9 meses después...

Historia 2.

Capítulo 1.

Pongo a mi niño de dos añitos en el sofá con su juguete, un loco demente está tocando la puerta hace como dos minutos, pero no podía dejar a mi hijo tirado por ahí.

Suspiro tratando de arreglar un poco mi cabello, me acerco a la puerta para abrir, todo pasa en cámara lenta, abro la puerta, lo veo, reacciono, lo golpeo.

Mi puño duele, igualmente tomo con fuerza la puerta para cerrarla en su asquerosa cara.

-¡Espera! - detiene la puerta con una mano mientras que la otra está sujetando su nariz.

-¡Vete de aquí! ¡No te conozco! - con ambas manos y mucha fuerza empujo la puerta para cerrarla, el bruto este con la mitad de su cuerpo detiene la puerta.

-¡Quiero hacer bien las cosas ahora!

-¡Vete de una jodida vez! 

En serio que si estuviera viendo esto como película me reiria, los dos estamos actuando como unos salvajes, empujando de allá para acá la puerta.

-¿Mami?

La voz de mi hijo me detiene causando que suelte de sorpresa la puerta, y se abra completamente por la fuerza que estaba causando el otro sujeto.

El ruido es tan fuerte que mi bebé da un saltito, sus ojos se ponen llorosos y hace ese puchero de que llorara.

Me acerco rápido hasta él para tomarlo en brazos, este esconde su cabeza en mi cuello y con sus manos aprieta mi ropa.

-Ya mi amor, no fue nada - lo mezo dándome vuelta al idiota que se encuentra aún en la puerta.

Mira con una extraña cara a mi hijo, su nariz ha quedado un poco hinchada, pero está levemente arrugada, sus cejas están hundidas.

-Es igual a mí - susurra.

Ruedo los ojos porque tiene razón, sacó los mismos rasgos faciales del gallina de su padre.

-¿Qué haces? - hablo en voz baja.

-Vine a verlo.

Mi estúpido corazón se arruga al escuchar que dice vine a verlo y no vine a verlos.

¡Estúpido corazón!

-Tienes que irte.

-Soy su papá - espeta con voz seria, y este que se cree, ahora me viene a hacer un berrinche sobre que es su papá. 

-Papá - repite Gabriel, mi hijo.

-Sí.

-No.

Gallina alias Fernando y yo hablamos al mismo tiempo.

Mi bebé me mira confundido, mira a Fernando, los dos se miran, los ojos del gallina se enrojecen, le da una pequeña sonrisa.

-Hola pequeño.

Por supuesto, él ni siquiera sabe su nombre, no sabe su cumpleaños, no sabe su primera palabra, no vio sus primeros pasos, él no sabe nada. Eso me causa tanto rechazo e ira hacia él. Siento que de verdad podría odiarlo, pero mi tierno hijo también lo saluda.

-Hola. - alza su manito pequeña como mi hermano mayor le enseñó.

Fernando entra a la casa.

-Cerraremos esto. - dice con voz tierna, se acerca a pasos lento aun con su sonrisa hasta nosotros.

-Soy Fernando, ¿cómo te llamas?

Gabriel que siempre ha sido tímido pero con un carácter muy tierno, hace movimientos como un pequeño pulpo para que lo baje. Lo bajo y sube su cabeza para mirar a Fernando.

-Ga-bri-el - suelto una pequeña risita por la forma que dice su nombre, no he podido hacerlo decir su nombre sin que la separe por sílabas.

-Que lindo nombre - Fernando se pone en cuclillas para hablarle.

De nuevo se quedan mirando como si se quisieran reconocer.

-Ojos - mi bebé apunta los ojos de Fernando, tan verdes como la hoja de un árbol en primavera, y tan verdes como los suyos.

-Tenemos los mismo ojos - primera vez que veo un tipo de sentimiento en la cara de Fernando que no sea su típica cara de: tengo dinero, correte de mi camino.

-Mamá - pronuncia - Papá. - lo tomo en brazos.

Trago saliva. No alcanzo a hablar porque alguien abre la puerta con una gran carcajada.

-¡No vas a creer Andrea! - un Alejandro fuera de contexto cierra la puerta con su pie, en un brazo trae una bolsa de papel con cosas que iría a comprar y en la otra las llaves del auto.

Fernando se levanta de inmediato tomando una postura de hombre fuerte macho. Alejandro se da cuenta y borra lentamente su sonrisa.

Mi bebé de nuevo se hace mantequilla en mis brazos, lo bajo y sale corriendo a las piernas de Alejandro. 

-Galleta.

Fernando me mira como pidiendo explicaciones, ¿de verdad?.

Me cruzo de brazos poniendo mi cara más seria, suspiro agotada.

-Sí pequeño pollito, traje tus galletas - Alejandro deja las cosas encima de la isla de la cocina, como el departamento es pequeño todo está cerca. 

-¿Pequeño pollito? - el idiota este está más cerca, no sé en qué momento se movió.

-Es porque su papá es una gallina.

-Yo no…

-Espera - con una mano le hago una señal. Fernando aprieta los labios.

Me acerco a Alejandro que tiene a Gabriel en brazos, sé que su sonrisa es tensa.

-¿Podrías llevarlo a la habitación por favor?

Este me mira con duda, moja sus labios, me da una media sonrisa.

-Claro, cualquier cosa grita, llegaré a partirle la cara.

-Gracias.

Luego de que Alejandro se fuera con mi bebé, me siento en el sofá, Fernando se sienta a mi lado, puedo detallar su cara de  perfil, sigue igual, solo que su cabello está más claro y tiene cara de adulto.

Da vuelta su cara, es igual a mi bebé o mi bebé es igual a él, como sea. Mi estúpido corazón se acelera al tenerlo tan cerca, al tenerlo a mi lado, quisiera que hubiera estado a mi lado hace dos años.

-Es precioso - se queda callado unos segundos - Lo siento - susurra.

¿En serio? , frunzo mi ceño, mis ojos se llenan de lágrimas, mi pecho se oprime, no detengo las lágrimas, las dejo caer mientras los veo, muerdo mi labio porque no quiero llorar en voz alta.

-Eso ya no sirve ahora, solo quiero que te vayas y no vuelvas. 

Fernando pasa su mano por su cara y luego por cabello, empieza a mover la pierna de arriba a abajo, me mira fijamente.

-No puedes hacer esto.

-¿De verdad tienes la cara de decir eso? Me dejaste idiota, me dejaste sola. - un sollozo salió de mi garganta, me limpio algunas lágrimas.



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En el texto hay: amor, relatoscortos, embarazos

Editado: 26.12.2022

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