90 minutos para enamorarnos

Capítulo 1: El accidente

Summer iba saliendo de su departamento, vestida con un traje formal que consistía en una falda ajustada de color negro junto a su blazer en conjunto que cubría la camisa rosa que había seleccionado especialmente para ese día.

Era veinticuatro de diciembre, todo el mundo estaba eufórico por las fechas y parecía que ella era la única que no deseaba que llegara el día de mañana. Así había sido durante los últimos tres años desde que su padre falleció y posteriormente, cuando su madre encontró una nueva pareja, evitó volver a casa decidiendo pasar el día trabajando las horas extras que nadie tenía tiempo para cubrir.

Hoy no sería la excepción.

La vida de Summer estaba planeada con días de antelación, tenía un horario fijo para mantener su mundo bajo control y los accidentes no formaban parte de su vida. Debía de tardar aproximadamente 7 minutos para bajar por el ascensor, después de ello saldría del edificio directamente a su auto logrando evitar las horas de tráfico y llegar a la oficina en los próximos 20 minutos.

Odiaba la impuntualidad y sobre todo cuando se ponía como pretexto que el tráfico había impedido que llegara a la hora indicada. Si quieres que los demás sean responsables, se debía comenzar con uno mismo. Para lograrlo, se aseguraba de seguir su agenda al pie de la letra.

Cuando ingresa a las paredes metálicas del elevador, saluda a su vecino con un asentimiento. Eran escasas las veces en que se encontraba con aquel chico de cabello claro y ojos de un intenso color gris. Para Summer, aquel hombre era completamente opuesto a ella y siempre que tuviera la oportunidad de evitarlo, lo haría.

Aprieta el botón que marca el piso del estacionamiento y espera a que el viaje comience, manteniendo su distancia del otro. Intenta con todas sus fuerzas evitar rodar los ojos ante la corbata de santa que vestía orgullosamente su vecino acompañada de ese espantoso traje color rojo.

El ascensor comienza a bajar, Summer observa su reflejo en una de las paredes de metal, sus mejillas se alzan en una sonrisa ligera al ver que todo marcha según lo planeado. De repente, aquella constante velocidad se vuelve más rápida y provoca que cierre sus ojos mientras se aferra con fuerza del tubo que estaba a la altura de cadera.

Cierra sus ojos sujetando su pecho tratando de calmar sus acelerados latidos que podrían ser los últimos. Comienza a rogar al cielo que le permita llegar a fin de mes donde su sueldo se habrá duplicado por las horas extras que hará hoy y el 31 de diciembre, quería disfrutar ese dinero extra que tendría en sus manos. Por lo menos un par de horas.

El elevador se detiene abruptamente y cuando la chica abre sus ojos, observando los botones que brillaban con una luz led, se da cuenta que se habían quedado en el piso 13. Las luces parpadeaban y después de asegurarse que no habría un movimiento repentino, sus manos vuelven a su lugar en sus costados.

No podía creer que se había quedado atrapada con un hombre que parecía más bien un duendecillo de Santa. Debía de ser una broma. Una muy terrible.

Lo primero que piensa es en apretar el botón de emergencia que se encuentra en todos los ascensores, lo hace y luego de las dos siguientes veces en que lo intenta, se da cuenta de que no estaba funcionando. Qué gran suerte la de ella. Justo estaba pasando por esto en Nochebuena, como si el universo se encargara de que quisiera odiar aún más las fechas.

Por medio de las paredes metálicas observa al hombre de rojo, en su rostro adornaba una pequeña sonrisa. Summer inmediatamente frunce su ceño, ¿Acaso el chico estaba loco? ¿Por qué estaba sonriendo cuando estaban atrapados en un elevador sin señal y totalmente aislados del mundo?

Podrían llegar a morir y nadie se enteraría hasta que sus cuerpos estuvieran en descomposición. Entonces Copo, la pequeña gata de color blanco de Summer, quedaría abandonada sin nadie que se hiciera cargo de ella.

Copo era el contacto más cercano que tenía con alguien, ya fuera humano o animal. Además, siempre sería especial, la había encontrado cuando volvía del funeral de su padre y había mantenido su mente ocupada como para ponerse a llorar porque la persona más importante para ella había abandonado este mundo.

Después de la pérdida de un ser querido, todas aquellas celebraciones especiales duelen más. Como Navidad o Año Nuevo. Así que era mejor mantenerse encerrada en una oficina que volver a casa y encontrar vacía la silla donde su padre solía sentarse. O ver aquellos fantasmas de recuerdos que permanecían en casa y luego estaba el novio de su madre.

Summer no tenía ganas de convivir con ellos, nunca había pensado que su madre podría volver a encontrar a alguien después de su padre, sin embargo lo hizo y no tiene idea de cómo debería sentirse con ello.  ¿Había sido tan fácil borrar todos los recuerdos? Porque ella todavía no podía y no cree que esté cerca de olvidar la falta que le hacía.

—Deberías dejar de fruncir el ceño, tu frente se arrugará— escucha una voz ronca hablarle y gira su rostro para encontrase con el hombre del traje rojo.

—¿Disculpa?— responde Summer, con evidente molestia en su voz.

—Dije que deberías de dejar de fruncir el ceño y relajarte, tu rostro se arrugará y sinceramente eres guapa como para que eso suceda— la sonrisa en su rostro crece y eso provoca que el ceño fruncido de Summer se vuelva más profundo.



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En el texto hay: navidad, amor, elevador

Editado: 19.12.2021

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