A 137 kilómetros de ti

2016: siete

Sigo viendo la película y comiendo palomitas, aparentando que estoy poniendo toda mi atención en el televisor cuando no es así, estoy metida en mis pensamientos, intentando buscar una buena manera de pedir permiso a mis tíos sin tener que dar explicaciones, aunque conociéndolos van a pedir hasta el último detalle y hasta yo misma desconozco cosas, por lo cual, no sabré que responder y entraré en una crisis existencial queriendo averiguarlo de una vez por todas.

Por desgracia, tengo que hablar antes que nos retiremos a nuestras habitaciones. Debo de armarme de valor. Tal vez decidan aceptar sin mencionar algo, ya que tienen más o menos una idea de lo que ocurre, pero con Owen presente nada será sencillo.

Aparecen los créditos y mi hermano se levanta a prender las luces, mientras mi tío apaga la televisión, indicando que es hora de marcharnos, yo me quedo sentada, sintiendo un enorme nudo en la garganta, que aunque lo intente no puedo pronunciar palabra alguna, trato de evitar sus miradas para que no averigüen que algo me ocurre, así que ambos se retiran a sus recámaras y yo me tiro en el sillón sintiéndome una cobarde por no ver dicho nada, siento como un enorme cuerpo cae arriba de mí sofocándome toda, comienzo a golpear su espalda suplicando que se quite para volver a respirar y al no querer hacerlo, de una manera u otra logro conseguir fuerza para tirarlo al suelo, donde se da un buen golpe en la cabeza y me levanto para salir corriendo a mi cama, antes de que decida vengarse.

Al llegar, me lanzó con el móvil en la mano y releo el mensaje por octava vez, mi corazón palpita y mi cuerpo tiembla emocionada por lo que leo, solo que en cuanto la pantalla se oscurece el miedo llega de nuevo y la duda de no saber cómo preguntarles a las personas que están a cargo de mí, aparecen y se quedan presentes.

Encontrarme tan nerviosa es algo tonto e irónico porque siempre les he tenido demasiada confianza, son como mis segundos padres, todo lo que me ocurre ellos se enteran, no importa que esté en mi ciudad, cada fin de semana antes de ir a dormir, les doy un resumen de como estuvo mi semana y si hubo un chisme o algún drama de mi vida, ellos me dan su opinión, consejo y hasta queja de la situación.

Conozco la razón del porque no puedo hacerlo, pero admitírmelo, no estaría para nada bien y entraría a un lugar que me niego a pisar, sin importar que pase, no voy a acceder.

Negar los sentimientos no siempre es lo mejor y mucho menos obligarme a cambiarlos ya que puedo llegar a un punto en que estos pueden explotar, juntándose todos y formando una confusión inmensa que ni yo misma pueda comprender, pero sin duda es lo más sencillo que hay para protegerte... de lo que sea que haya con lo malo de mostrar los sentimientos.

Siempre he pensado que déjame ver tal y como soy, es una muestra de debilidad, permite que los demás entren en ti de una manera tan profunda que si hacen algo malo, te destruyen por completo y cuando te rompen desde adentro resulta casi imposible sanar, lo peor de mi teoría y casi instructivo de vida, es que nadie me ha quebrado, ninguna persona me ha lastimado y aun así, sigo pensando de esa manera.

La mañana ha llegado, me encuentro sentada en el comedor desayunando lo que preparé en esta ocasión con los demás haciéndome compañía y platicando un poco entre ellos.

Dejo el cubierto en el plato y levanto la cabeza para mirar a los adultos, mis pensamientos dan mil vueltas, cientos de excusas y miedos aparecen y una vocecita grita que no diga nada, suplica que siga en silencio y lo odio, odio sumirme a esa voz de mi interior, la que hace que me prohíba y pierda tantas cosas por seguir sus órdenes.

Suelto un gran suspiro y aunque la vocecita aumenta de sonido y sigue diciéndome cosas para que no me atreva a abrir la boca, lo hago.

—Alec me invitó a un concierto —suelto rápido y se giran a verme, pero el miedo ha desaparecido—. Es hoy en la noche a las ocho, dijo que pasaría por mí y me traería de vuelta ¿puedo ir?

Se miran entre ellos y espero ansiosa de que hablen, estoy segura que tardan en decir algo para torturarme. Los conozco tan bien.

—Solo si respondes una sencilla pregunta.

Mi mayor temor ha comenzado y no hay vuelta atrás, hora de enfrentarlo.

—¿Qué tanto te gusta Alec? Del 1 al 10 —pregunta mi tío emocionado y ruedo los ojos riéndome, eso sí que no me lo esperaba, solo muevo la cabeza de un lado a otro, negándome a contestar.

—Si no respondes, no puedes salir—habla segura mi tía y entrecierro los ojos haciendo una mueca porque me acaba de colocar entre la espada y la pared.

—Un dos —respondo y me dispongo a comer escuchando las quejas y burlas de todos, porque no me creen para nada, ni yo lo hago, fue la peor mentira que he dicho en toda mi vida y vaya que digo muchas.

Agradezco que hoy no me toca lavar los trastos, debido a que hay bastantes, eso provoca que el enojo que Owen siente en estos momentos por mí, aumente.

Subo corriendo las escaleras para comenzar a buscar el atuendo indicado sin saber quién será el cantante que veré. Aunque le supliqué varias veces, se negó por completo a hablar y eso solo causa que me encuentre más desesperada a que llegue el momento y averiguarlo de una vez por todas. Sin importar quien sea, estoy por completo segura que me divertiré, no se va todos los días a escuchar música en vivo en un ambiente tan grandioso y mucho menos con el chico que te hace sentir segura contigo misma.

Miro el collar en el espejo que tengo delante de mí sonriendo y voy al ropero para ver las prendas que se encuentran, por desgracia no tengo muchas debido a que solo traje lo necesario para sobrevivir dos semanas.

✦ ✦ ✦

Coloco el labial rojo en mis labios y veo mi resultado, el cual me enorgullece por completo, hice un buen trabajo sin importar que tuviera pocos recursos, por suerte soy creativa en eso. Como ya me encuentro lista, agarro mi celular para ir a la planta baja a ver alguna serie, mientras que el chico llega por mí, en el transcurso a mi destino varias ideas vienen a mi cabeza, imaginando a quién podremos ver esta noche, pero no hay ninguna certeza y nada me suena coherente, odio estar con la duda y al mismo tiempo amo el misterio, es una constante rivalidad que mantengo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.