A. Alexa. Secretos de la corte (#1 Cortes perversas)

XVII

Se encontró con Pablo en la entrada de la comisaria, pero al preguntarle si sabía a qué se debía la reunión, este solamente se encogió de hombros.

Entraron a la sala de conferencias y se dieron cuenta que eran los últimos en llegar. Reconoció a José sentado en una silla, con la cabeza entre las piernas y un escalofrío lo recorrió. Anabelle ya estaba ahí, parada en medio de la sala, con una expresión dura en la cara, pero sin poder esconder el temblor en sus manos.

Al verlos llegar, apretó el botón y el video volvió a reproducirse.

La habitación estaba a oscuras y la única luz provenía del celular que estaba grabando todo. La silueta de una mujer apareció en la esquina, por sus movimientos no les fue difícil deducir que se encontraba encadenada a la pared. Cuando la persona grabando se acercó un poco, pudieron ver los golpes que cubrían su cuerpo, varios cortes por sus piernas y mucha sangre alrededor.

La cara, sorprendentemente, estaba intacta. Ni un solo golpe, ni una sola magulladura. Pero sus ojos, había tanto dolor en esos ojos que Cristian tuvo que sentarse. Nunca en su vida se imaginó ver a Amanda así. La mujer que amaba era llena de risas, de alegría. Parecía que todo eso había desaparecido de su cuerpo, dejando una cascara vacía.

- ¿Por qué tiene…? – intentó hablar, pero las palabras murieron a mitad. La filmación se terminó segundos después.

Alex se levantó y sacó el USB de la computadora y tomó el celular de Anabelle, encerrándose en su burbuja informática. Los demás permanecieron en silencio, sin estar seguros que decir.

- ¿Por qué…? – volvió a hablar, está vez captando la atención de todos.

- La convirtió en mí. – era la única explicación lógica que le encontraba a esa locura.

- Quiso que viéramos lo que le hizo… - empezó una de sus agentes, Cristian todavía no estaba seguro de cuáles eran sus nombres. – El lugar en el que se encuentra, como se encuentra. Los golpes, las heridas, la sangre. Pero dejó la cara para que la pudiéramos reconocer. Para que la reconozcas. – puntualizó, hablándole a Anabelle. – Y el pelo… no la convirtió en ti. No sería suficiente para él. Simplemente quiso que tú lo pensaras, que supieras que esto es por ti.

Andrea, se recordó Cristian. La psicóloga del equipo.

- Entonces, ¿estamos de acuerdo que es él? – todos asintieron a la pregunta de Pablo, menos José y el mismo Cristian que se encontraba perdido.

- Es lo único que tiene lógica para mí. – continuó la mujer. – Si fuera una organización mafiosa cualquiera, no tendrían por qué mandarnos esto. Ellos se la llevarían lo más lejos posible de aquí, agradeciendo que no tuviéramos pistas. Mandar un video directamente a Ana es una burla, pero también los pone a ellos en evidencia. Nos están dejando una puerta abierta para investigar. Y no se me ocurre otra razón para eso que…

- Quiere que lo sepamos. Ya dejó de esconderse, ahora quiere jugar. – terminó Anabelle, con la mandíbula apretada.

- ¿Les importaría explicarnos? – preguntó José, visiblemente confundido. Anabelle suspiró, sentándose. Miró a Pablo, este permanecía en silencio, pero ella lo conocía como a nadie, estaba bullendo en su interior.

Caminó hasta el centro de la sala y tomó el control remoto de las manos de Anabelle. Llegados a este punto, era necesario. Y cómo, después de la desaparición de Anabelle el caso pasó a sus manos, le correspondía a él.

Narró los hechos sin detenerse mucho en los detalles. Mencionó brevemente lo sucedido con Anabelle, lamentándose por José que tenía que saber ciertas cosas de esa manera. Ignoró la parte del embarazo y el estado en el que la encontró, no era relevante para el caso que les incumbía.

- Si observamos los sucesos recientes llevándonos por esa teoría, todo calza. Nathaniel pudo, o no, retomar sus negocios aquí, pero lo que claramente lo lleva a secuestrar a Amanda es su parecido con Anabelle… -

- Me guarda rencor por infiltrarme, por debilitar su organización y por esa linda cicatriz que le dejé. – se metió esta.

- Tal vez hasta pensó que era ella. – continuó Pablo ignorando su interrupción. – Luego se da cuenta de que algo no calza, por lo que visita a Olga, la doctora que asistió al parto. Comprueba su teoría y después la mata, porque no quiere que nadie se entere de que estaba detrás de todo. Entra al palacio, pero nada indica a Clarisa como objetivo. Se puede tratar de un simple caso de lugar equivocado en el momento equivocado. Tal vez su rencor es tan grande que iba directamente a por Anabelle, tal vez le sirvió cualquier persona para difundir su mensaje y provocar pánico.

- Yo me inclinó más por la segunda opción. – volvió a interrumpirle. – Han pasado que, ¿ocho horas desde el ataque a Clarisa? Si iba a por mí, no tendría un video preparado para mandármelo.

- Yo estoy de acuerdo. – todos voltearon para mirar a Alex que estaba en silencio hasta ese momento. – Recién estoy empezando, pero puedo confirmar que el video no fue grabado hoy. – los miró de uno a uno y finalmente suspiró, dándose cuenta que no querían escuchar su explicación técnica. En realidad, nunca lo querían. – En fin, hay una ventana en la habitación y una mínima parte de la iluminación proviene de ahí. Así pude determinar que no hay forma de que lo grabaran de noche, o esta mañana, debido a condiciones climáticas.




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