9 meses después...

Historia 7.

Capítulo 1.

Un año.

Mi bebé tiene un año y no puedo creer que ya balbucee algunas palabras, ayer mismo me dijo mamá ¡ay Dios! Es tan precioso.

— Ya dirás papá — le dice Shawn mientras lo mece, Ben solo mira sonriendo un poco.

Como siempre compitiendo conmigo, no quiere admitir que nuestro hijo me ama más a mí.

— Sigue soñando, pero ambos sabemos que solo me quiere a mí — me cruzo de brazos y sonrio de lado.

Shawn suspira en mi dirección y le sigue sonriendo al bebé.

Me levanto del sofá y voy a la cocina, la sopa está hirviendo y eso es malo, alcanzo a apagar la llama.

Sirvo en un plato hondo, es pequeño, justo para mi bebé, lo dejo en el mesón enfriando. 

— ¿Quieres comer algo? — le pregunto al padre de mi hijo, me asomo por la parte de al medio del mueble donde está vacío.

— No, gracias. Mary dijo que iba a hacer una cena- — me doy vuelta ignorándolo por completo.

Puede que diga mil veces que no me importa que tenga una relación con otra persona, pero me importa, porque ni siquiera nosotros que tenemos un bebé tuvimos una relación, es más, nos caemos muy mal, él me sigue cayendo mal.

— Hijo de perra — murmuro entre dientes.

Tapo la sopa y voy al sofá.

— Hora de comer — digo con una sonrisa sacándole a mi hijo de sus brazos traicioneros.

— Pensaba venir mañana también… con Mary — menos mal que estoy de espaldas a él cuando dice eso.

Frunzo mi ceño con fuerza mientras siento a Ben en su silla de bebé, frente a él pongo el plato con la sopita tibia.

— Si tu quieres, hace tiempo no sales con Ben — me siento al lado del niño para tomar la cuchara y darle sopita, tiene un añito y ya sabe hacer varias cosas.

— Hablaba de que podrías cocinar algo y comer los cuatro — mira al bebé con una sonrisa y luego a mí.

Me lo quedo mirando.

— Que hijo de puta eres, ni se te ocurra traer a esa mujer a mi casa — le suelto enojada, suelto la cuchara haciéndola sonar muy fuerte, el bebé se asusta y recién me doy cuenta de lo que acabo de hacer. 

Me levanto y lo saco de la silla, sus manitos intentan apretar mi polera, se me llenan los ojos de lágrimas, solo puedo apretarlo a mí. Es lo único que tengo.

— Me voy — dice tomando su chaqueta.

— Vete, es lo mejor que sabes hacer — le hablo fuerte.

Cierra la puerta de un portazo que debió escucharse hasta China, eso hace llorar a Ben.

Lo llevo a la habitación y me acuesto, subo mi polera para que mi bebé tome leche, dejo de llorar porque sé que eso le puede afectar.

Lo bueno es que se calma al tomar leche, le limpio su carita.

Esto no era lo que yo quería, pero el imbécil, desgraciado es bueno en la cama.

Idiota.

***

Me encuentro sentada en la cama ya lista para ir al trabajo y llevar a mi bebé a la guardería.

Sigo mirando mi celular esperando que llegue el gran mensaje que he estado esperando, pero llevo media hora más esperando de la hora que debería haber llegado, y nada.

Guardo el celular, no puedo ir más tarde al trabajo, me niego a tener otro reto del jefe gruñón.

Pero ya me di cuenta que deberé aguantarlo hasta mucho tiempo más.

— Okey Ben, hora de ir a la escuela — lo saco de su cuna, me sonríe.

Creo que sacó de su padre eso de siempre sonreir.

Aunque no me gusta eso de Shawn, en Ben es diferente, amo verlo sonreír.

— Mamá — repite cada cierto rato de camino a su guardería, lo bueno es que queda cerca de la casa.

Lo que no me espero es ver a Shawn en su maravilloso auto frente a la guardería y a su lado está esa estupenda mujer con pechos gigantes y un gran trasero que agarrar, con ese perfecto cuerpo de donde no ha salido nada.

Ben aún no ve a su padre y su padre aun no nos ve a nosotros, así que doblo por un pasaje antes de la guardería, me sé perfectamente todos los caminos, así que voy rumbo a mi trabajo, llego a una estación de buses y subo al primero que se detiene ahí.

Un joven me cede el asiento, se lo agradezco acomodando a Ben en mis piernas.

Sin querer un montón de recuerdos se me vienen a la mente.

Recuerdo que conocí a Shawn cuando entré a la universidad, estudiabamos lo mismo, administración de empresa, comenzamos a darnos cuenta del uno al otro en el momento que sacamos la misma calificación, me encantaba ser la mejor, me había propuesto ser la mejor, pero ahí estaba él, la competencia se hizo presente entre los dos, ya no estaba estudiando para que me fuera bien en un futuro, estudiaba especialmente para ganarle, las veces que hablábamos era solo para discutir, y así por unos años hasta que pasó.

Esa noche hicieron la fiesta en un hotel, lo patrocinó una bebida creo y ese idiota y yo ganamos para ir.

Me dio una cerveza, no la tomé pensando que tenía algo, me trató de gallina y terminamos tomando hasta quedar casi sin poder caminar.

Apuesto a que no eres ni capaz de llegar a una habitación — me reí — Instupido.

Es estupido — me seguí riendo, estaba borracha.

Lo sorprendí viendo mi boca, de repente me gritó algo y salimos corriendo – como pudimos – hasta llegar a una habitación, nuestras respiraciones eran pesadas, nos quedamos como idiotas mirándonos cuando ya estábamos adentro, no sé en qué estaba pensando en el momento que terminé en la misma cama con él, montandolo.

Yo soy la idiota.

Cuando supe que estaba embarazada, él lo aceptó sin mucho, dejamos de hablar si no era por el bebé. Tenía unos cuatro meses, estaba tan caliente que lo llamé, de nuevo terminamos follando, y así hasta que ya estaba a punto de tener a Ben, lo tuve y al tiempo volvimos a la cama, ahora con protección.

Pero un día hace dos meses llegó con la noticia.

Después del orgasmo se levantó de la cama, era costumbre así que no me sentí mal, tapé mi cuerpo con la sábana tapando mis pechos y lo ví vistiéndose, se dio vuelta a mí, me sonrió cosa que yo no le devolví.



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En el texto hay: amor, relatoscortos, embarazos

Editado: 26.12.2022

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