A. Alexa. Algo diferente para Navidad

Parte II

—¿Estás segura de eso? —Maite alzó una ceja ante la pregunta de su amiga, furibunda—. Sí estás segura. —musitó Angélica, bajando la mirada. Maite se sentó con un suspiro, aún no podía creer que la mujer había hecho una reserva de ese tipo sin molestarse en mirar toda la oferta.

—¿Cómo pudiste no leerlo todo? —dio voz a sus pensamientos, Angélica se encogió de hombros. Al menos, pensó Maite, parecía avergonzada.

—Era el único tren que iba a Marquette. —explicó, aunque esa respuesta debía parecerle estúpida hasta a ella misma.

—No va a Marquette. —Corrigió, sin una pizca de humor—. Pasa por Marquette. —puntualizó, sintiendo una punzada de satisfacción al ver que su amiga estaba mortificada.

—Lo siento. — Angélica se sentó sobre el sillón que estaba al lado de la ventana, dejó vagar la mirada en el exterior—. Solo quise… un cambio. —murmuró en voz baja, pero Maite la escuchó y fue suficiente para que la culpa trepara por su vientre y la ahogara.

—Lo sé. —murmuró de vuelta, reteniendo las ganas de consolarla. No sería bienvenido en ese momento.

—¿Qué vamos a hacer? —Quiso reír ante la ironía, pero se contuvo. Angélica parecía realmente deprimida y no soportaba verla así de nuevo, menos saber que ella era la responsable.

—No hay forma de que encontremos alojamiento en Marquette a estas alturas. Tampoco podemos volver a casa. Así que supongo que nos toca vivir esta aventura hasta el final. —repuso, sorprendiéndose ante el hecho de que eso, al final, no sonaba como una pesadilla tan insoportable.

—¿Estás hablando en serio? —Un brillo de esperanza se encendió en los ojos de su mejor amiga y eso fue el último empujón que Maite necesitaba.

—Completamente. —selló su destino con esa palabra, pero no le importó. Angélica saltó de su asiento y pronto la tenía con los brazos envueltos alrededor de su cuerpo, estrechándola con fuerza.

—Gracias. —musitó al alejarse. Maite iba a responder algo, pero un toque en la puerta la interrumpió.

Se miraron confundidas, no había nadie que podía venir a verlas a esas horas de la noche, en un tren donde no conocían a nadie. Un escalofrío la recorrió, pensando en que algo malo estaba pasando, pero trató de que su miedo no se viera, no quería asustar a Angélica. Soltó un suspiro de alivio al abrir la compuerta y ver a Ilan del otro lado.

—Venía a revisar si tu amiga está bien. —Sonrió de nuevo, Maite ya no podía recordar un momento cuando no lo hacía—. O si necesitas ayuda con el cadáver. —añadió, haciéndola reír.

—Gracias por eso. — Angélica se asomó por encima de su hombro para responderle, pero pronto desapareció al interior de la cabina, dejándolos —medianamente, porque la cabina tampoco estaba tan grande— solos.

—Estamos bien. —Corroboró, sonriendo a su vez—. Lo hecho, hecho está.

—Ya verás que se la pasarán bien. —Prometió Ilan—. Hacemos este recorrido cada año y nunca tuvimos un cliente insatisfecho.

—¿Trabajas desde hace mucho aquí? —Se apoyó en la puerta, abrazándose a sí misma para conservar el calor. Tenía frío, pero no tenía ganas de acortar la conversación.

—Algo así. —Ilan se encogió de hombros—. Mi padre es el dueño. —explicó finalmente.

—Ah. —Maite no encontró que más decir en ese momento, no se esperaba que eso fuera un negocio familiar.

—Pasé todas las Navidades de mi vida en este lugar. —añadió, a pesar de que ella no le dio pie para seguir hablando. Eso era algo que le gustaba de Ilan, con él no sentía la presión de tener que llenar los silencios con palabras. Si tenía algo que decir, lo decía sin rodeos. Por un momento se asustó al pensar de esa manera sobre un hombre que acababa de conocer, pero él siguió hablando, así que lo dejó pasar por el momento—. Todos lo hacemos. —Seguramente se refería a su familia, pero ella no indagó más. Tenía otra cosa en mente.

—¿Y no te aburre? ¿Hacer cada año lo mismo? —explicó, al ver su desconcierto.

—¿Bromeas? —Rio con ganas, aunque ella no entendía el por qué—. Cada año es diferente. Gente diferente, diferentes rutas. Hasta el clima es diferente. Este año hace un frío particular. —El brillo en sus ojos le recordó a Angélica al hablar de la Navidad, era como un niño pequeño con un juguete.

—Tienes un punto. Con lo del frío también. —Se lamentó.

—Mañana llegaremos a un pueblo, papá conoce a alguien ahí quien le echara un vistazo a los generadores. Creo que vamos a estar bien. —Maite supuso que esa información no se le debía dar a los pasajeros, pero lo dejo pasar. Al fin, ¿a quién se lo podía contar ella?

—Eso espero. Soy una chica de verano.

—Se nota. —Ilan volvió a reír—. En fin, quería decirles que les he dejado reservada la mesa de hoy. Hasta cuando no esté de turno. —Maite alzó una ceja, él se encogió de hombros dando un paso atrás, despidiéndose.

—Gracias. —Negó con la cabeza, quitándole importancia y desapareció tras la primera compuerta, dejando una estela de perfume tras de sí.

Angélica ya estaba acostada cuando regresó, pero seguía despierta.

—Le gustas. —comentó como sin querer, pero sus palabras calaron hondo en Maite.

—Apenas nos conocimos. —replicó, tratando de minimizar la importancia de lo dicho por su amiga.

—Eso es lo de menos. —Contradijo con un suspiro, alzando la mirada al techo—. A ti también te gusta. —añadió minutos después, cuando Maite ya pensó que se había dormido.

—Es… simpático. —aceptó, pero eso era lo único que estaba dispuesta a aceptar.

—Claro. Como tú digas. —Sintió la sonrisa de Angélica en sus palabras, pero no le hizo caso—. Hasta mañana, Mai.

—Hasta mañana, Angie.

⁂⁂⁂

Las palabras de Angélica hacían eco en su cabeza los próximos dos días, cada vez que se descubría a sí misma buscándolo por los rincones del tren. No quería aceptarlo delante de su amiga, pero en algún punto realmente empezó a ver con alegría la perspectiva de pasar dos semanas por ahí, si Ilan iba a estar también. Más su malhumor estaba creciendo a medida que el tiempo pasaba y él no aparecía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.