A 137 kilómetros de ti

2016: seis

No dejo de jugar con mis manos, los pensamientos de mi cabeza son un remolino, no puedo pronunciar ninguna palabra y solo sigo mirando la comida con el estómago revuelto, esperando que se desaparezca por arte de magia y así no tendré que alimentarme.

Aunque todos hablan, y de vez en cuando me miran queriendo averiguar el porqué de mi extraño comportamiento, sigo ignorándolos, concentrándome en ordenar mis sentimientos y no caer desmayada por un ataque de pánico, si eso ocurriera, preferiría mil veces no volver a despertar a hacerlo y ver a Owen burlándose a carcajadas.

Vuelvo a la realidad cuando mi hermano me patea por debajo de la mesa, abro la boca para gritar y en lugar de hacerlo, guardo silencio para que nadie pregunte lo que está ocurriendo. Volteo al lado derecho que es donde está y lo miro molesta, a cambio solo recibo una sonrisa de su parte.

Me encuentro en una enorme crisis, tanto que ya estoy pensando tomar un taxi para que me lleve a la estación de autobuses y regresar a Puebla con mis papás. No sería muy factible y fácil de realizar, pero sigo considerándolo.

Max me toca el hombro, giro para verlo con una sonrisa agradable intentando averiguar qué es lo que necesita y señala mi plato preguntándome si lo comeré, lo pienso por unos segundos observando a la gente que está sentada en la mesa, dándome cuenta que están muy distraídos como para darse cuenta que se lo daré al pequeño, le guiño un ojo y con cuidado de no ser descubierta se lo doy, al terminar de hacerlo, suspiro tranquila porque nadie se percató de lo que acaba de pasar y en ese preciso momento en que por primera vez desde que llegué a la casa siento algo de paz, se esfuma.

Las personas voltean para ver quién acaba de entrar, pero no puedo, siento como todo mi cuerpo pesa una tonelada que es imposible que me mueva, estoy estática dando la espalda y con mi corazón latiendo rápido, ansiosa de escuchar la voz y averiguar quién es.

Grave error pensar que eso me tranquilizaría.

Al escucharlo decir un simple "hola, familia" siento como todo mi cuerpo se quiere ir de lado para caerse de la silla, por suerte, Owen logra agarrarme confundido por como estoy reaccionando y para intentar guardar la calma empiezo respirar lo más lento posible. No sirve de nada.

No puedo soportarlo más y volteo a mi lado izquierdo para verlo saludar de manera alegre a mi tía, mi boca se pone totalmente seca, mis manos dejan de jugar entre ellas y lo único que logro escuchar son los latidos de mi corazón, que pareciese que está por salirse. En cuanto él levanta la mirada se topa con la mía, también se queda estático y traga saliva, nervioso, pudimos ver durado de esa manera todo el día, pero su abuela se levanta y lo enrolla en un cálido abrazo ocasionando que nuestro contacto visual se rompa y ahora esté tranquilizándome para no ir y lanzarme a hacer lo mismo que ella.

Sigue idéntico al año pasado o al menos eso me parece. Sus rizos despeinados, sus interesantes ojos y la maravillosa sonrisa que le da a cada uno. Estoy intentando no parpadear para guardar en mi memoria cada detalle de su cuerpo.

Mi piel se eriza y una sonrisa gigante aparece en mi rostro sin percatarme. El recuerdo de hace un año donde nos estamos despidiendo y yo hago mi mayor esfuerzo para no llorar, llega de inmediato a mi memoria al encontrarme a tan solo un metro de distancia, luego de ver estado a kilómetros y solo poder pensar en Alec, sin saber si estaba bien o seguiría pensando en mí de la misma manera como yo lo hacía con él.

El chico saluda primero a mi hermano y después se coloca en seguida de mí, la tensión se siente tanto que todas las miradas de la familia, están sobre nosotros para averiguar qué es lo que haremos, de cierta manera entiendo la enorme curiosidad que se apodera de ellos, debido a que tienen cierto conocimiento de lo ocurrido en el verano pasado, solo que no saben nada acerca del extraño trato que decidimos hacer para intentar resolver el extraño romance que se estaba formando.

Por primera vez es, lo que menos me importa es pensar en los demás antes que en mí y quiero enrollarme en sus brazos, pero mis ordénenos no son escuchadas por mis músculos y solo sigo de pie frente a Alec, el cual me sonríe para negar con la cabeza, y en un rápido movimiento me toma de la espalda para pegarme a su pecho envolviéndome en sus brazos con fuerza, deja caer su cabeza arriba de la mía y da un largo suspiro, reacciono y lo abrazo con fuerza, sintiendo una paz increíble.

—Hola —murmura en mi oído y da una pequeña y corta risa, que me indica que puede encontrarse nervioso.

—Hola —respondo cuando echamos nuestras cabezas hacía atrás y así poder vernos.

Con lentitud nos separamos al percatarnos que seguimos en presencia de los demás, giro para volver a verlos un poco apenada por lo que acaba de suceder y en seguida tomo asiento sin decir alguna otra palabra, intentando que olviden lo sucedido. Alec con una rapidez impresionante, convence a su hermano de cambiarse de silla y se sienta a mi lado izquierdo.

El silencio sigue presente en toda la casa, lo que provoca que empiece a sentirme algo incomoda por verlo ocasionado, Owen se da cuenta y para finalizar ese momento que se está creando inicia una conversación, a la cual los demás se suman sin rechistar.

Sigo en silencio, con la vista puesta en mi plato vacío, tratando de asimilar lo que ocurrió. Soy interrumpida al sentir como Alec entrelaza su mano con la mía por debajo de la mesa, lo que me lleva a voltear para mirarlo sin pensar antes, dándome cuenta que él ya lo está haciendo dulcemente, provocando que quiera irme de donde estamos para poder estar a solas con él, platicar de tantas cosas, besarlo hasta que mis labios no puedan más y abrazarlo con todas mis fuerzas.

Como si pudiera leerme la mente, se pone de pie sin soltarme la mano captando la atención de los presentes, los cuales al ver que yo también me levanto, con todas sus fuerzas, intentan ignorarnos para darnos nuestro espacio, lo que agradezco demasiado.




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