Siento que las sombras me escrutan cada que observo algún rincón.
Si las paredes pudieran hablar contarían tantos secretos, tantas anécdotas, tantas lágrimas derramadas dentro de estas cuatro paredes blancas.
Pero en medio de tanto caos, hubo unos ojos que me miraron y no me juzgaron. Eran tan cálidos que fácilmente podría perderme en ellos. Tan marrones como el chocolate, como la tierra que nos rodea, extendiéndose más allá del horizonte y que cada vez que me enfocaban sentía que eran mi lugar seguro.
Sigo recordando su risa.
En esta esfera que llamo mundo, ninguna persona escucharía algo tan excelso como eso. Cualquier canción le queda pequeña, cualquier melodía le es inalcanzable.
Sus labios se veían tan fascinantes que cada vez que sonreía amenazaba con hacerte desvivir.
Él era mi paz y mi descontrol al mismo tiempo. Mi medicamento en medio de tanta locura.
¿Alguna vez has visto una aurora boreal? ¿No? Su encanto, su brillo, la forma en la que colorean el oscuro cielo es única....
Él tuvo el mismo impacto que una aurora. Deslumbraba, pintaba con su alegría y optimismo cualquier boceto oscuro, le otorgaba su toque mágico. Así como las estrellas fugaces al pasar, así como un arcoíris surgiendo de lo más inesperado en medio de la lluvia, así como cuando el sol y la luna están a punto de juntarse y crean lo que conocemos como atardecer.
Así era él para mí.
Ahora en medio de estas paredes blancas necesito de su arte. Necesito de sus brazos para sostenerme, de su personalidad creativa e incluyente que era totalmente opuesta a la mía.
Mis recuerdos viajan al día que el amor se instauró en mi vida. A la hora exacta en que mis ojos eclipsaron todo y solo pude verlo a él, a su forma de caminar, como si fuese a comerse el mundo con cada paso.
¿Pero tantos esfuerzos otorgaron resultados? ¿Tantas noches de desvelo fueron suficientes? ¿Yo fui suficiente?
Supongo que no puedo encerrar a una estrella fugaz en un frasco ni capturar un arcoíris con mis manos y tampoco puedo obligar a un ave a quedarse a mi lado cuando su naturaleza es ser libre.
Siento los pasos en el pasillo y sé que el doctor está por llegar. Suspiro mirando mi propia sangre en mis brazos. Lo he hecho de nuevo...
No bajo la cabeza, al contrario, me acomodo en la cama manchada y lo espero, paciente.
Lo último que tengo por decir es que el mundo es confuso, las emociones lo son más. Aquello que puede demostrar ser de una belleza divina puede arrastrarte a ella y destruirte completamente, embobarte tanto que no te percatas que estás al borde del abismo hasta que simplemente caes. Las personas son masoquistas y prefieren caer solo por no querer aceptar lo que tanto es evidente.
La puerta se abre y levanto el arma.
Aquellos ojos que alguna vez me transmitieron calidez, ahora solo desprenden miedo.
No vio venir el disparo, así como tampoco pude prevenir mi caída.
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poemas romanticos, escritos reflexivos , mini historias de suspenso
Editado: 01.10.2024