en una sola cosa, debía abrir las cajas y sacar todo para poder acomodar cada cosa en su lugar, no podía perder ninguna pieza del rompecabezas.

—Doctor —La débil voz de su secretaria logro sacarlo de sus pensamientos y un asentimiento por su parte le dio el pase para seguir hablando— Aquí está el expediente médico que había solicitado 

La mujer se acercó y le entrego esos papeles que cambiarían su vida sin siquiera saberlo, la verdadera pregunta era si seria capaz de soportar todo ese dolor. Se quedó viendo los papeles ensimismado como si estuviera esperando que estos respondieran todas sus dudas. 

Las primeras palabras en aquel primer expediente escritas seguramente con tinta vieja de alguna maquina de escribir, le helaron la sangre.
 

Presentación del caso:

Diagnóstico: Esquizofrenia paranoide.

Paciente femenino de 10 años de edad, huérfano de procedencia urbana, autodidacta con antecedentes de salud somática y te trastornos psiquiátricos de años de evolución. Presentó un ingreso anterior en el centro, en septiembre del 2009 con el diagnóstico de trastorno esquizofrénico a causa de un evento traumatico en su casa, el paciente presenta signos de violación y maltrato. 




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