— ¿Por qué la odias tanto?
Hubiese preferido que me hiciera otra pregunta diferente. Siento su profunda mirada evaluando mi reacción, esperando a ver enfado, disgusto...
Es precisamente lo que sucede cada vez que me preguntan de ella.
La odio.
La odio con cada átomo de mi ser.
La detesto.
Si se pudiera resumir todo el odio que siento en este momento, lo haría en cada letra de su asqueroso nombre.
Respiro profundo y suave. Aclaro mi garganta y me enderezo en la silla.
— Por lo que me hizo sentir. — es todo lo que respondo.
Chasquea la lengua, indecisa. Mira su libreta y luego a mi. De nuevo, su mirada me analiza.
— Entiendo...— mira sus manos, como sonsiderando la manera correcta de lanzar otra de sus preguntas — ¿Qué exactamente te hizo sentir para que merezca tu odio?
Aprieto los dientes de solo recordarlo. Tengo ganas de vomitar por recordar toda la mierda que me hizo y que aún me hace sentir.
— No conocía la palabra límites. — digo, mirando el piso — Era una de esas personas que, por más que les digas que algo te hace daño, lo ignoran y continúan. — la visión se me nubla un poco cuando miro sus ojos cafés de nuevo — Era una de esas personas que te restregaban en la cara que estabas mal, que tú tenías que arreglarlo todo y que no recibirías una miga de respeto a cambio.
Asiente suavemente con la cabeza mientras anota en su libreta. Mis manos se vuelven puños sobre mis muslos. Sé que necesito mantener la calma...
— ¿Hablaste con ella sobre todo esto?
— Claro que lo hice.
— ¿Y cuál fue su respuesta? — inquiere, sus ojos destellan curiosidad.
— "Era un juego." — cito las palabras que por tanto tiempo repudié. Mis ojos pasan a mis manos y río de la manera más irónica posible — ¿Tú crees que una persona con un poco de razón, hace algo que te daña y luego te dice que era un jodido juego? ¿Qué tan mal tiene que estar de la cabeza?
— Tal vez solo era una bro...
Predije lo que diría mucho antes de que terminara de decir su frase. Así que, con toda la rabia e ira que sentía en ese momento por hablar de algo así, me levanté con brusquedad y la señalé.
— ¡No te atrevas a terminar esa frase! — mi voz resuena por todo el pequeño y poco iluminado cuarto — ¡Tú no sabes cuánto daño puedes causarle a alguien con una broma estúpida e insignificante! — bajo la mano con cuidado y la observo — Que intentes justificarla solo me dice que eres igual de basura que ella.
Intenta mantenerse tranquila, pero veo algo en su mirada...parece...¿Dolor?
— No te permito que rebajes todo lo que te he dicho por el argumento de: "Fue una broma." — mi corazón late sin frenos en mi pecho — Cada vez que ella hacía algo que me disgustaba, se justificaba de la misma manera tan baja. — gruesas lágrimas empañan mi visión. Todo lo veo borroso, todo me da vueltas... — ¡Mi inseguridad y mis problemas no eran nada para ella. Nada, ¿me entiendes?! ¡Nunca tuvieron importancia porque, si tú tuvieras una pizca de empatía por alguien, te detuvieras! ¡Si no fueras tan mierda, aprenderías que eso está mal! — limpio mis mejillas con brusquedad y exhalo con frustración — ¿Crees que es justo que todo este tiempo haya estado cargando con la miseria que ella provocó? ¿Crees que es justo que haya tenido que buscar ayuda porque ella no podía ser consciente del daño que me hacía?
— No, no lo es. — responde con voz calmada. Sin ninguna alteración.
— ¡¿Entonces por qué la justificas?! — me acerco a ella con todo mi cuerpo fuera de sí — ¡¿Por qué todo el mundo parece darle la razón a una ignorante?!
Silencio.
De todas las cosas que pudo responder, no dijo absolutamente nada.
— Aún cuando no me esperaba nada de ti logras decepcionarme. — escupo con la rabia ardiendo por todo mi sistema.
— Yo solo estoy escuchando tu punto.
— Sí. También estás dándole la razón.
— Mi deber es ser neutral con...
— No lo parece.
Suspira y cierra los ojos. Sé que se está conteniendo.
— Yo solo me encargo de escuchar todo lo que me dices. De analizar posturas y entender el origen de todo.
Muerdo mi mejilla.
— No merecías nada de eso. Ella estaba obrando mal. — dice luego de un rato — Pero a este tipo de personas no les interesa si estas mal o no. Simplemente lo hacen porque les parece bien, porque dentro de sus principios morales, hacer algo como eso está correcto. — se levanta lentamente de su silla y me toma la barbilla con los dedos — Nunca iba a entenderte ni a cambiar. El dolor de otros bajo los ojos de este tipo de personas es nada.
— Le di la opción de hacerlo...
— ¿Y lo hizo?
— No. — aparto mi cara de su tacto — A pesar de todo, decidí darle absurdamente una segunda oportunidad de mejorar todo. Porque dentro de mí no quería más dolor ni sufrimiento por la misma asquerosa situación. Pero terminó haciéndome lo mismo una y otra vez. Nunca entendió nada... — siento ese nudo en mi garganta doler más cada que suelto una palabra —
Y ahora estoy yo aquí de nuevo, buscando una forma de no ahogarme con todo esto, vuelta nada otra vez. — me giro hacia ella, secando uno de mis ojos — ¿Y dónde está ella ahora? De seguro disfrutando de hacerle mal a otras personas y hacer como si no se diera cuenta.
Me observa con lástima, como si eso fuese lo peor de todo...
— ¿Sabes qué es lo peor...?
— No...
— Cada cosa era peor que la anterior. Cada ataque de ansiedad, cada discusión, cada burla...Todo se sentía como un golpe a mi cara. Limpio, destinado a herir. Cada noche eran los mismo pensamientos, las mismas preguntas...
Sentí cómo mis piernas me flaqueaban y amenazaban con dejarme caer al piso. Ella lo notó y rápidamente intentó sostenerme.
— Vuelve a sentarte, por favor.
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Editado: 01.10.2024