Capítulo
Lo observé marcharse a través de la ventana, no podía sacarme de la cabeza esa idea de que las manos sucias de Jack estaban metidas en ese asunto, quería asegurarme a dónde iría y recordé que en una ocasión coloqué GPS en su motocicleta, claro, fue en ese tiempo donde me dejé llevar por la tarada de Clarisa, ella también lo hizo con su esposo Dany para saber todos sus movimientos y aunque después me arrepentí de hacer algo tan estúpido, en esa ocasión era necesario.
Entré a la computadora y activé la aplicación, no tardó en revelar que Gael estaba en un club a unas calles del parque central, no tenía idea por qué rayos sentía tanta impotencia.
Me levanté de la computadora para arreglarme y luego salí en tomando un taxi, le indiqué la dirección al chófer que estuvo ahí en menos de 30 minutos. Admiré el club que destellaba luces, neón y una gran fila a la espera de entrar, lo que me llevó a la conclusión de cómo entrar a ese lugar sin fallar en el intento y utilizando la astucia pensé en la idea de que Jack al frecuentar tantos clubes, podía ser que tenía licencia abierta para entrar.
Caminé segura de mí misma y algunos silbidos se escaparon de la fila, otros comentarios mezcladas de halagos con obscenidades fueron lanzados a mi persona, sin embargo, ignoré todos y cada uno de ellos. Me acerqué a la entrada y le dediqué una sonrisa al guardia que estaba atravesado impidiendo así la entrada para cualquier persona.
—Hola, cariño, sabes Jack me invitó, pero no contesta mis llamadas, seguramente está muy buena la cosa ahí adentro —bromeé explicando y el hombre me detalló de pies a cabeza antes de abrirme paso sin hacer preguntas. Después de pasar abrí la boca respirando con normalidad porque mientras rogaba porque ese sujeto me dejara entrar, había dejado de hacerlo.
El pasillo era largo con más luces neón, al adentrarme en ese espacio amplio y a la vez estrecho por la cantidad de personas abarrotadas, supe que no iba a poder ser fácil ver a Gael. Me acerqué a la barra pasando apretujada entre la multitud para apoyarme, empero no tardó en que un idiota se acercara para ofrecerme una bebida, miré el vaso dándome cuenta de que en el fondo la bebida estaba adulterada.
—No gracias —negué y a pesar de que siguió insistiendo, lo confronté para que me dejara en paz—. Mira, sé que le echaste algo al trago, ahora si no me dejas tranquila, voy a sacar mi Taser de la bolsa y te voy a dar una descarga en las pelotas, ¿entiendes? —advertí y abrió los ojos muy grandes para marcharse. De pronto mis ojos se alzaron hasta la terraza del club donde parecía ser el área vip, donde Gael se encontraba reunido con ese grupo de chicos que yo detestaba. El principal era Jack a quien yo odiaba con ganas, ese malnacido siempre hablaba mal de mí, como que yo era una tirana o no le permitía salir a ningún lado con sus “amigos”
Sabía bien que no me sería permitido subir ahí, además de eso estaba presenciando un show privado que una mujerzuela estaba haciendo para él, mis dientes crujieron de la ira y apreté los puños deseando castrarlo, no obstante se me ocurrió una magnífica idea.
—Ya verás —dije caminado hasta la plataforma del club, ahí pedí al anfitrión dejarme subir y no dudó ni por un instante en permitirlo. Cuando era niña siempre me gustó cantar y bailar, aunque de grande odié eso; sin embargo, la idea de hacerlo otra vez no podía sonar tan mal y Gael iba a arrepentirse de venir a ese lugar para que otra mujer le restregara el trasero y pechos justo en la cara.
Me coloqué de espaldas al público con el micrófono en las manos, las cuales me temblaban, cerré los ojos e hice una señal al DJ quién soltó una canción de Katy Perry, Roar, era bastante conocida por todo el mundo y pues yo no estaba excepta de saberla. Así que comencé a dar lo mejor de mi en ese escenario haciendo movimientos ágiles y provocativos, mientras la euforia en el lugar estaba en su máximo apogeo. Yo olvidé a Gael por un momento, pero de la nada cayó del cielo sobre la dura madera del escenario.
Me quedé atónita porque no pensé que fuera a llegar tan lejos, lo ayudé a ponerse de pie y en su rostro se denotaba que el golpe fue duro.
—Estás bien —pregunté preocupada.
—Siento que me rompí todas las costillas —contestó ahogando el dolor, se levantó del suelo y vio a todos que estaban muy atentos a lo que ocurriría próximamente, empero me sujetó de la mano para arrastrarme fuera del club. Las personas empezaron a abuchear porque sin duda querían más del show.
—A dónde me llevas, déjame —exigí endureciendo el cuerpo.
—¿A dónde crees? Lejos de aquí, no estás vestida apropiadamente, además qué rayos pretendes con hacer estos showcitos delante de todos estos pervertidos —me regañó y de verdad que no podía creer la cantidad de descaro.
—Suéltame —advertí—, No me quiero ir, si tú tienes derecho a divertirte, yo también —rezongué, pero hizo caso omiso a mi petición. Me sacó del lugar y antes de llevarme a la motocicleta, uno de los sujetos que estaba dentro del club, me apretó el trasero. Volteé para verlo y no dudé en soltarle un puñetazo. Gael no entendió lo que sucedía, pero tampoco se quedó atrás y se fue encima del tipo.
En menos de un segundo otros dos sujetos aparecieron para atacarlo, yo salté a la espalda de uno apretando su cuello y arañando su rostro, luego se unieron a la pelea Jack y los otros amigos de Gael, entonces todo se volvió un caos. La gente estaba enloquecida sin darnos cuenta, provocamos un gran disturbio en el club y la policía no demoró en llegar, mi esposo me tomó de la mano llevándome fuera de ese alboroto, subiéndome a la motocicleta, nos largamos de ahí en tanto fuera posible y a toda velocidad porque obviamente ninguno quería ir a la cárcel.