90 días para enamorarnos

Complaciendo a una amiga

Capítulo 

 

 

 

Entré a casa muerta de sueño por la extensa noche que me vi obligada a pasar cumpliendo el turno de Clarisa. Mi lindo gato me recibió paseándose por mis piernas en un gesto cariñoso, yo me incliné al suelo y lo sujeté por debajo de sus patitas delanteras viendo su tierna cara peluda de nariz rosada.

 

—Mi querido Stephen, tú eres la única razón por la que trabajo y estudio al mismo tiempo, quiero salir de este cochinero cuanto antes —comenté y le di un beso para cargarlo como un bebé, lo llevé a la cocina y serví comida en su plato para irme a mi habitación a dormir unas largas horas. 

 

Recordé el acontecimiento con ese extraño, pero atractivo sujeto, aunque a decir verdad hacía tiempo que nadie me invitaba a salir, y menos de una manera tan poco ortodoxa. Y es que el tal Gael parecía de esos idiotas que en definitiva yo odiaba, sin embargo, existía una rara atracción que me generaba curiosidad, además ni siquiera sabía si él iba a llamarme y obvie cualquier alusión a un posible encuentro nuevamente, entre nosotros. 

Stephen subió a la cama para recostarse a mi lado y como solía hablar con él, y contarle las cosas que hice durante el día, comencé a relatar el incidente en el trabajo, desde luego no obtuve una respuesta o concejo, empero me generaba satisfacción poder hablar con alguien que no me dijera a cada segundo que debía cambiar y buscarme un hombre.

 Clarisa siempre tenía la solución para todo, y eso me causaba migraña, odiaba lo tan ordenada que era y el hecho de aparentar ser tan perfecta, a veces quería golpearle el rostro porque me irritaba de una forma absurda.

 

 

Dormí quién sabe cuantas horas, pero mi sueño terminó cuando Clarisa entró a mi habitación haciendo todo un escándalo, gritaba de alegría y sacudía la cama, mi pobre gato salió disparado por la puerta para huir del huracán, Clarisa. 

 

《 Te entiendo mi Stephen, yo también me iría si fuera tu 》

 

Pensé soñolienta y luego observé a mi amiga que brincaba con las rodillas sobre mi colchón. 

 

—¡Fale, estoy tan feliz! —declaró entusiasmada.

 

—Qué pasó —cuestioné acostumbrando mis ojos a la luz y bostezando. Ella mostró su mano y señaló el dedo anular donde se encontraba un precioso y costoso anillo de compromiso, la sonrisa de Clarisa no cabía en su rostro, ya que desde luego eso era lo más esperado por mi amiga desde que conoció a Deny. 

 

—Me propuso matrimonio, hoy será la fiesta de compromiso, algo muy sencillo con familiares cercanos —explicó y eché la cabeza atrás para apoyarme en la pared. 

 

—Felicidades —respondí con tranquilidad, ella frunció el entrecejo y cruzó los brazos. 

 

—¿Solo eso? Fale, tú eres mi mejor amiga, pensé que estarías más feliz por mí —instó casi llorando, y torcí los ojos.

 

—Sabes que no soy de demostrar afecto ni emociones, pero me alegro mucho por ti Clarisa, espero que ustedes tengan una vida llena de felicidad —fue lo más forzado que pude sacar en toda mi vida y ella saltó sobre mí para abrazarme. 

 

—Gracias Fale, te quiero tanto —exclamó apretando mi cuello y casi dejándome sin aliento. Luego me soltó bruscamente y me miró a los ojos. Por cierto, tú serás mi dama de honor —confesó y parpadeé estupefacta.

 

—¿Qué? No, Clarisa, por favor sabes que odio la atención —me negué, ya que eso sería un problema con mi miedo a hablar en público. Saber que todos tendrían la atención sobre mí, iba a causarme náuseas y seguramente vomitaría encima de su vestido.

 

—Fale, por favor, no me hagas esto, eres la única persona que quiero ahí acompañándome como mi dama de honor —insistió haciendo gestos de cachorro y solté un largo suspiro lleno de frustración, ya que podía irritarme muchas veces, pero era imposible negar que yo quería a esa tonta. Pocas veces le decía que no, al menos que fuera algo bastante extremo y, sin embargo, lo pensaba antes de darle una respuesta, completamente, negativa. 

 

Como aquella vez que estúpidamente, acepté ir con ella a los rápidos y terminé con un casi parto cardíaco, le gustaba la adrenalina y cosas ridículas como ver la vida, pasar frente a sus ojos, pero a mí no.

 

—Clarisa —dije su nombre, e hizo un puchero que terminó por convencerme—, Rayos, siempre te sales con la tuya —me quejé y amplió una gran sonrisa dándome un beso en la mejilla. 

 

—Eso es lo que hago Fale, soy buena, ¿no? —se halagó así misma y puse los ojos en blanco—. Por cierto, debes acompañarme al centro comercial, quiero elegir un hermoso vestido para esta noche, necesito dar una buena impresión a mis suegros y también a los invitados, y por supuesto tú también lucirás espectacular —manifestó y mis ojos estaban a punto de salirse porque las cosas iban más rápido que yo.

 

—De verdad, tengo que salir, estoy muy cansada Clarisa, ayer fue una noche larga, un idiota arruinó mi serie favorita y luego… —hice una pausa y ella me observó a la espera de que prosiguiera.

 

—¿Y luego qué? Cuenta, qué pasó —indagó, pero yo sabía como se iba a poner, Clarisa me presionaba mucho en buscar novio y por esa razón terminaba yendo rápido a las cosas y me juntaba con idiotas. 

 

—Nada, solo que la noche fue muy larga —Obvie la parte de la discusión y luego invitación que ese sujeto me había hecho.

 

—Jum, sé que mientes. Te conozco Fale, y estoy segura de que me ocultas algo —agregó y para terminar con el tema, tuve que fingir estar animada por ir al centro comercial. 

 

—Te juro que no, ahora vamos a arreglarnos para ir por esos vestidos, ya quiero ver como me queda uno de esos —señalé con falso entusiasmo. 

 

—¡Genial! —exclamó aplaudiendo—, Te veo afuera cuando estés lista para que salgamos.




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