A 137 kilómetros de ti

2016: diez

 Fue muy buena opción ver trabajado y estudiado al mismo tiempo, resultó en ocasiones algo complicado, pero valió por completo la pena al ver el dinero que ahorré y que gasté en el concierto de mi ídolo y en el viaje del globo aerostático, lo que hizo que ahora Alec y yo nos encontremos pobres sin nada de billetes, aunque platicamos para pensar a donde podríamos ir hoy, llegamos a la conclusión de que todavía faltaban cientos de lugares para visitar, el único problema es que nuestros bolsillos están por completo vacíos, a él no le parece buena idea pedir dinero a sus papás y yo no quiero pedirle a mis tíos, por lo cual optamos por quedarnos en su casa, sin importar que toda su familia esté presente porque me llevo de maravilla con todos, me tratan muy bien y les tengo demasiado aprecio.

Hay cientos de recuerdos que pasé junto a ellos, el más viejo es de cuando tenía cinco años en navidad, no sé porque nos encontrábamos en esas fechas con ellos, ya que nunca lo estamos, las festividades de diciembre las pasamos con la familia de mi mamá y después hacemos un viaje con mis tíos a donde sea para recompensar eso, lo cual resulta muy divertido, pero esa fue la única vez que estuvimos juntos, recibí regalos de parte de los papás y abuelos de Alec, me sorprendí tanto que empecé a llorar y me lancé a abrazarlos, nunca esperé recibir algo de ellos, era tan pequeña que no sabía que me tenían mucho cariño, tanto que me trataban como si fuera su hija cada que me veían.

Toco la puerta principal de la casa y Alec se suelta riendo de que lo haya hecho, sigue burlándose que haga eso porque siempre dice que esa parece más mi casa que suya, pero necesito hacerlo por respeto. Entramos y de inmediato siento como unos brazos enrollan mis piernas y sonrío al saber de inmediato quién es, bajo la mirada despeinando al niño, lo que hace que rápido me suelte y se cruce de brazos aparentando encontrarse enojado, le guiño el ojo con una sonrisa y él me la devuelve, para luego perderse de mi vista al entrar a una habitación, miro a Alec que tiene la boca abierta confundido de que su hermano lo haya ignorado por completo, cuando estoy a casi nada de burlarme y decirle que Max me prefiere a mí, July se aparece delante de nosotros y le toma por sorpresa verme ahí, pero de inmediato me da un cálido abrazo y un beso en la mejilla.

—¿Por qué no dijiste que traerías a Daila? Le hubiera preparado pay de manzana —Le reprocha a Alec molesta, le da un golpe sin fuerza en la cabeza, lo que hace que se me suelte una risa y trate de ocultarla cubriendo mi boca con la mano.

—Será para otra ocasión, puedo esperar todo lo necesario para comer ese delicioso pay —respondo sonriéndole y ella niega con la cabeza.

—Ahorita mismo me pongo a hacerlos, uno para que comas y otro para que te lo lleves —habla, mis ojos se iluminan emocionados y se me hace agua la boca.

—La amo.

Elevo la voz para que pueda escucharme porque ya va caminando hacía la cocina, ella se voltea para sonreírme y yo no puedo esperar a que estén listos, aunque amo cocinar y soy buena, nunca he podido preparar unos tan perfectos como los hace July y lo he intentado cientos de veces, sin duda no saben nada mal, pero no llegan a la perfección, no tengo la menor idea de cómo los hace o qué ingredientes secretos utiliza porque, aunque busque por todo el internet, no aparecen.

Alec me saca de mi imaginación al mover su mano sobre mi rostro y juntos comenzamos a caminar a una habitación, al entrar me vuelvo loca, hay un proyector colgado apuntando directo a una pared en blanco, un largo sillón frente a ella con asientos puff a un lado, el piso está tapizado con una alfombra. Presto atención a cada cosa que hay en la habitación, hasta que mi vista se topa con un mini refrigerador, luego pegado a el, un mueble con varios dulces acomodados, gritando pidiendo ser comidos y después una máquina para hacer palomitas, apagan la luz y se quedan unas pequeñas lámparas pegadas a la pared alumbrando con color morado, solo quiero correr a sentarme para quedarme toda la vida viendo películas y series sin parar, esto es maravilloso y en cuanto llegue a mi casa voy a iniciar mi suplica para que mis padres hagan lo mismo que están viendo mis ojos, necesito tener un espacio de entretenimiento igual que este.

—No sabías que teníamos esto porque no venías hace tres años —dice el chico caminando para ir a encender la laptop que está colocada arriba de un escritorio—Este cuarto nadie lo usaba, así que mi mamá y yo lo acomodamos para hacer una sala de cine, quedó genial ¿no?

Ni si quiera respondo, debido a que ya estoy concentrada viendo todas las golosinas para ver cuál escoger, una decisión demasiado difícil. Todas me suplican que las coma, lo que hace que se me complique más y en vez de seguir en cuclillas viendo, decido sentarme en el suelo para pensar sin cansarme, no estoy prestando atención a lo que ocurre a mi alrededor por lo cual no sé qué película está colocando Alec, pero me da igual, mientras tenga algo con que alimentarme yo soy feliz.

Paso mi vista de los chocolates Hersheys, luego a los m&m, a las gomitas, paletas, creo que hasta me mareo y es ahí cuando me detengo, pero todavía sin saber que tomar, suelto un largo suspiro y escucho al chico riéndose por mi enorme indecisión. Si tuviera que decir cuál es mi peor defecto, sin pensarlo diría ese, soy la peor a la hora de tomar una decisión, no importa que sea, todo se me complica y Owen termina eligiendo por mí, si no es él, lo hace Atenea, mi mejor amiga.

Me giro para ver a Alec confundida y camina hasta donde estoy, toma asiento para ponerse a hacer lo mismo que yo.

—Puedes agarrar todos los que quieras —rápido me giro a verlo ilusionada y comienzo a agarrar una de cada cosa, feliz y satisfecha de no seguir entrando en crisis.

Me levanto y voy directo al sillón, lista para ver la película, unos segundos después lo hace Alec con unas palomitas en sus manos, pienso por un momento de ir a servirme algunas, pero al recordar que no hay tomate y cebolla, de inmediato quito esa idea, no puedo disfrutar las palomitas si no tienen esas dos verduras, no importa que todos me tomen a loca, eso le da el toque especial para hacerlas comestibles para mí.
Alec está sentado de manera normal, mientras que yo tengo mi espalda recargada en su hombro y las piernas arriba del asiento, él mueve su brazo para colocarlo arriba de mí y da inicio la película, que sigo sin tener idea de cuál es.




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