Capítulo:
Seguíamos en busca de pistas y aún no teníamos suerte. Realmente, dentro de mí anhelaba encontrarlo, porque pensar en perder a Meki me generaba una sobrecarga que inevitablemente provocaba que respirara con frustración.
—Fale, Gael está haciendo señas; al parecer sabe algo —indicó Clarisa, mirando en dirección a donde se encontraba Gael. Deny y yo también dirigimos nuestra atención y lo observamos acercarse hacia el auto. Cuando el vidrio de la ventanilla bajó, él asomó su rostro por el lado del asiento del conductor, donde estaba Deny, y nos contempló a todos, en especial a mí.
—Josh dice que aún no han logrado encontrar nada allá, pero que Are tiene idea de quién pudo haberse llevado a Meki —explicó con detenimiento, con una mirada seria.
—¿Quién? —quise saber, y suspiró.
—Al parecer, el idiota conductor del programa de los 90 días estuvo en casa cuando nosotros no estábamos; quería hablar sobre algo, pero Are y Josh le dijeron que habíamos salido. Justo después de que él se fue, Meki ya no estaba —detalló la escena, y contuve la respiración.
No sabíamos si realmente era posible que ese cretino se hubiera llevado a Meki, pero de ser así, le arrancaría los ojos con mis propias manos y luego se los daría de comer a los cuervos.
—¿Qué estamos esperando? —intervine con exasperación, mostrando mi descontento mientras apretaba los puños.
—Fale, entiendo que estés preocupada, pero ninguno de nosotros sabe dónde vive ese tipo. Lo único que podemos hacer es intentar localizarlo y rogar porque haya sido él quien se llevó a Meki y lo devuelva —mencionó, intentando parecer calmado, pero yo conocía a Gael lo suficiente como para notar sus dedos golpeando instintivamente la base de la ventanilla, sus ojos recorriendo los alrededores sin poder quedarse quieto, y finalmente, el morderse el labio inferior que también lo delataba.
Estaba segura de que estaba planeando algo; no encontraría tranquilidad hasta hallar la forma de llegar a ese conductor.
—Chicos, sé que esto les sonará a locura, pero una cabeza fría piensa mejor… ¿no quieren ir por un café o algo de comer para reflexionar mejor sobre la situación? —propuso Deny. A pesar de que quería negarme, tenía razón. Necesitábamos respirar y pensar con claridad para idear un plan para hallar a Meki.
Acepté, pero esta vez decidí irme con Gael. Ya había hecho suficiente y, a pesar de que por el momento no estábamos en los mejores términos, quizás podíamos hacer una tregua corta hasta que Meki apareciera y luego volver a la normalidad de nuestras vidas, que consistía en intentar asesinarnos el uno al otro.
Subí a la motocicleta y sentí la vibración del motor. La noche estaba helada y la luna brillaba en todo su esplendor. La brisa otoñal me golpeaba con ímpetu, y quizás eso fue suficiente para que experimentara un pequeño instante de paz después de tanto caos.
Apreté la cintura de Gael al sentir que aceleraba. Estiré el rostro un poco hacia atrás para disfrutar del aire fresco golpeando mi piel y revolviendo mi cabello.
Entonces empecé a recordar los momentos con Meki: él era mi mejor amigo y compañero, siempre estaba para mí, aunque yo no lo mereciera.
Mi pecho se contrajo, como si un yunque me aplastara, impidiéndome expandir los pulmones para respirar. Pronto recosté mi cabeza en la espalda de Gael y dejé que las lágrimas recorrieran mis mejillas. Volaban con la brisa, enfriándose al caer sobre mi rostro y dejando una sensación de densidad en mi interior.
Cuando llegamos a la cafetería, Gael me miró, preguntando si estaba bien. Me limité a asentir, y luego sus manos se posaron suavemente en mis mejillas.
—Fale, te juré que iba a encontrar a Meki, y lo voy a cumplir —declaró con seguridad. Besó mi frente con ternura, y una ligera electricidad recorrió mi cuerpo desde la columna en todas direcciones.
Gael aún tiene ese poder sobre mí.
Le dediqué una media sonrisa y llevé también mi mano a su mejilla.
—Gracias —pude decir finalmente, y ambos entramos a la tienda para calentarnos.
Ya en el lugar, los cuatro nos sentamos en una mesa y pedimos un café cada uno. Intentábamos pensar a dónde pudo ir Meki, pero prácticamente habíamos recorrido todo el vecindario sin resultados positivos.
Clarisa y Deny discutían posibles lugares donde buscar y también pensaban imprimir fotos de Meki para pegarlas en todos lados. Yo los observaba en silencio, porque mi cuerpo y mente giraban en torno a todos los problemas que habían surgido últimamente. Parecía que todo iba de mal en peor y que no podía estar ni un segundo feliz junto a Gael, porque justo al reconciliarnos, los problemas aparecían como si tuviéramos un imán para ellos.
O tal vez… simplemente no estábamos destinados a estar juntos.
Me respondí a mí misma, y mi estómago se contrajo. Era extraña la sensación: las manos sudaban, el corazón latía más rápido y la respiración se aceleraba al pensar que podía estar lejos de él.
—Fale —Gael tocó mi hombro con suavidad—.
Lo miré, un poco ida, sumergida en un mar de pensamientos como si me hubiera subido a un bote navegando en ellos hasta perderme en el océano de posibilidades y temores.
—¿Sí? —respondí confundida, sin notar que Clarisa y Deny no estaban en la mesa.
¿A dónde fueron? —pensé, buscándolos con la mirada.
—Clarisa fue al baño y Deny a hacer una llamada; al parecer conoce a alguien que nos puede ayudar a hacer los folletos con la foto de Meki —explicó a detalle. Suspiré con melancolía, apoyando la mejilla en mi mano.
—Gael, sabes, yo… —hice una pausa para verlo a los ojos—. Creo que fui muy dura contigo —intenté disculparme, y él negó con suavidad.
—Fale, yo fui un idiota y realmente lo siento. No debí decirte eso y me siento un cretino por meter la pata contigo de nuevo —confesó, moviendo los dedos de forma instintiva.
—Sabes, he pensado en todo esto —abrí nuevamente el hilo a esa conversación que temía —. No sé cómo explicarlo, pero es difícil estar lejos de ti, Gael. Sé que puedo parecer dura y obstinada, pero yo… —mi frase quedó en el aire porque Deny entró agitado acercándose a nuestra mesa.
Editado: 16.11.2025