Capítulo 3:
Clarisa casi no podía contener la emoción. Desde que el test marcó positivo, no había pasado ni cinco minutos sin que sonriera como si escondiera un tesoro.
—No puedo creerlo, Fale. ¡Vas a ser mamá! —dijo, por quinta vez en la misma noche, mientras la abrazaba con fuerza.
Fale sonrió, pero la tomó suavemente de los brazos.
—Lo sé, pero prométeme algo, ¿sí?
—Lo que sea —respondió Clarisa, con los ojos brillantes.
—No se lo digas a nadie todavía. Ni a Deny, ni a Gael, ni a nadie. Quiero esperar.
Clarisa abrió la boca como si acabara de escuchar una blasfemia.
—¿Esperar? ¿Cómo que esperar? Esto es enorme, Fale. ¡Enorme! ¿Cómo voy a quedarme callada?
—Por favor —insistió ella con voz suave—. No quiero decir nada hasta estar más segura, hasta que todo esté bien.
Clarisa suspiró, cruzándose de brazos.
—Sabes que no me gustan los secretos.
—Lo sé —dijo Fale sonriendo—. Pero este… este quiero guardarlo un poquito más.
Clarisa la miró con ternura, finalmente rindiéndose.
—Está bien. Lo juro. No diré ni una palabra. Pero me va a costar muchísimo.
Fale rió.
—Confío en ti.
Y aunque Clarisa aceptó, todos los días tenía que recordarse a sí misma no soltarlo por accidente.
Los días pasaron, y Fale empezó a pensar en cómo contárselo a Gael de una forma especial. Él era atento, amoroso, pero terriblemente despistado. Así que decidió dejarle pequeñas pistas.
La primera fue un oso de peluche azul que compró en una tienda de bebés. Lo envolvió con papel celeste y se lo entregó una noche, mientras veían una película.
—¿Y esto? —preguntó Gael, sorprendido.
—Solo un detalle —respondió ella, sonriendo.
Gael lo observó con una ceja levantada.
—¿Un oso azul?
—Me pareció tierno —dijo Fale encogiéndose de hombros.
Él lo sostuvo con cuidado, sonriendo con cariño.
—Lo es. Y me encanta. Gracias, amor.
Fale esperó una reacción distinta, una chispa de entendimiento… pero no llegó. Él simplemente lo colocó sobre el sofá y siguió viendo la película, abrazándola.
Ok, pista número uno: fallida.
La segunda pista fue aún más ingeniosa.
Durante una de sus salidas, Fale le entregó una playera blanca con letras grandes impresas en azul.
—¿Qué dice? —preguntó Gael, riendo, mientras la desplegaba.
—Es una sorpresa —respondió ella con aire misterioso.
Él leyó la frase en noruego, pero no entendió ni una palabra.
—Fale, cariño, no tengo idea de lo que esto dice.
—Significa “Soy muy cool” —improvisó ella, reprimiendo una sonrisa traviesa.
Gael se rió, se la probó frente al espejo y la usó con orgullo.
—Pues me queda perfecta.
Fale casi suelta la risa al ver cómo él posaba, sin sospechar que la frase en realidad decía:
“Voy a ser papá.”
Durante los días siguientes, Gael empezó a usarla con frecuencia. Una mañana, mientras hacía fila en un Starbucks, un hombre mayor con acento extranjero le sonrió.
—¡Felicidades, amigo! —le dijo en noruego.
Gael sonrió, levantando su vaso de café.
—Gracias —respondió, sin tener idea de por qué lo felicitaban.
Cuando llegó a casa, le contó a Fale lo ocurrido.
—Fue raro. Un tipo me felicitó por la camiseta. Supongo que le gustó el diseño.
Fale apenas pudo contener la risa.
Segunda pista: tampoco la entendió.
Así pasaron las semanas, entre risas y silencios cómplices. Fale se sentía cada vez más impaciente. Lo amaba, y moría de ganas de ver su rostro cuando finalmente lo supiera.
La oportunidad perfecta llegó una tarde de domingo, cuando Deny y Clarisa organizaron una parrillada en su casa. El patio estaba lleno de luces pequeñas y el aroma del carbón flotaba en el aire.
—¡Gael, ven a probar esta hamburguesa! —gritó Deny desde la parrilla.
Gael, con una cerveza en la mano y la camiseta “Soy muy cool”, se acercó riendo. Fale estaba sentada junto a Clarisa, cómplices de un secreto que apenas podían contener.
Clarisa se inclinó hacia ella.
—¿Lista?
—Más que lista —respondió Fale, conteniendo una sonrisa nerviosa.
Entre risas y bromas, Deny sirvió la comida y Fale aprovechó el momento para sacar un paquete de servilletas que había mandado a imprimir especialmente: la imagen de su primera ecografía, con una frase que decía “Felicidades, vas a ser papá”.
Las colocó discretamente junto a los platos.
Gael se sentó, empezó a comer su hamburguesa sin levantar la vista, totalmente ajeno al detalle.
Deny fue el primero en notarlo. Tomó una servilleta, la miró de cerca y sus ojos se abrieron como platos.
—No puede ser… —murmuró, alzando la vista hacia Fale.
Ella asintió con una sonrisa contenida.
Deny soltó una carcajada, se levantó de inmediato y la abrazó.
—¡Felicidades, Fale!
Gael los miró confundido, con la boca llena de hamburguesa.
—¿Qué pasa? Hoy no es tu cumpleaños.
Clarisa ya reía a carcajadas, y Deny señaló su plato.
—Mira la servilleta, genio.
Gael frunció el ceño, tomó la servilleta y leyó lentamente la impresión.
Felicidades, vas a ser papá.
El silencio cayó unos segundos mientras la frase se asentaba. Luego levantó la mirada hacia Fale, que lo observaba con ternura y los ojos llenos de lágrimas.
—¿De verdad? —preguntó, apenas en un susurro.
Ella asintió, sin poder hablar.
Gael dejó caer la hamburguesa, completamente en shock.
—¿Entonces el oso…?
—Sí —respondió ella con una sonrisa temblorosa.
—¿Y la playera?
—También —contestó Fale, riendo suavemente.
Gael se levantó de golpe, corrió hacia ella y la alzó entre sus brazos, girándola en el aire mientras la besaba con intensidad.
—¡Gael! —gritó Clarisa—. ¡Ten cuidado! Ella está embarazada.
Él se detuvo, todavía sosteniéndola, y la miró con una mezcla de amor y asombro absoluto.
Editado: 16.11.2025