–Tu recuperación va perfecta.– Dice el médico rompiendo el silencio, ante la mirada expectante de Romano.
–¿Eso significa que ya me puedo ir?–Pregunta Ali esperanzada mientras una sonrisa se dibuja en su rostro.
–Si, está dada de alta. Pero tiene que tomar ciertas precauciones y tener cuidado. Sus heridas aún no han cicatrizado del todo y no más carreras de motos al menos por dos meses, los saltos podrían traerle problemas.–
–No se preocupe Doctor, yo me hago cargo de ella, no va a comentar ninguna locura.– Él hombre se despide y sale de la habitación dejándolos solos, y cuando lo hace, Alai comienza a guardar rápidamente todas sus cosas en su mochila. Tiene miedo de que el médico se arrepienta y la dejé allí otro día más.
–Nos vamos a casa linda...– murmura en su oído, y luego la besa de forma lenta y apasionada, arrancándole un suspiro cuando se aparta.
–No Romano... No quiero ir a tu casa, quiero volver a la mía...– Dice aún con los ojos cerrados, apartándose solo un poco de él. –Necesito mis cosas, mí espacio.–
–Alai no te puedes quedar sola ¿y si te pasa algo y no hay nadie cerca?–
–Siempre fui una persona independiente, se cuidarme sola. Si necesito ayuda, te llamo por teléfono, o a Sofía.– dice en tono calmo mientras lo obliga a mirarlo. –Además, es momento de que también vuelvas a tu vida. Dejaste muchas cosas de lado para estar conmigo estos días...–
–No hay nada que me importe más que vos.– Confiesa.
–Lo se, las palabras están de más porque ya me lo demostraste. Hiciste mucho más de lo que debías hacer por mí, pusiste tu vida entera en pausa para estar a mi lado.– Murmura la chica con una cierta sombra de melancolía. –Y te lo agradezco, de verdad, pero es momento de que todo vuelva a ser como antes.–
–¿Y si no quiero que todo vuelva a ser como antes?–
–¿A que te refieres?–
–Ali... no quería darte esto aquí. Quería preparar todo una sorpresa en mi departamento, o quizás hacer todo un bochornoso espectáculo en un lugar publico, pero no puedo esperar más. No cuando lo que tengo que decirte me esta quemando por dentro.–
–¿Que ocurre Romano? me asustas.– El chico mete su mano a su bolsillo y saca una alianza de plata dejándola boquiabierta.
–Ali... Esta es quizás la locura más grande que voy a cometer en mi vida... pero, si hay algo que aprendí después de todo esto es que la vida es demasiado corta. No sabemos donde estaremos mañana, pero sea donde sea que este, quiero tenerte a mi lado. Quiero dedicar mi existencia a hacerte feliz... y si un día fallo, ten por seguro que compartiré tu dolor, secare cada una de tus lagrimas. Quiero estar contigo en las buenas y en las malas, aunque eso suene como un ridículo cliché de telenovela...–
–En las fiestas y en las crisis nerviosas.– Logra articular la chica aún en estado de shock, con un nudo en la garganta.
–Eso suena mejor...– dice logrando que una sonrisa se dibuje en sus labios. –¿Quieres que escribamos un futuro juntos?– Alai Respira profundamente y el tiempo parece detenerse por completo. Sin saber porque, pesadas lagrimas se forman en sus ojos sin derramarse. Su corazón late tan de prisa que siente que pronto se saldrá de su pecho. Ama a Romano con todo su ser, pero dar un paso así tan rápido era algo que no tenía contemplado, que la tomo completamente por sorpresa. Su cabeza se vuelve un tornado de pensamientos, y entonces, el recuerdo de una conversación muy antigua que había tenido alguna vez con su padre volvió a su mente.
–Sabes hija...– Murmuro el hombre con la mirada perdida en el horizonte. –Todos describen al amor como un sentimiento bonito, que cuando te atrapa te puede llevar a conocer el paraíso, que hace que tu vida tenga nuevos colores, que logra que hasta tu corazón lata de forma diferente... Pero nadie te dice que el dolor también es parte de la ecuación, y que ese sentimiento, aparentemente tan hermoso, puede destruirte y hacerte sentir la criatura mas miserable sobre la tierra. Todos alguna vez soñamos con encontrar a esa persona que nos haga sentir que llegamos mas allá de las nubes, alguien que este dispuesto a entregarse por completo y nos demuestre con hechos que siente lo mismo que sentimos nosotros, todos soñamos con nuestro felices para siempre, pero no tenemos en cuenta que quizás para llegar a los brazos de la persona correcta, primero tendremos con tropezar con la persona equivocada... Nadie te cuenta que la persona equivocada puede lastimarte tanto como hacerte odiar la idea de encontrar al verdadero amor...– Las lagrimas se acumulan en los ojos de Alai mientras se le hace un nudo la garganta.
–¿Por que me dices todo esto padre?- Logra articular Alai con la voz rota, en un inútil intento de parecer indiferente ante sus sentimientos.
–Porque se que te rompieron el corazón hija. Se que en este momento lo vez todo gris, que sientes que el mundo para ti perdió sentido, no necesitas decir una sola palabra, lo leo en tus ojos... te rompieron en mil pedazos. Y créeme que haría lo que fuera por calmar tu dolor, pero solo puedo hacer esto, compartir contigo algunas palabras que tal vez te den un poco de consuelo, de alguien que ha vivido y ha sufrido mucho.
Esta mala experiencia es solo parte del camino mi pequeña, así que arriésgate y sigue a tu corazón. No te encierres detrás de cien puertas para evitar sufrir por amor, porque si lo haces, estarás muerta en vida. Amar no es nada fácil, sobretodo cuando después de que te han roto el corazón y has probado el amargo sabor de la desdicha que trae el amor no correspondido, cuando has dejado de creer en todo, pero si dejas de amar, la vida se convierte en existencia. Puede que no me creas en este momento, pero se que vas a encontrar a ese que sera el gran amor de tu vida y convertirá todo este dolor que sientes en recuerdos muy lejanos...–
Ese que había llegado para devolverle los colores a su mundo era Romano, pero tal como su padre le había dicho, el amor es arriesgarse, entregarse, saltar al vacío sin saber si el paracaídas se abrirá o no. El aire salio de sus pulmones en forma de viento helado y cerro los ojos.