Salgo de mi recámara dando pequeños pasos e intentando hacer el menor ruido posible, no quiero causar nada de molestia y más porque es mi último día aquí. Si por mí fuera, no hubiera salido de mi cama hasta que fuera hora de regresar a mi hogar, pero el estómago no deja de rugirme exigiendo comida y mi cabeza ya comienza a doler un poco por lo mismo, así que no queda de otra más que salir de mi escondite para ir a la cocina a prepararme el desayuno.
Con cuidado voy vigilando que nadie pueda verme, pero la casa parece estar vacía, lo cual provoca que mis músculos se relajen y deje de estar atenta ante cualquier sonido que escuche, llego a mi destino y todo sigue en la misma posición a como lo vi la noche anterior, parece que no hay ni un alma en esta casa, algo que me desconcierta mucho, debido a que si no se encuentran, tuvieron que verme avisado, mínimo enviado un mensaje notificándome que saldrían.
Encuentro el reloj colgado en la pared de la cocina y me percato que son las siete de la mañana. Ahora todo tiene sentido de porque hay un silencio absoluto, mis tíos y hermano siguen dormidos y es muy probable que no se despierten hasta dentro de algunas horas, en ese preciso instante viene a mi mente la idea, la mejor forma de pedirles disculpas por lo que sucedió ayer es prepararles el mejor desayuno.
No me preocupo mucho por el ruido que estoy por causar, debido a que tienen un sueño muy profundo y es casi imposible despertarlos si no es con el despertador muy cerca del oído o mi manera favorita de despertar a Owen, poner música a todo volumen y cantarla lo más fuerte posible, por supuesto que en cuanto lo veo bajando las escaleras con una mirada de extremo odio, salgo corriendo despavorida a esconderme para que no me asesine, cosa que nunca funciona, ya que cuando estoy distraída se lanza a golpearme y pellizcarme el brazo sin piedad, aunque intento defenderme, resulta imposible, por ello mi mamá tiene que salir a mi rescate, pero igual termino regañada por verlo despertado de una manera tan cruel, eso piensa ella y los demás, en mi opinión no hay mejor manera de levantarse por las mañanas que con mi angelical voz.
Saco todos los ingredientes para ir teniendo un orden y comenzar a cocinar, pero me doy cuenta que no tengo el móvil conmigo y necesito poner música, porque sin ella siento que me falta algo, no disfruto por completo lo que hago y puedo asegurar que la comida no me queda tan sabrosa a cuando escucho algo, mi profesor dice que eso no es cierto y mi familia apoya eso, pero como yo soy la chef, yo decido.
Voy corriendo por el aparato junto a mis audífonos, al regresar a la cocina inicio todo. Hago el mayor intento para cantar en mi mente, pero de vez en cuando de manera inconsciente comienzo a elevar la voz, por suerte, reacciono rápido y guardo silencio.
Dejo caer un poco de queso en el último plato y sonrío bastante satisfecha por el resultado, tomo la jarra de jugo de naranja que preparé para servir en cada uno de los vasos que hay disponibles.
Todo se encuentra en perfecto orden y se ven demasiado sabrosos, tanto que recuerdo la razón del porque bajé al primer piso, con rapidez me preparo los míos y me dirijo a llevarlos todos al comedor, colocándolos en sus respectivos lugares y me dispongo a subir de prisa para despertar a todos diciéndoles que el desayuno está servido.
Voy primero a la habitación de Owen, encontrándomelo casi cayendo al suelo y con la boca abierta, aunque no lo puedo ver con claridad, estoy segura que tiene saliva en la mejilla. Me arrodillo a su lado y con delicadeza lo sacudo del hombro, susurrándole que es hora de bajar a comer, al principio parece que no escucha nada, lo que me lleva a sacudirlo con fuerza y es como logra abrir los ojos asustado por lo que está ocurriendo, al ver que fui yo, veo como quiere asesinarme, pero en cuanto le digo que preparé el desayuno, toda la furia desaparece, en serio ama mi comida.
Salgo de ahí para ir a lo que más temo, es horrible lo que siento y más porque nunca había sucedido, no tengo idea de si aún están molestos conmigo o de que tal vez no quieran verme ni en pintura, pero intentando tragarme todo ese temor de recibir un gran rechazo, toco la puerta, lo hago despacio y sin fuerza porque no recibo ninguna respuesta, vuelvo a hacerlo varias veces, no paro hasta que escucho la voz de mi tío sonando adormilado preguntando qué es lo que ocurre, trago saliva y aviso tartamudeando que he preparado el desayuno, no sé cómo logró entenderme, pero unos minutos después ambos salen luchando con el sueño, pero listos para comer.
Los tres bajamos para ir directo al comedor donde ya se encuentra Owen ansioso de iniciar, en cuanto tomamos asiento, no se hace esperar nada y comemos. Al dar el primer bocado me derrito, es uno de los mejores platillos que he preparado y aunque mi profesor diga que los sentimientos no tienen nada que ver a la hora de preparar platillos, estoy segura que está en un gran error.
Nadie dice nada, están muy concentrados disfrutando los sabores que se encuentran en su boca y no es hasta que le dan el último trago a su bebida que por fin abren la boca para hablar.
—Esto ha sido extraordinario, a partir de hoy, es mi platillo favorito —dice mi tío dando una gran sonrisa.
—Quise hacer esto para disculparme por lo que hice, en serio que no fue mi intención asustarlos de esa forma y me siento tan culpable.
Hablo dirigiéndome a las tres personas delante de mí, estoy temblando por miedo a que no quieran aceptar mi disculpa, yo no puedo irme de aquí sí sé que mis tíos siguen enojados.
Mi tía me da una sonrisa agradable y se levanta para caminar hasta mí, la miro temerosa, imaginando todos los posibles escenarios de lo que podría ocurrir, pero solo recibo un gran abrazo y un beso en la cabeza, las lágrimas comienzan a salir sin poder detenerlas y le devuelvo el abrazo escondiendo mi rostro entre mi cabello para que no se percaten que estoy llorando.